Esta jornada
en Cochabamba fue violenta, dolorosa, y profundamente indignante. El estado de
ánimo colectivo se torna más y más reactivo. No es para menos. Estamos frente a
un escenario de injusticia cada vez mayor.
Nos robaron
el voto, se estornudaron en el resultado 21 F. Tuvimos que aceptar la
ilegalidad, y nos sometimos a ir a elecciones con un participante trucho,
ilegal, inconstitucional, y a estas alturas, ilegítimo.
Descaradamente
quieren amañar los resultados, y somos nosotros los golpistas. Todos los días
nos tildan de racistas, de discriminadores, de derechistas, y un montón de epítetos que no nos quedan a la mayoría.
Hagamos
números, tratemos de ver el panorama grande.
Convocaron
al referéndum del 21 F, hubo fraude, hicieron todo lo posible por ganar, no fue
suficiente.
Inventaron
un ejercicio extraño y caro. Las elecciones primarias. Nadie competía con
nadie, y en esas condiciones, Evo consiguió 35%, adentro de su propio partido,
y sin oponente. Luego maquillaron un poco para evitar más vergüenza.
El verdadero
propósito era retirar de la escena a las plataformas ciudadanas, y fue un éxito
gracias a los ridículos residuos que quedaban de los partidos políticos de
antaño. Lógicamente, la siguiente “foto” muestra a varios extintos por no
alcanzar porcentajes mínimos, y dos siglas salvadas por el alquiler que
lograron.
En resumen,
eliminaron plataformas, y los partidos se eliminaron solitos. La oposición en
Bolivia no existía más.
Cometieron
el tremendo error de quemar nuestros bosques. Provocaron que la ciudadanía
salga a las calles a protestar, y a simple vista los cabildos contaron con más
o menos 50% del padrón electoral. Podemos especular con un porcentaje adicional
que no asistió, que no pudo asistir, o que estaba prohibido de asistir
(funcionarios públicos). No creo estar loco si pienso en 70 % movilizado en
disconformidad con el gobierno.
Las
encuestas pre electorales, invariablemente compradas por alguien, mostraban un
panorama bastante distinto. 15 o 20 % inflados en el oficialismo, y obviamente
en detrimento de los números de la oposición.
El resultado
de la transmisión rápida TREP, el día de elecciones mostraba porcentajes
distintos a las encuestas pre electorales, y se acercaba a los indicadores de
calle, que pudimos ver todos. No podemos asumir que el conteo rápido no tenía
nada de manipulación, pues sale de las mismas actas que ahora son prueba de
fraude.
En resumen,
el oficialismo cuenta con 30 o 35% real de voto en el país.
La
oposición, atomizada, tiene el 60 a 65% restante.
Ahí está la
gran disposición que tiene el MAS para ir a la segunda vuelta. De hecho, tiene
aseguradas las mayorías camarales, y podría contar con cierto aire de impunidad
por los próximos cinco años. Sabemos que es un tema existencial para ellos, y
no renunciarán tan fácilmente a este paraguas judicial. La situación
en las calles, a 15 días de paro y movilización ciudadana, muestra más o menos las
mismas proporciones.
Su situación
de minoría es potenciada en base a discurso radical, a pagos diarios,
multas, y enervar a las bases con
conceptos muy fuertes, racismo, separatismo, fundamentalismo. Son usados con
mucha ligereza, pese a que son los causantes de la mayoría de los conflictos
sociales y bélicos en la historia.
La mayoría
que detenta la oposición se ve disminuida esencialmente por fenómenos muy
naturales y humanos. Falta de liderazgo y organización, discrepancias entre
fracciones, temor y exceso de precaución de algún sector, e indiferencia de
mucha gente.
Llegamos a
una especie de empate, equilibrio de fuerzas, y por supuesto la dificultad de encontrar
salidas y soluciones satisfactorias para todos o al menos la mayoría.
El
desarrollo del conflicto puede ser muy largo, muy esforzado, y también muy
doloroso. Si entramos en la famosa espiral de violencia, no hay duda de que
perdemos todos. Ninguno de los bandos tiene una superioridad que ofrezca un
final rápido del conflicto. Podríamos llorar muertos y más muertos, en ambos
bandos, y no encontrar nunca el final. Los ejemplos en la historia son
muchísimos.
Tras dos
semanas de conflicto, todos estamos cansados, preocupados, agobiados por el día
a día, y seguramente por las obligaciones, que no están en paro.
Ocurre algo
parecido en el otro bando. Los policías están cansados de las pésimas
condiciones que viven mientras están acuartelados. Los movimientos sociales,
que son trasladados lejos de su casa, tienen pocas condiciones para mantener el
espíritu combativo, y el presupuesto que necesitan es bastante significativo.
Pienso que
el nivel de violencia ejercido por los ciudadanos movilizados ha sido mínimo,
pese al hostigamiento permanente, y la
parcialidad que ha mostrado la policía. La
estrategia de “ciudad fantasma” ha funcionado muy bien, y seguramente ya ha
salvado muchas vidas. Además creo que es adecuada, porque los ciudadanos no
somos combatientes entrenados, no tenemos estructura organizativa ni cadena de
mando. Sin contar con que no tenemos
armamento, y no estamos dispuestos a matar.
No podemos
cometer el error de entrar en un juego que no conocemos, que nos hace muy
vulnerables, y que puede diezmarnos muy rápidamente. Hoy contamos con los
compañeros de bloqueo, con los maravillosos motoqueros, con el apoyo
desinteresado y la solidaridad del vecino. Si vamos a la confrontación, no
sabemos con qué contaremos mañana. Todos tenemos familia, responsabilidades, y
especialmente amor y respeto por la vida.
No hay donde
perderse. No es la primera, ni será la última situación de apronte y de amenaza
de guerra. El mundo ha vivido esto muchas veces. Nuestra mayor posibilidad está
en ser firmes, aguantar lo que sea necesario, no confrontar, “ciudad fantasma”,
desaparecer y aparecer (ratón), bloquear y seguir estrangulando las arcas del
estado. Estoy seguro que ellos agotan sus recursos mucho antes que nosotros.
NADIE SE
CANSA !!! NADIE SE RINDE !!!
Hector
Castro G. * 07 Noviembre 2019