Albertina tiene todo el derecho a lucrar con su contenido. No es culpa suya que su público sea tan barato y mediocre. No es culpa suya que su mensaje que grita “igualdad”, que denuncia “discriminación”, que clama por equidad tenga semejante contenido y esencia capitalista.
De pronto
los espejitos y las baratijas de hace quinientos años ahora son destellos
digitales, efectos de luces, sonidos o impresionantes animaciones, tan reales
como la tecnología lo permita. Me impresionan, no lo niego, son alucinantes,
tanto como el contenido de protesta social, idéntico a lo que conocimos como la
trova cubana, como las canciones de protesta, siempre de izquierda, capaces de
conquistar el apetito joven, el deseo y aspiración de cualquier humano,
convencido de que debe existir algún camino alternativo. Es natural. Ayer
fueron los Silvios y los Pablos Milaneses. Los que hoy son los "influencers".
La realidad
nos muestra que el mundo funciona de manera menos humana, que el capitalismo es
difícil de aceptar, y que la evolución de las sociedades humanas requiere de
inteligencia, de madurez, y que son pocos quienes consiguen destinar una parte
de la realidad hacia la justicia social, sin cometer el error de convertirse en
serviles de ideologías impostoras.
Es bastante
complicado ser inmune a la propaganda política, a la impostura socialista, y a
la ideología utópica de "igualdad". Creo que se puede, aunque es difícil,
crear riqueza, moral, económica, intelectual y social, incluyendo a todos los
que quieran ser partícipes de la lucha. No es fácil, no es gratis, pero es real
y es verdaderamente posible. Es simple. Hay que seguir un código moral, un
estado de derecho, y especialmente, sin ningún tipo de restricción, ejercer la
libertad que debemos gozar los humanos, sin distinción de clase, raza, género,
o pensamiento. Respetar a los demás, no abusar, no engañar, no mentir, y
especialmente, no intentar crear odios o intolerancia. De eso se trata la
Constitución Política, las leyes y todo el ordenamiento jurídico. Es el estado
de derecho.
Los
impostores lo saben, lo conocen profundamente, y saben muy bien que la sociedad
no tiene la capacidad de entender sus tecnicismos. Por eso Ivan Lima inventa obscenidades,
se dedica a imponer sus antojos y creer que sus húmedos deseos pueden
disolverse impunes en la mentalidad de los bolivianos. Su error está en creer
que no existimos bolivianos con el conocimiento necesario para identificar la
impostura. Así murió su “ley de ganancias ilícitas”, que lo único que tenía era
lo ilícito de su intención. Debería saber que su invento de Decreto Supremo del
“colaborador eficaz” va a correr la misma suerte. Los bolivianos no le vamos a
permitir que consiga su estúpido anhelo de convertirse en investigador, fiscal
y juez. Debe saber, además, aunque creo que lo sabe, que lo único que hace es
posicionar al gobierno de su inepto presidente como un triste y patético
intento de convertirse en dictador. Bolivia tiene limitaciones culturales y es
bastante dócil a la tentación totalitaria de estos individuos, pero jamás
permitirá que impongan legislación tan cargada de abuso y prepotencia. Los
bolivianos somos dignos. Mejor que lo sepa, y que no busque provocar la
reacción que ha probado ser efectiva, y que seguramente lo pondrá en la cárcel.
Pueden intentar
imponer lo que quieran. Pueden seguir haciendo esfuerzos tan complicados como
el relato del “golpe de estado”. Pero es imposible que superen la realidad. La
movilización de 2019 fue muchísimo más grande que toda la propaganda, los
libros contratados, los voceros sin credibilidad, los pasquines que cualquier
hijo de vecino puede imprimir, los Richter, los Thomas Becker o la indecente
gringa de Tiquipaya, que hasta la muchacha de la limpieza sabe muy bien que es
una impostora.
No hay forma
de ocultar la corrupción y el engaño de los 14 años de Morales. Nadie se traga
la vergüenza de sus tentaciones cochinas con inocentes adolescentes. Ni
siquiera los que hoy reciben sueldito del régimen. Los bolivianos tenemos
valores, y nunca, jamás aceptaremos que un tipo abuse de nuestras niñas. Ni
siquiera las que se venden tan fácilmente, Salvatierra, Rivero, Morales,
Bejarano, Medinaceli, etc. están convencidas, así represente bastantes dólares
para ellas y sus sumisas familias, sus indignados padres, sus avergonzados
hijos, todos al borde del empute y la denuncia.
Albertina
representa un mensaje, otrora cantado por Silvio y otros, que invariablemente denuncia y protesta una
situación de injusticia para muchos. Ayer fueron los canta-autores de protesta,
hoy se llaman “influencers”. Pueden caerte muy bien, o muy mal, pero solo son
portadores del mensaje de la gente. Que cobre 1,000 $us por una mención es
solamente una afirmación de que este mundo, así como el ser humano, es
capitalista. Cualquier otra cosa puede sonar muy bonita, pero no es real, como el
discurso de izquierda, como destruye el discurso socialista. Bolivia, y el
mundo, podría vivir mejor si de una vez consigue aceptar la realidad, adecuarse
y crecer sin frustrarse. Producir, exportar, competir, crear riqueza, vivir con
dignidad.
Vivir y
crecer es lo importante, los bolivianos sabemos hacerlo, excepto los zurdos,
que necesitan ayuda de papá estado. Hay ejemplos muy claros, verdad?
Hector
Castro G. * 30 Jul 2022