Se necesita que la ciudadanía consiga abrir los ojos, los oídos y la mente. Es imprescindible razonar, meditar y alcanzar a entender que la labor es de todos. Hay bolivianos valientes y valiosos, que son los destinados a ser la semilla que germine en la colectividad, porque es la única forma de recuperar nuestra patria, nuestra república, inclusiva y democrática, que no cometa los errores del pasado y que logre trascender la chicata visión de los viejos políticos, que solamente construyeron un terreno fértil para la impostura del socialismo. Bolivia necesita sincerarse, necesita tomar en serio su realidad, despojarse de ignorancias y manipulaciones, que tanto daño le hacen por la enorme cantidad de población vulnerable.
El pensamiento
y el razonamiento de cada boliviano resultan valiosísimos y tienen que ser
parte del rescate de nuestra grandiosa patria, diversa y rica, pluri y multi,
así como es, pero sin aprovecharse de ninguna frustración ni de la perversa
discriminación que sufrió siempre. Bolivia es digna, es rica por su diversidad,
es viable porque puede gestionar su propio valor, sin ser manipulada u utilizada
por consignas perversas, como el socialismo del siglo XXI, la
instrumentalización de Soros y su tentación hegemónica, o el egoísta y
destructor imperialismo de la funcional derecha internacional. Recuperar la
decencia y la moral no deja dividendos, así que no permite comisiones para
dirigentes y otros funcionales giles.
Solamente los ciudadanos bolivianos, decentes, leales, solidarios, y
especialmente conscientes de las verdaderas amenazas podremos luchar
efectivamente contra la verdadera amenaza.
En mi
entorno cercano encuentro pesimismo y derrotismo, hay un sentimiento de
impotencia, de que la posibilidad abierta en noviembre de 2019 fue dilapidada y
desperdiciada. Es comprensible, pero creo firmemente que la verdadera esencia
de la rebelión popular de octubre 2019 está intacta, y ahora tiene
conocimiento, reflexión y sabiduría, ausentes en esa oportunidad. No será
posible que los bolivianos confiemos en los políticos funcionales al régimen.
La siguiente rebelión no terminará en 21 días. Los bolivianos ya sabemos que
esa fue una ingenuidad imperdonable.
Los bolivianos
no amamos a Bolivia el 6 de agosto, ni cantamos como loritos el 23 de marzo.
Tenemos una verdadera convicción de patria y de libertad. No hablo de los
denominados “pititas”, sino de todos. Los que apoyan al MAS son exactamente
iguales. Todos somos verdaderos amantes apasionados de nuestra Bolivia. La estrategia
masista ha conseguido implantar una narrativa sesgada y terriblemente falsa. Ha
logrado que la mitad de los bolivianos odie a la otra mitad.
Antes, hace
15 o más años, había problemas de discriminación, de segregación, de
regionalismo, de clasismo o de separación de clases. Lo que jamás existió fue
racismo, hasta que los impostores inventaron este falso argumento, que rima con
“fascismo”, lo que completa su impostura y su maldita narrativa. Argumentos que
bien vendidos, son la raíz de la polarización y la destrucción de Bolivia, tal
y como fue concebida por los perversos y
criminales «intelectuales» del denominado «socialismo» del siglo XXI, que
solamente consiguió llenar los bolsillos de unos cuantos, sin que importe nada,
sin que el resultado sea una degradación moral y material del estado, o sea de
los bolivianos, y que crean que hay un futuro y una promesa de bienestar y de
éxito como país. Está claro que consiguieron el apoyo de la gente, pero no
pudieron darle alguna solución a los problemas y a la frustración de los más
necesitados. Lo que consiguieron es que ellos crean en ese proyecto, aunque 15
años de poder hayan sido un verdadero fracaso.
Mi pobre
Bolivia está enfrascada en una inútil discusión de «golpe» o «fraude». Mientras
el tiempo pasa, las oportunidades de la modernidad siguen su propio ritmo. El corredor
bioceánico es descartado por un bloqueo que exige la renuncia de un rector
universitario, que es insignificante, que solamente es una pugna de poder de un
ignorante dirigente cocalero. La más grande reserva de litio del planeta,
potencial futuro económico del país, es gestionada por el interés de los
hijitos de un burócrata masista, que hoy le ha tocado « en suerte » el cargo de
presidente. Todo el aparato productivo nacional está en manos de los que pugnan
por el poder dentro de un partido político, que sufre luchas internas por cada
parcela, como si fueran los propietarios del país.
Todos los
días somos víctimas de la imposición de una narrativa indecente, por los medios
oficialistas y por los medios contestatarios. La Razón tiene titulares que
manipulan, pero Página Siete no se queda atrás. Ambos, igual que todos los
otros, responden a agendas falaces, que solamente imponen un falso debate entre
los bolivianos. Unos estúpidos que sostienen que hubo golpe, y otros que
patalean e intentan, sin éxito, desvirtuar esa narrativa.
La única
víctima de este estúpido y perverso debate es Jeanine Añez, que tiene que
sufrir la tortura y la extrema indecencia de los mercenarios de la justicia,
que reciben unos pesitos y disfrutan de la ilusión del poder que, sabemos todos, no es eterno. A los ciudadanos
de a pie esto no nos afecta más que en nuestra indignación y rabia, que se
combate con ranitidina.
Ella es la
muestra y la prueba de que el famoso «proceso de cambio» no es más que una
grandísima impostura. No es difícil entender que el régimen pretende meter
miedo, acobardar a los bolivianos, amenazar a cualquiera que se atreva a pensar
diferente, imponerse con sus torcidas reglas a quien se presente vulnerable, y
finalmente imponer su forma de gobierno a todos, a cada uno, a tí, a tus hijos,
a todos los bolivianos, hayan votado por ellos o no. Si eres indiferente,
solamente te estás declarando más dócil y más servil a lo que te impongan, no
estás siendo prudente, no estás evitando meterte en problemas, no eres más
«inteligente». Estás siendo involuntariamente cobarde, así de claro.
Bolivia será
libre el momento en que los bolivianos decidamos ser libres. No es un problema
del pusilánime de Carlos Mesa, ni del brinconcito de LuiFer Camacho. No debemos
ni podemos esperar que algún político dé la cara por nosotros. Es así de
simple.
Seguramente
tendremos que tragarnos algunos liderazgos que sean incapaces. Que no den la
talla. Que no hagan lo que todos esperamos, pero necesitamos que tengan la
valentía de asumir el reto. Así lo hizo Jeanine, sin ninguna capacidad, sin
ninguna preparación, sin súper poderes, pero con la valentía que pocos tienen.
Los
bolivianos necesitamos aprender a aceptar a varias Jeanines, antes de encontrar
a quien pueda y sepa liderar el verdadero cambio. La urgencia es salir del
régimen delincuente, narcotraficante y terrorista, que intenta eternizarse en
el poder. Esa es la prioridad, y no hay posibilidad de soslayar esta realidad.
La lucha es
difícil, va a costarnos mucho. Es probable que algunos caigamos presos o
muertos, está claro. Pero yo pienso y tengo la convicción de que esta lucha
merece que yo entregue todo lo que esté en mis manos, cueste lo que cueste.
¿Cuánto vale
Bolivia y la libertad para ti? ¿Un par de pretextos son suficientes? ¿El
esfuerzo de toda tu vida por tus hijos merece ser descartado? ¿Vas a ocultarte
como un cobarde?
Preguntas
duras, respuestas aún más difíciles. El reto es complicado. ¿Merece pretextos,
excusas o algún eufemismo de esos que están de moda?
Mi vida, tu
vida, están en juego. Yo apuesto por la libertad. ¿Y tú?
Héctor
Castro G. * 22 junio 2022