viernes, 18 de diciembre de 2020

LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Hace 9 meses recibimos la pandemia sin conocer nada de nada. Si bien es cierto que ya en Diciembre o Enero ya llegó alguna información, fue tan intrascendente para los bolivianos como cualquier noticia menor en una isla en Oceanía.

Este fenómeno no fue exclusivo de nuestra realidad, nuestra idiosincrasia ni nuestro subdesarrollo. El mundo entero sufrió las consecuencias del desconocimiento. Fueron contadas y muy distinguidas excepciones que administraron la crisis de manera adecuada, al menos durante un tiempo.

La tragedia que vivieron potencias como Italia, España, U.S.A., Brasil sorprendió tanto como los éxitos logrados por Uruguay, República Checa, Suecia, y unos pocos más.

Es muy difícil establecer comparaciones adecuadas entre países, respecto al mejor o peor desempeño en el manejo de la crisis, así se cuente con parámetros de población, mortalidad, tasas de recuperación, etc. por que no hay forma de establecer un standard en el “punto de partida” que cada país tenía al inicio de la crisis. A priori, muchos estudios especializados consideraban que Bolivia sería uno de los países con mayor afectación, por el precario sistema de salud, la complicada circunstancia política que distanciaba a varias administraciones regionales del gobierno central, y la realidad socioeconómica que se caracteriza por un altísimo porcentaje de informalidad y muy deficiente seguridad social. (está claro que el demagógico discurso del milagro económico y el extraterrestre que maneja la economía, no fueron dedos que logren ingresar en la boca de la comunidad internacional)

Con todas las limitaciones estructurales, el precario poder político del gobierno transitorio, la total deslealtad de la clase política con el país, y el nítido sabotaje permanente que en ese momento incluyó el sobreprecio en plena pandemia, Bolivia fue uno de los países que mejores resultados consiguió en el manejo de la crisis.

Hay que decirlo, la campaña mediática contra el gobierno, simplemente por razones electorales impuso en la ciudadanía una sensación de desamparo y desconfianza que fueron francamente dañinos para todos. El costo para los bolivianos fue altísimo, y el beneficio para los irresponsables resultó en unos pocos escaños en la Asamblea Legislativa. Aún gozan del beneficio de la duda, antes de confirmar además su inoperancia e impotencia.

El sabotaje del partido del ex dictador fue muy focalizado en Gobernaciones y Alcaldías, y posteriormente en los 2/3 de la ALP.

En suma, las razones políticas construyeron en la percepción ciudadana una convicción de que la pandemia fue, de alguna manera, obra del gobierno de Jeanine.       

Ahora estamos frente a un repunte que parece será fuerte y mucho más agresivo que la primera ola. Lejos de encontrar una sociedad con mayor conocimiento, más preparada para afrontar la amenaza, con una conciencia social mejor formada para evitar contagios masivos y colapso en los hospitales, tenemos un nivel de ignorancia, rebeldía y estupidez colectiva que no permite ver con ningún optimismo el futuro próximo.

El gobierno de Luis Arce se limita a buscar culpas de todo a Jeanine, y no parece tener alguna iniciativa diferente. Lo hace en temas económicos, sociales, políticos, sectoriales, etc. No existe ninguna señal que me haga pensar que el tema salud será distinto. Hasta ahora no han renovado los contratos del personal médico, se rumorea el retorno de los técnicos cubanos, no se ha hecho ninguna inversión en el sistema de salud, etc.

Los medios de comunicación, que fueron implacables para apuntar desde el mínimo detalle en el gobierno anterior, hoy vuelven a tener esa conocida actitud de alta tensión, como contrayendo esfínteres, y temo que serán ausentes importantes en cualquier esfuerzo colectivo ciudadano para la salud y la vida.

Sálvese quien pueda, es un mensaje adecuado pese a lo terrible que suena. La situación no será, sino que ya es muy complicada, pero los encargados de comunicarla están siendo “prudentes”, los responsables por la salud pública no terminan de decidir cuál sector tiene derecho a ocupar los cargos de la especialidad, por “inclusión” obviamente, y una parte importante de la opinión pública, la más ignorante, que no es exclusiva de ningún color político, persiste en el convencimiento de ser inmune, de no ser parte del porcentaje que morirá, o simplemente no ha visto de cerca la realidad.

Usar barbijo (bien puesto), distancia prudente y lógica, aseo de manos…. No es complicado hacerlo, porque es tan difícil entenderlo?

Hector Castro G.  *  19 Diciembre 2020