domingo, 22 de marzo de 2020

CUARENTENA TOTAL


Más allá del significado que la palabra “total” tiene para nosotros, el país no será paralizado por completo, y es bueno entender que esa no es una posibilidad.

Estamos lejos de parecernos a las potencias europeas, o a las economías emergentes del Asia. Nuestra realidad es otra, y no necesito extenderme por que todos la conocemos perfectamente.

Mucha gente vive al día, la mayoría no cuenta con una previsión financiera ni con un seguro de desempleo. No muchos pueden acumular provisiones para dos semanas, y la práctica habitual es comprar los 5 pesos de pan y el medio kilito de carne para cocinar la única comida del día.

Muchísimas críticas de todo color y sabor, que es muy tarde, que están en campaña, que deberían cerrar fronteras hace tiempo, etc. Pero todas con un común denominador: la cómoda ignorancia, tan seria como la de los que quieren ignorar las medidas de protección y de quienes creen que el virus es invento de la derecha.

No he visto a nadie preocupado por los 45,852 casos sospechosos de dengue, o de los 7,879 confirmados, o de los 9 o más fallecidos. No he visto reclamos, sugerencias o propuestas para enfrentar esa epidemia, pese a que los hospitales, especialmente en Santa Cruz, ya colapsaron pero logran atender a todos de alguna manera.

Cuál es la diferencia? No son vidas humanas las afectadas?  No es la misma situación con los 145 casos de influenza ?

Los gobiernos neoliberales del pasado, el gobierno del MAS, neoliberal también, pero con discurso socialista y bonanza de por medio, han descuidado de manera sistemática su atención a la salud y la educación.

Las consecuencias son clarísimas. Ignorancia generalizada e insuficiencia en el sistema nacional de salud. Es un hecho insoslayable que nuestra situación como país es extremadamente delicada y vulnerable. No es mucho lo que se puede hacer de inmediato, el proceso requerido para estar medianamente preparados toma mucho tiempo, esfuerzo e inversión.

La responsabilidad es del estado, y de los gobiernos sucesivos. Así fue y así será. Lo que ahora es importante es que cada ciudadano tome conciencia y asuma su responsabilidad.

En el caso del dengue, la fumigación con insecticidas y la eliminación de focos de reproducción del mosquito son la mejor manera de mantener controlado al vector “Aedes Aegypti”.

Frente al Coronavirus COVID-19 el vector eres tú. No se te puede fumigar, y no se puede impedir tu reproducción. Quédate en casa.

CUARENTENA TOTAL significa que no salgas de tu casa si no es realmente necesario. Que tomes conciencia de que tú puedes ser portador del virus, pero también puedes ser portador de conocimiento, y eso si ayuda a todos.


Hector Castro G. * 22 Marzo 2020

martes, 10 de marzo de 2020

LA OTRA “BONANZA”


Una década extraordinaria para la economía de los países productores de materias primas, causada por la enorme demanda china. Entre 2006 y 2014 Bolivia multiplicó por 5 o 6 sus ingresos por exportaciones de gas, minerales y los llamados “commodities”.

Más allá de cifras y responsabilidades, es un hecho objetivo que esta única oportunidad para construir un país diferente, con la infraestructura necesaria para producir más que solo recursos naturales, y con la posibilidad de ser competitivos en todo momento, se ha desperdiciado.

La matriz productiva del país es la misma, y los pocos esfuerzos que se hicieron en industrialización han mostrado fracasos sistemáticos. Las inversiones se hicieron en base a consignas políticas, dejando de lado el análisis técnico imprescindible.

La gran oportunidad, única e irrepetible, fue desperdiciada y dilapidada.

A partir de octubre del año pasado la ciudadanía se fue involucrando poco a poco en el quehacer político del país. Sin considerar el color o el bando en que uno se encuentre, la actualidad política, económica y social forman parte importante del día a día de los bolivianos.

La participación ciudadana, impulsada por los cabildos, la movilización de 21 días, y las consecuencias de la huida del ex presidente, es extraordinaria. La juventud en general asumió un rol importantísimo, pese a que en apariencia era indiferente. Las redes sociales nos dan la posibilidad de ser participantes, y no solamente electores obligados como siempre había ocurrido.

Este nivel de participación y de interés de los ciudadanos es extraordinario. No ha existido antes, ni para terminar con las dictaduras militares, ni durante el periodo democrático entre 1982 y 2006.

Llama la atención que los periodistas y medios de comunicación, muchos analistas, y ni que decir de los políticos, no le dan ninguna importancia a este inusitado interés de la ciudadanía.

La campaña electoral es francamente mediocre. La ausencia de propuesta es tan evidente como la dependencia de las cuestionadas encuestas. Candidatos de “primera línea” que solamente aspiran a lograr participar de la segunda vuelta, y candidatos que solo buscan conformar alguna bancadita.

La práctica más utilizada es la de defenestrar al oponente, criticar la gestión de gobierno, reclamar el pasado o apuntar los errores de los demás.

Se está dilapidando otra oportunidad de oro. Es ahora que la ciudadanía necesita orientación e información objetiva. Es una coyuntura increíblemente valiosa para desarrollar una sociedad más madura políticamente, y asegurar de esa manera, una democracia sólida, sin votos consigna, sin violencia infundada, y con mejores perspectivas para el respeto de nuestras libertades y derechos.

Es responsabilidad de todos los formadores de opinión aprovechar el gran interés ciudadano para impartir conocimiento e información. Es bueno ver la coyuntura como una verdadera oportunidad para servir a la comunidad, a la sociedad y a la construcción de un mejor país.

Amplificar la guerra sucia o simplemente rellenar espacios con temas intrascendentes, cuando el país requiere urgentemente formación ciudadana para la democracia, es fallar como lo hicieron quienes despilfarraron los miles de millones sin transformar nuestra economía.

Que no nos agarre nunca más un régimen que logre cooptar todos los poderes, sea impunemente hegemónico, imponga normativas a la medida del rey, y todo ante la mirada pasiva de una ciudadanía que no sabe que todo esto ocurre, lo permite y consciente con su voto.

Tuvimos una década de libertad de expresión permanentemente amenazada, medios perseguidos, y periodistas silenciados, censurados, o sometidos. Hoy se vive en libertad irrestricta. Es hora de hacer lo que hay que hacer. Bolivia lo necesita.


Hector Castro G. * 10 Marzo 2020

sábado, 7 de marzo de 2020

A LA LUZ DE LA INGENUIDAD


La realidad boliviana duele. La mirada de la situación y la mirada al futuro no son simples de asimilar. Parece que el día a día y la intensidad de la coyuntura política nos han hecho perder de vista algunos elementos fundamentales para la sana convivencia y la armonía en la comunidad.

Se ha derrocado a un régimen que despilfarró los recursos del país, su corrupción es aún de dimensiones insospechadas, y el abuso patrimonial de los bienes del estado fue inédito. Estos son los emblemas y características por los que la ciudadanía condena y rechaza cualquier posibilidad de retorno.

Lo que no es tan fácil de identificar es el impacto que esos casi 14 años han tenido en los valores y la moral que tenemos como sociedad.

No es poco trascendente haber naturalizado el robo de los recursos del estado como forma de vida, el mecanismo de la coima, la comisión, el diezmo, el “quinciño”, el “aceite”, o el aporte “voluntario”.

Resulta obvio y hasta aburrido criticarlas. Pero la transformación que hemos sufrido como sociedad va mucho más allá. Mucho se habla de inclusión, pero a la luz de los resultados parece que esta fue dedicada solamente a incluir supernumerarios en la administración pública, y a delegar los puestos de responsabilidad a funcionarios con “merecimientos” basados en la muñeca o a su trayectoria dirigencial.

La “revolución democrática y cultural” ha cambiado de sentido los conceptos de discriminación y de racismo, sin perjuicio de haberlos adecuado también a odios y rencores infundados entre sectores de la población, que comparten color de piel, origen, estrato social, procedencia étnica y cultural, pero tienen diferencias en su orientación política, aunque sus diferencias sean muy sutiles.

Fuimos testigos impotentes y angustiados del aleccionamiento de las clases menos favorecidas. De la imposición de imaginarios falaces y de las peores imposturas. Al presente, lejos de revertir este abuso, y recuperar a tanta gente que fue sistemáticamente manipulada, vemos que son otros segmentos de la población, en general más educados, que se rinden ante las mismas perversas prácticas. Las campañas electorales no se han destacado por las propuestas y ofertas. Se han limitado a echar basura al contendiente, a desprestigiar al competidor con cualquier argumento, con un cinismo y desprecio por la inteligencia de la gente que llega a extremos insospechados.

Las redes sociales están llenas de publicidad pagada, de memes encargados a “guerreros digitales”, y de mensajes falsos, injuriosos y manipuladores. No es difícil inferir a quien le interesa divulgar esos mensajes, y quien los está pagando.

Existen tres formas de mensaje en una campaña electoral:

- El mensaje que promueve las virtudes del candidato o de su propuesta

- El mensaje que degrada al candidato contendiente o su propuesta.

- El mensaje que defenestra y frecuentemente destruye la reputación del oponente. No importa si usa argumentos ciertos o se basa en falsedades y calumnias. (Esta es la guerra sucia).

No es difícil situarnos en la actualidad y concluir que este último es el mensaje predominante. Se ha hecho muy poco para promocionar la imagen o la propuesta propia, que realmente solo llegó al Órgano Electoral por ser un requisito, pero a nadie le interesó que llegue a los votantes.

Los candidatos están basando su promoción en su propia imagen (el “superhéroe que nos liberó”, “el que ganó en octubre y presume 2 millones de votos”, y la que “asumió la misión más difícil”). El otro instrumento de campaña son las encuestas, que se ganaron solitas el descrédito y su poca credibilidad.

Durante muchos años lamentamos la forma en que un aparato político manipulaba a la gente y la tenía bien educadita repitiendo consignas. Porque no abrimos los ojos y vemos que estamos en camino a lo mismo?

De pronto todos son luchadores y excombatientes de las pititas, pero yo recuerdo a muchos que levantaban las manos, perdían la fe a los 14 o 15 días y corrían a abrir su negocio, hasta que alguien les grite: “nadie se cansa !!!”

Fue una movilización complicadísima, por que la gente estaba cansada e indignada, pero también era escéptica. El temor a las represalias era un factor de peso.

Al final fue una lucha que valió la pena. Buscamos recuperar la democracia, y lo conseguimos. Porque ahora buscamos aberraciones como “frente único”?  O ese o aquel está descalificado por x, y o z?  Esa es la democracia por la que se luchó?

Queríamos ser incluidos en el rebaño de alguien?  Buscábamos ser dueños de la verdad y aplastar a quien piense diferente?

El tristemente célebre Dr. Chi, afirma que a veces la mujer merece ser maltratada. Afirmación espantosa, pero parece ser refrendada por una buena parte de la población.

Ser candidata a la presidencia le ha dado a muchos la justificación para ser despiadadamente críticos y rabiosamente destructivos con la Presidente. Me atrevo a asegurar que el 99 % de esas personas no tienen la solvencia moral para practicar ese tipo de crítica, pero el anonimato y la temperatura electoral les da el escenario para ser mojigatos y echar por tierra el objetivo de la lucha de todos.

Bolivia necesita un verdadero proceso que encuentre la convivencia pacífica, la tolerancia y el respeto mutuo.  Ese es el verdadero objetivo de la democracia, y solo será posible si cada ciudadano destierra de sí mismo, de su corazón, el odio, el revanchismo y la imposición.

La calidad moral del país está seriamente dañada por tantos años de sistemático deterioro. No podemos continuar, como sociedad, descuidando el alma de la bolivianidad. Triste legado para nuestros hijos y nietos. Es hora de reconstruir. Es nuestro deber ineludible.


Hector Castro G.  *   07 Marzo 2020

martes, 3 de marzo de 2020

LOS VICEPRESIDENCIABLES


Demasiado revuelo causó la inasistencia de los candidatos a Vicepresidente al debate organizado por una red de televisión. No conozco las razones que tuvo cada uno, sin embargo creo que no es preciso hacer ningún reproche ni reclamo.

La principal función que deberá cumplir el que resulte electo será la de presidir la Asamblea Legislativa Plurinacional, que invariablemente será una de las tareas más complejas y sensibles durante los próximos cinco años.

Entre las encuestas, sus “márgenes” de error, las expectativas y las predicciones de los parapsicólogos y saca suertes, la única conclusión que se puede sacar y asumir como inequívoca es que la Asamblea estará compuesta por no menos de 6 o 7 fuerzas políticas, representaciones rurales, campesinas, indígenas, urbanas, empresariales, cívicas, de distinta procedencia, con objetivos y visiones muy diversas.

Está claro que una de las polarizaciones más importantes será la que constituyen los seguidores del proyecto masista, que por lo menos durante este periodo legislativo tendrá presencia importante, y los opositores a la tendencia totalitaria de los anteriores 14 años.
La misión importante del Presidente nato de la Asamblea será el manejo político y la construcción de consensos para sostener al gobierno que sea constituido en las próximas elecciones de Mayo.

No es tarea sencilla, y podemos estar seguros que se necesita reunir algunas condiciones para salir airoso, al menos durante la primera gestión. Experiencia, respaldo político, olfato, firmeza y hasta cierto nivel de autoritarismo. Los asambleístas son personajes complicados, pues se deben a un electorado, necesitan seguir la línea de su partido, y al mismo tiempo intentan forjar su propio beneficio, lícito o no, es solo un detalle adicional.

El próximo Vicepresidente no ejercerá las funciones al estilo del bachiller matemático, pues quien sea electo Presidente tendrá un nivel cultural y una formación profesional suficiente para ejercer el cargo sin la “prótesis” que necesitaba el que “no podía comprender”.

No imagino que pueden debatir los candidatos actuales. Ni siquiera necesitan ser buenos candidatos. No importa si el candidato es varón o mujer, si es del oriente u occidente, si es pobre o rico, ni su color de piel, ni siquiera su carisma y si cae simpático a la gente. Lo que Bolivia requiere del Vicepresidente es que sea capaz de conducir el primer poder del estado y garantizar la gobernabilidad durante una etapa que promete ser “geológicamente inestable”.


Hector Castro G.  *  03 Marzo 2020