ESCRITO EL 11 DE ENERO DE 2007, al final de un día oscuro y triste.
Hoy me duele el
corazón.
Vi a gente de bien,
gente honesta y trabajadora, ningún político, ningún demagogo. Solo gente de
bien. Cansada, cabreada, frustrada y en pie de guerra.
Cansada del sitio a
nuestra amada Cochabamba, cabreada de que abusen de los ciudadanos, pateen a
cualquier transeúnte, incendien anaqueles de dulceras oligarcas de la plaza,
frustrada por que no hay estado ni ley, y en pie de guerra pues no encuentra
otro camino.
Que el dialogo y la
concertación deberían ser el camino idóneo para resolver los conflictos, por
supuesto que si. Pero dialogo con quien? No se puede hablar con un cocalero del
Chapare, ni siquiera sabe por que esta aquí. Hablar con quienes los trajeron?
Ellos tienen consignas y una de ellas es precisamente la violencia. Hablar con
quienes dan las ordenes, tampoco es posible, uno está en Nicaragua, modelando
su chompita y bailando su alegría de ser el personaje pintoresco de esta época,
el otro está en La Paz
buscando la forma de achacar a Manfred la responsabilidad de lo acontecido. Ah,
casi olvido un argumento ya recurrente, no es el gobierno, es el MAS el
movilizador.
No creo que sean
muchos los que defienden a Manfred, pero estoy convencido de que todos
defendemos la democracia y el estado de derecho.
“El pueblo no gobierna
ni delibera, sino a través de sus representantes”, reza la constitución que aun
es vigente. Los mal llamados “movimientos sociales” acosan al Senado de la
nación para el tema de la ley INRA, se trasladan a Sucre para el tema de los
2/3, ahora incendian la
Prefectura de Cochabamba para evitar que se consulte
nuevamente al pueblo si esta o no de acuerdo con la autonomía para Cochabamba.
Que se usaron armas
de fuego? Seguro que si. Que es inadmisible? También. El uso de piedras, palos,
dinamita y lo que este al alcance de los movimientos sociales es admisible. Un
ciudadano muerto por ahorcamiento no es tan grave como uno que recibió calibre
22.
Vi a un ciudadano
con la cara completamente desfigurada, y no pude saber de que bando era. Lo que
esta claro es que su sangre era roja, como la mía, y que no daba más de dolor.
El ahorcado es
amigo de mis amigos. El baleado es, seguramente, hijo de alguien, padre de
alguien y hermano de alguien. En todos los casos el sufrimiento existe, y es
grande.
No tengo duda de
que ni uno ni otro son amigos, parientes o incluso congéneres de las bestias
que movilizan a los inocentes para lograr sus despreciables objetivos
políticos. Ellos usan armas mucho peores, usan los micrófonos, usan la
cobertura de prensa y usan el poder que la codicia, arrogancia y altanería les
hacen creer que tienen. Con esas armas no hay puntería, las victimas resultan
por azar, resultan solo estadísticas y escenarios favorables para actuar en pro
de sus consignas.
Hoy me siento
frustrado, impotente, preocupado y profundamente amargado.
Hoy me duele el
corazón.
Hector Castro G. * 11 Enero 2007