sábado, 19 de febrero de 2022

Señor Juez,

 me dirijo a usted, cualquiera sea su competencia, su materia, su cuantía, su jurisdicción, su trayectoria, su prestigio o su prontuario. Me dirijo a cualquier funcionario de jerarquía en la administración de justicia. Me dirijo a quien asumió las responsabilidades de emanar justicia en nuestro país, y decidió apegarse a los PRINCIPIOS que rigen el funcionamiento, en especial los de INDEPENDENCIA, LEGITIMIDAD, RESPONSABILIDAD, SERVICIO A LA SOCIEDAD y especialmente al PRINCIPIO DE PROBIDAD.

Me dirijo a usted para preguntarle si alguna vez escuchó hablar sobre la «crisis del sistema judicial». Aunque podría percibir que la responsabilidad de esta crisis se disuelve en todo el sistema, debo decirle que es de USTED, Sr. Juez, de quien se habla. Indistintamente de que sea un juez prevaricador, corrupto, políticamente comprometido, consorciado o simplemente deshonesto; o por el contrario, sea un funcionario probo, honrado, íntegro, decente e irreprochable; usted es parte de ese sistema judicial, cuestionado, desprestigiado, sometido al poder político y que está en el ojo de la tormenta.

Más allá de la altísima vara moral que debería ser la norma y no la excepción, la Constitución y las leyes bolivianas (le suenan conocidas?) imponen obligaciones a los ciudadanos y especialmente a los jueces.

Por ejemplo, el Art 178 del Código Penal habla de la «Omisión de denuncia». «El Juez o funcionario público que, estando por razón a su cargo, obligado a promover la denuncia o persecución de delitos y delincuentes, dejare de hacerlo, será sancionado con pena privativa de libertad de tres (3) meses a un (1) año o multa de sesenta (60) a doscientos cuarenta (240) días»

Mirar hacia el otro lado podría ser un alegato que intente salvar su responsabilidad, pero el país espera mucho más de usted.

Los últimos días se han pronunciado varias asociaciones de jueces y magistrados, por la arremetida mediática del gobierno hacia los jueces prevaricadores que dejan en libertad a convictos sentenciados. También salieron a protestar los jerarcas del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo de la Magistratura por que los ciudadanos de a pie, profanos en el tema, pero solventes moralmente nos atrevimos a publicar los nombres y fotografías de jueces sospechados de cometer delitos, especialmente en el esfuerzo de torcer las leyes para perseguir judicialmente a cualquier ciudadano que no sea partidario del MAS.

Se declaran «en emergencia”, pobres angelitos, y reclaman su derecho a la intimidad, el principio de presunción de inocencia, y protestan por que se sienten expuestos y presionados. Son los mismos que abusan de la detención preventiva, los que obedecen a instructivos del Ministerio de Gobierno, del Ministerio de Justicia o de algún jerarca político que seguramente tiene varios procesos archivados especialmente en juzgados penales o anti-corrupción.

La situación de la justicia en Bolivia es producto de la corrupción, de la injerencia política y de la falta de institucionalidad. Pero no es menos cierto que una causa determinante es la indiferencia de los buenos funcionarios, que no hicieron nada, no denuncian y no reclaman cuando conocen y viven en carne propia los vicios a los que está expuesto el sistema judicial.

Hoy están todos, absolutamente todos en la misma bolsa, y sufren el repudio de toda la ciudadanía. «Justos pagan por pecadores», aunque está claro que los justos pagan por indiferentes, por irresponsables y hasta por incompetentes. Los pecadores son muchos más que los justos, porque ellos lo permitieron.

Es cierto que el problema data de muchísimos años atrás, pero la situación ha llegado a extremos, como en otros aspectos de la realidad nacional, porque el Estado Plurinacional ha eliminado la barrera moral que la República tenía.

Este mensaje también se dirige a los funcionarios subalternos, al Ministerio Público y a todos los fiscales.

Tienen dos caminos: Seguir mirando de palco, contar cuantos caen y rezar para que no les toque, esperando que el poder político se invente alguna otra forma de delinquir.

O asumen su responsabilidad con valentía, integridad y amor a su patria, y de una vez por todas limpian el sistema desde adentro, en el día a día.

Desde el Tribunal Supremo de Justicia hasta el último amanuense del último juzgado, es responsabilidad de cada uno de ustedes.

Respetuosamente,

Hector Castro G. * 19 Febrero 2022