lunes, 31 de mayo de 2021

LAS RATONERAS Y LOS TRAMPEROS

Cuando un ratoncito cae en la trampa, es víctima de su ingenuidad e inocencia. Cae por que solo considera lo que puede ver y es evidente. El queso está ahí, está su alcance, no hay nadie alrededor y es gratis. Ignora la realidad. Les garantizo que ningún ratón cae por el color de su piel, por creer en alguna ideología, por ser liberal o conservador, de izquierda o derecha. Cae en la trampa por simple ignorancia. Muere de manera dolorosa, sin entender que pasó, porque él fue “elegido” para ser la víctima, ni cómo podía evitarlo.

Esta tragedia refleja una realidad muy simple, pero a la vez extremadamente compleja. Nuestras sociedades modernas están conformadas por tramperos y ratoncitos. Así de simple.

Las complejidades son muchas. Hay ejércitos de tramperos, capacitados, ideologizados, y muy bien organizados para tender las trampas donde encuentren conglomerados importantes de ratones ingenuos e ignorantes. Obviamente cuentan con grandes financiamientos que les permiten manejar muchísimas trampas, en muchos lugares y ámbitos, e ingentes cantidades de tentador queso.

Uno de los sectores especializados de este ejército es el encargado de enseñar y educar a innúmeras nuevas camadas de pequeños ratoncitos, cultivando desde la cuna el aprecio por el queso, y enmascarando de cualquier forma posible la evidente existencia de trampas. Cada generación es más vulnerable que la anterior, y va engrosando la población crédula, la del voto duro, la del voto útil y la del voto “conveniente”.

Existe otro grupo, de muchos tramperos “free lance”, que no forman parte de un ejército, sino que son cazadores individuales o de pequeños grupos. Buscan réditos de grupo, igual que los anteriores, pero sin mayor pretensión hegemónica.

No se puede obviar la existencia de muchísimos tramperos funcionales. Los que no son víctimas como los ratones, pero trabajan para los grandes tramperos por que ellos mismos sufren del mal de las víctimas. Son ignorantes e incautos. Operan sus trampas desde los medios tradicionales, las redes sociales, y en innumerables grupos de ratones cívicos, vecinales, gremiales, etc.

Como no puede ser de otra manera, están los ciudadanos que hacen todos los esfuerzos para advertir y alertar a los ratones. Los que pretenden informar y educar a las potenciales víctimas. Lo hacen con grandes conceptos e ideas. Ética, valores morales, integridad, institucionalidad, imperio de la ley, derechos civiles y humanos, democracia, etc. indiscutiblemente superiores, pero escasamente atractivos frente al queso, tentador, delicioso, accesible y gratuito.

Las víctimas, los ratones, de todos colores, tamaños, orígenes, creencias e ideologías, son infinitamente más numerosos que todos los tramperos juntos. Sus posibilidades de liberación, de no ser más víctimas, se basan única y exclusivamente en que se liberen de la ignorancia. Decirlo es muchísimo más simple que lo que significa esta tarea en términos prácticos. No existe tarea más compleja que educar a una sociedad que no tiene interés en hacerlo, y que no tiene liderazgos que intenten, siquiera,  priorizar la educación sobre cualquier otra temática de coyuntura.

Los niños tienen la mayor capacidad para formar valores y los fundamentos morales para la vida entre los 4 y 6 años de edad. Esto significa que, si de manera mágica o milagrosa, nuestro país comenzara ahora mismo una verdadera tarea de formación y educación para salir del subdesarrollo y pretender crecer como sociedad, las primeras generaciones alcanzarían la edad de votar alrededor de  2034, podrían comenzar a asumir espacios de decisión y gobierno más o menos en la década de 2040, y establecerían verdaderas políticas de estado entre 2050 y 2060.

Por ahora los políticos tramperos, y la mayoría de los ratoncitos, están abocados a lavarle la cara a un nefasto tipejo que nos hizo retroceder 20 años en construcción de democracia e institucionalidad, naturalizando la inmoralidad y la deshonestidad.

Los otros ratoncitos están con la mirada agachada o hacia la pared, asumiendo injustamente vergüenzas por que otro trampero fue corrupto, igual de indecente que el trampero anterior, pero con la diferencia de que hay muchos come queso indignados.

Es inocultable el debut de los tramperos funcionales, periodistas, analistas, opinadores, youtubers, tiktokers, haters, formadores de “opinión”, masistas, mesistas, camachistas, emenerristas, y muchos etc. que con actitud de viejitas mojigatas, refunfuñando y persignándose, colocan trampas para beneficio del poder, cuyo interés no es otro que mantener a la ciudadanía polarizada, la guerra permanente, la insulsa batalla por cualquier cosa, excepto lo importante.

Los ignorantes con micrófono son más peligrosos que monos con navaja. Estoy seguro que los monos están más dispuestos a leer la realidad y corregir su actitud.

Mientras más tiempo nos tome entender que el queso está sobre una superficie muy sensible, que puede liberar un resorte y unas terribles cuchillas que hacen daño, más tarde saldremos del perverso juego, y más difícil será iniciar la construcción de un país digno, productivo, pacífico, sano y viable.

 

Hector Castro G. * 01 Junio 2021