sábado, 30 de julio de 2022

ALBERTINA Y SILVIO

 Albertina tiene todo el derecho a lucrar con su contenido. No es culpa suya que su público sea tan barato y mediocre. No es culpa suya que su mensaje que grita “igualdad”, que denuncia “discriminación”, que clama por equidad tenga semejante contenido y esencia capitalista.

De pronto los espejitos y las baratijas de hace quinientos años ahora son destellos digitales, efectos de luces, sonidos o impresionantes animaciones, tan reales como la tecnología lo permita. Me impresionan, no lo niego, son alucinantes, tanto como el contenido de protesta social, idéntico a lo que conocimos como la trova cubana, como las canciones de protesta, siempre de izquierda, capaces de conquistar el apetito joven, el deseo y aspiración de cualquier humano, convencido de que debe existir algún camino alternativo. Es natural. Ayer fueron los Silvios y los Pablos Milaneses. Los que hoy son los "influencers".

La realidad nos muestra que el mundo funciona de manera menos humana, que el capitalismo es difícil de aceptar, y que la evolución de las sociedades humanas requiere de inteligencia, de madurez, y que son pocos quienes consiguen destinar una parte de la realidad hacia la justicia social, sin cometer el error de convertirse en serviles de ideologías impostoras.

Es bastante complicado ser inmune a la propaganda política, a la impostura socialista, y a la ideología utópica de "igualdad". Creo que se puede, aunque es difícil, crear riqueza, moral, económica, intelectual y social, incluyendo a todos los que quieran ser partícipes de la lucha. No es fácil, no es gratis, pero es real y es verdaderamente posible. Es simple. Hay que seguir un código moral, un estado de derecho, y especialmente, sin ningún tipo de restricción, ejercer la libertad que debemos gozar los humanos, sin distinción de clase, raza, género, o pensamiento. Respetar a los demás, no abusar, no engañar, no mentir, y especialmente, no intentar crear odios o intolerancia. De eso se trata la Constitución Política, las leyes y todo el ordenamiento jurídico. Es el estado de derecho.

Los impostores lo saben, lo conocen profundamente, y saben muy bien que la sociedad no tiene la capacidad de entender sus tecnicismos. Por eso Ivan Lima inventa obscenidades, se dedica a imponer sus antojos y creer que sus húmedos deseos pueden disolverse impunes en la mentalidad de los bolivianos. Su error está en creer que no existimos bolivianos con el conocimiento necesario para identificar la impostura. Así murió su “ley de ganancias ilícitas”, que lo único que tenía era lo ilícito de su intención. Debería saber que su invento de Decreto Supremo del “colaborador eficaz” va a correr la misma suerte. Los bolivianos no le vamos a permitir que consiga su estúpido anhelo de convertirse en investigador, fiscal y juez. Debe saber, además, aunque creo que lo sabe, que lo único que hace es posicionar al gobierno de su inepto presidente como un triste y patético intento de convertirse en dictador. Bolivia tiene limitaciones culturales y es bastante dócil a la tentación totalitaria de estos individuos, pero jamás permitirá que impongan legislación tan cargada de abuso y prepotencia. Los bolivianos somos dignos. Mejor que lo sepa, y que no busque provocar la reacción que ha probado ser efectiva, y que seguramente lo pondrá en la cárcel.

Pueden intentar imponer lo que quieran. Pueden seguir haciendo esfuerzos tan complicados como el relato del “golpe de estado”. Pero es imposible que superen la realidad. La movilización de 2019 fue muchísimo más grande que toda la propaganda, los libros contratados, los voceros sin credibilidad, los pasquines que cualquier hijo de vecino puede imprimir, los Richter, los Thomas Becker o la indecente gringa de Tiquipaya, que hasta la muchacha de la limpieza sabe muy bien que es una impostora.

No hay forma de ocultar la corrupción y el engaño de los 14 años de Morales. Nadie se traga la vergüenza de sus tentaciones cochinas con inocentes adolescentes. Ni siquiera los que hoy reciben sueldito del régimen. Los bolivianos tenemos valores, y nunca, jamás aceptaremos que un tipo abuse de nuestras niñas. Ni siquiera las que se venden tan fácilmente, Salvatierra, Rivero, Morales, Bejarano, Medinaceli, etc. están convencidas, así represente bastantes dólares para ellas y sus sumisas familias, sus indignados padres, sus avergonzados hijos, todos al borde del empute y la denuncia.

Albertina representa un mensaje, otrora cantado por Silvio y otros, que  invariablemente denuncia y protesta una situación de injusticia para muchos. Ayer fueron los canta-autores de protesta, hoy se llaman “influencers”. Pueden caerte muy bien, o muy mal, pero solo son portadores del mensaje de la gente. Que cobre 1,000 $us por una mención es solamente una afirmación de que este mundo, así como el ser humano, es capitalista. Cualquier otra cosa puede sonar muy bonita, pero no es real, como el discurso de izquierda, como destruye el discurso socialista. Bolivia, y el mundo, podría vivir mejor si de una vez consigue aceptar la realidad, adecuarse y crecer sin frustrarse. Producir, exportar, competir, crear riqueza, vivir con dignidad.

Vivir y crecer es lo importante, los bolivianos sabemos hacerlo, excepto los zurdos, que necesitan ayuda de papá estado. Hay ejemplos muy claros, verdad?

Hector Castro G. * 30 Jul 2022