Es hora de que acuda a su entorno cercano, pero el que lo quiere, al que le importa. Deje de lado a su equipo de asesores que usted no ha elegido, sino que le han impuesto. De una vez tiene que darse cuenta que usted ha sido el ganador de las elecciones, que su nombre y su imagen fueron las que estaban en la papeleta electoral. Sí, es cierto, yo tampoco creo que usted sea merecedor de semejante título, pero la historia y la coyuntura dicen que usted es más que su jefe.
En sus manos
está el futuro de Bolivia. Su firma es la que determinará el destino del país.
Puede que usted y yo no estemos de acuerdo en sus políticas económicas y también
es probable que usted sepa en su yo profundo que su forma de sostener la
economía nacional funciona solamente si hubo antes un gran esfuerzo de
inversión privada, especialmente extranjera, de ventajas para las
transnacionales que traen capital de inversión, de economía neoliberal y de mercado
más que estado.
El
presupuesto y el plan económico que usted propone para el próximo quinquenio
son simplemente fantasías irrealizables, lo que está claro para usted, yo, y muchas
personas. Sabe que no tiene ninguna posibilidad de ser real, así como el
financiamiento externo del cual usted ha abusado por instrucciones del que
sabemos, que no tiene la más mínima idea de lo que hace, pero tiene chompita e imagen
internacional.
Señor Arce,
no le digo presidente por que no ha logrado esa investidura, ni por las urnas
ni por sus actos, sea un poquitito digno. Usted es economista y entiende que estamos
muy cerca del precipicio. Usted sabe que el país tiene muy poca esperanza de
salir adelante, y usted entiende que sus románticas ideas socialistas setenteras
son solamente falacias.
En sus manos
está la pequeña, pequeñísima posibilidad de dar un paso hacia el futuro. Usted puede
evitar que yo mate a un hermano boliviano, tal vez allegado suyo, o que él me
mate a mí. Usted puede ser el artífice de la paz, del camino del diálogo, de
evitar la guerra civil que su maldito jefe ha decidido como el camino para
nuestra hermosa patria, y que será fatal para varios miles de bolivianos. Así
es la guerra. La vida humana no cuenta, pero son unos pocos los que deciden, no
tienen escrúpulos, no tienen conciencia ni tienen empatía. Lógico, no estarán
al frente.
Usted sabe y
tiene claro que si seguimos en este camino de polarización y enfrentamiento la
única salida es la guerra. Sabe que cada uno de sus discursos es un poquito de
pólvora que reventará en algún hermano boliviano, y sabe que no hay forma de
ganar sin destruir. Usted sabe que lo único seguro es la muerte y el dolor.
Pero, es eso lo que quiere? O es lo que le instruyen? Abra los ojos, no sea
simplemente amarrahuatos. Hay muchas vidas en juego.
Solamente dirigirán
sus discursos y mandarán a los más ignorantes a matar, y como lo hicieron
antes, a morir.
Sé que no
tiene grandes capacidades ni mentalidad de estadista. Sé que ni siquiera sabe
lo que significa su investidura. Sé que intenta ser un gran gerente general,
pues no sabe lo que significa ser presidente de los bolivianos. Sé que no tenía
la idea ni la pretensión de estar donde está, pero también sé que usted es
boliviano, y los bolivianos amamos a nuestra patria.
Sea digno,
sea patriota, deje a sus hijos el legado que merecen. No se venda, no venda a
sus hijos, no venda su esencia, no venda el apellido de sus progenitores. La
fortuna inmerecida que deje a su familia
será solamente una maldición para cinco generaciones. Haga simplemente lo que
Bolivia necesita. Seremos muchos los que vayamos a respaldar y apoyar sus decisiones,
si usted demuestra ser boliviano. Ser un verdadero patriota. Que Luis Arce
Catacora sea un boliviano que pase a la historia como un hombre valiente y
digno.
Deje de ser
la imagen que le impone un delincuente, indecente, pederasta y narcotraficante,
deje de ser un pobre cobarde, que nunca mereció ese dudoso 55% que se ha
transformado en un 80% que le dice “tilín”. Piense que Noemí es su hija.
En toda su
mediocridad, usted merece mucho más, y Bolivia espera de usted que al menos sea
uno más de nosotros, los bolivianos, dignos, valientes, valerosos y orgullosos
de ser lo que somos.
Yo tengo
confianza en usted. No por que la merezca, sino por que yo creo en los
bolivianos. Por que creo que somos personas que saben creer, saben crecer,
saben luchar, y saben lo que cuesta vivir. No importa que tengan ideas
socialistas u otras estupideces que no funcionaron nunca. La verdadera valía de
los bolivianos es más grande y más profunda, e incluso usted, inutilín, la
tiene.
Es muy
simple. Usted decidió estar donde está. Ahora le toca decidir para qué.
Hector
Castro G. * 10 Diciembre 2021