me dirijo a usted, cualquiera sea su competencia, su materia, su cuantía, su jurisdicción, su trayectoria, su prestigio o su prontuario. Me dirijo a cualquier funcionario de jerarquía en la administración de justicia. Me dirijo a quien asumió las responsabilidades de emanar justicia en nuestro país, y decidió apegarse a los PRINCIPIOS que rigen el funcionamiento, en especial los de INDEPENDENCIA, LEGITIMIDAD, RESPONSABILIDAD, SERVICIO A LA SOCIEDAD y especialmente al PRINCIPIO DE PROBIDAD.
Me dirijo a usted para preguntarle si alguna vez escuchó
hablar sobre la «crisis del sistema judicial». Aunque podría percibir que la
responsabilidad de esta crisis se disuelve en todo el sistema, debo decirle que
es de USTED, Sr. Juez, de quien se habla. Indistintamente de que sea un juez
prevaricador, corrupto, políticamente comprometido, consorciado o simplemente
deshonesto; o por el contrario, sea un funcionario probo, honrado, íntegro,
decente e irreprochable; usted es parte de ese sistema judicial, cuestionado,
desprestigiado, sometido al poder político y que está en el ojo de la tormenta.
Más allá de la altísima vara moral que debería ser la norma y
no la excepción, la Constitución y las leyes bolivianas (le suenan conocidas?)
imponen obligaciones a los ciudadanos y especialmente a los jueces.
Por ejemplo, el Art 178 del Código Penal habla de la «Omisión
de denuncia». «El Juez o funcionario público que, estando por razón a su cargo,
obligado a promover la denuncia o persecución de delitos y delincuentes, dejare
de hacerlo, será sancionado con pena privativa de libertad de tres (3) meses a
un (1) año o multa de sesenta (60) a doscientos cuarenta (240) días»
Mirar hacia el otro lado podría ser un alegato que intente
salvar su responsabilidad, pero el país espera mucho más de usted.
Los últimos días se han pronunciado varias asociaciones de
jueces y magistrados, por la arremetida mediática del gobierno hacia los jueces
prevaricadores que dejan en libertad a convictos sentenciados. También salieron
a protestar los jerarcas del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo de la
Magistratura por que los ciudadanos de a pie, profanos en el tema, pero
solventes moralmente nos atrevimos a publicar los nombres y fotografías de
jueces sospechados de cometer delitos, especialmente en el esfuerzo de torcer
las leyes para perseguir judicialmente a cualquier ciudadano que no sea
partidario del MAS.
Se declaran «en emergencia”, pobres angelitos, y reclaman su
derecho a la intimidad, el principio de presunción de inocencia, y protestan
por que se sienten expuestos y presionados. Son los mismos que abusan de la
detención preventiva, los que obedecen a instructivos del Ministerio de
Gobierno, del Ministerio de Justicia o de algún jerarca político que
seguramente tiene varios procesos archivados especialmente en juzgados penales
o anti-corrupción.
La situación de la justicia en Bolivia es producto de la
corrupción, de la injerencia política y de la falta de institucionalidad. Pero
no es menos cierto que una causa determinante es la indiferencia de los buenos
funcionarios, que no hicieron nada, no denuncian y no reclaman cuando conocen y
viven en carne propia los vicios a los que está expuesto el sistema judicial.
Hoy están todos, absolutamente todos en la misma bolsa, y
sufren el repudio de toda la ciudadanía. «Justos pagan por pecadores», aunque
está claro que los justos pagan por indiferentes, por irresponsables y hasta
por incompetentes. Los pecadores son muchos más que los justos, porque ellos lo
permitieron.
Es cierto que el problema data de muchísimos años atrás, pero
la situación ha llegado a extremos, como en otros aspectos de la realidad
nacional, porque el Estado Plurinacional ha eliminado la barrera moral que la
República tenía.
Este mensaje también se dirige a los funcionarios
subalternos, al Ministerio Público y a todos los fiscales.
Tienen dos caminos: Seguir mirando de palco, contar cuantos
caen y rezar para que no les toque, esperando que el poder político se invente
alguna otra forma de delinquir.
O asumen su responsabilidad con valentía, integridad y amor a
su patria, y de una vez por todas limpian el sistema desde adentro, en el día a
día.
Desde el Tribunal Supremo de Justicia hasta el último
amanuense del último juzgado, es responsabilidad de cada uno de ustedes.
Respetuosamente,
Hector Castro G. * 19 Febrero 2022