jueves, 29 de octubre de 2020

LICENCIA PARA ENJUICIAR

En Octubre 2003, durante la “guerra del gas”, el gobierno de Sanchez de Lozada y Sanchez Berzaín dispuso la participación de las fuerzas armadas en tareas de represión, restaurar el orden y desbloquear las carreteras. El saldo trágico es conocido. Alrededor de 60 muertos.

Los funcionarios de gobierno que dieron las órdenes a las fuerzas militares terminaron huyendo del país, y no se ha registrado su retorno, después de 17 años. Extrañamente, los procesos judiciales, entre ellos los pedidos de extradición,  no han sido impulsados durante el gobierno del MAS.

Los procesos contra los militares de alta jerarquía, por el contrario, fueron ágiles y efectivos, alcanzando sentencias condenatorias que actualmente están aún en ejecución. Los que obedecieron órdenes si fueron sentenciados.

En 2005, el Presidente Carlos Mesa decretó la aprobación del “Manual del Uso de la Fuerza en Conflictos Internos”, mediante D.S 27977, consistente en varias consideraciones legales, constitucionales, justificaciones, etc.

El aspecto más sobresaliente de este instrumento es que determina la obligatoriedad de que las órdenes impartidas por el o la Presidente, Capitán General de las FFAA, sea por escrito.

Durante la crisis de Octubre 2019, el ex Presidente no logró conseguir que sus ministros firmen el decreto que ordene a las FFAA salir a reprimir la movilización de las “pititas”. Cuando las lealtades son compradas tienen límites bastante cortos. Por su parte, los militares de alta graduación no estaban dispuestos a actuar sin contar con este instrumento legal que los salvaría de responsabilidades. Kaliman, incondicional al régimen, se vio impotente y sin poder de mando. Esta situación de inoperabilidad fue luego atribuida como parte del supuesto golpe, pero está claro que ningún militar llegó a formar parte del gobierno de transición, por lo que esta versión queda desvirtuada.

Poco tiempo después, bajo la presidencia de Jeanine Añez, el gabinete ministerial emitió el D.S. 4078, que da cumplimiento a la normativa vigente. Las fuerzas armadas de la nación cumplieron su deber constitucional, y posteriormente, 14 días después,  cuando se alcanzó la pacificación, la firma de acuerdos con organizaciones sociales, y las iniciativas de concertación con las mayorías masistas en la ALP, el decreto fue abrogado.

La Comisión de la Asamblea Legislativa encargada del tema, en los últimos días ha decidido iniciar procesos a todos los Ministros y a la Presidente por la emisión de este decreto.

Me limito a relatar estos antecedentes como información para el público. Es lamentable que se imponga únicamente la narrativa de quienes dejaron el gobierno tras la huida de su jefe, y que los medios de comunicación o los líderes políticos (Mesa, que fue el artífice de esta normativa, y Camacho, que fue parte del gobierno con sus “ahijados” Justiniano y Lizárraga, entre otros, ahora procesados) mantengan silencio, no se refieran a este tema, ni siquiera se dignen en ilustrar mínimamente a la opinión pública.

Pienso que la ciudadanía tanto como los políticos tienen una tarea pendiente. Es necesario revalorizar la lealtad y la gratitud, como fundamentos esenciales de la ética y la urbanidad.

 

Hector Castro G. * 29 Octubre 2020

 

Referencia documental:

* DS Nº 27977, 14 de enero de 2005

https://www.lexivox.org/norms/BO-DS-27977.html

* Manual del Uso de la Fuerza en Conflictos Internos, 14 de enero de 2005

https://www.lexivox.org/norms/BO-MAN-DS27977.xhtml?dcmi_identifier=BO-MAN-DS27977&format=xhtml

 * DS Nº 4078, 14 de Noviembre de 2019

https://www.nodal.am/wp-content/uploads/2019/11/sample1.pdf

martes, 27 de octubre de 2020

LOS INTRASCENDENTES

Vivimos un momento de extrema incertidumbre. No hay forma de negarlo. Creo que después del resultado electoral la ciudadanía comienza a asumir finalmente una realidad que evitaba ver a toda costa.

Hubo fraude? No tengo una respuesta que pueda conformar a nadie. Pienso que existieron muchas irregularidades, como es costumbre. Desde algunas inconsistencias caligráficas, hasta el voto campesino regulado por sus dirigentes. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, creo que el resultado es tan contundente que no da lugar a especular que haya sido manipulado en favor de alguna candidatura.

Lo que si me alarma es la forma en la que sucedieron los acontecimientos, y la actuación particular de cada uno de los personajes involucrados. Debo ser completamente explícito al indicar que se trata solamente de percepción personal y especulación. No tengo las bases objetivas para afirmar o negar nada. Me da la impresión de un gran acuerdo de al menos cinco factores de poder, los líderes de los tres partidos en pugna, el TSE, y el gobierno. Obviamente tendría que existir también la participación, desde la observación, de las misiones internacionales.

Cuál era el panorama inmediatamente previo al 18 de Octubre? El MAS advirtió que la única forma de ser derrotado era el fraude. De acuerdo a todas las encuestas, las mayores probabilidades eran de ir a segunda vuelta, y en ningún caso esto significaba un triunfo masista.

Por el otro lado, después de un proceso tan cuestionado por la presencia de la sigla observada legalmente, el padrón que no fue adecuadamente corregido, y el sistema electoral que mantuvo a la mayoría de funcionarios de la elección anulada en 2019, se veía bastante difícil un escenario en el que el MAS gane la elección y que este resultado sea aceptado.

No es posible suponer que tanto el gobierno como los partidos y las misiones internacionales desconozcan esta realidad. Entonces, más allá de intentar llevar las cosas en la mayor normalidad, será razonable que todos apuesten a que no pase nada? No lo creo.

La situación del bloque democrático se fue complicando paulatinamente, y creo que sería bueno revisar uno por uno los acontecimientos. Desde la coordinación para la salida del anterior gobierno, las circunstancias y sus protagonistas; pasando por la conformación del gobierno transitorio; la obstinada posición de cada frente para no formar coaliciones, y finalmente la estrategia camachista de apostar por la fractura oriente – occidente. No creo que los dos frentes que llegaron a la recta final (podían ser otros) ignoren por completo lo que sus irreductibles posiciones estaban causando.

En síntesis, el resultado que conocemos podría ser uno que haya sido artificialmente creado. La suspensión de la Direpre, la displicente tarea de las organizaciones políticas y las limitaciones de todas las iniciativas ciudadanas impiden cualquier tipo de afirmación o demostración empírica.

Es razonable pensar que es el escenario que causa menos conflicto social, no causa pérdida de vidas, y de paso, permite que varios personajes encuentren un espacio para negociar cierta inmunidad. Con justicia o no, la persecución `política es una práctica que no puede esconderse, y cualquier proceso atípico como el que vivimos en el último año, genera perseguidos y perseguidores.

Todo esto es una enorme especulación de mi parte, pero me explica bastante de lo ocurrido. A partir de ahí, habrá que ver que depara el futuro.

La inmensa mayoría de la población ha aceptado democráticamente los resultados electorales. Con impotencia, frustración y asombro en muchos casos, y con alegría, alivio y esperanza en muchos otros. Se ha podido evidenciar un deseo colectivo de que el MAS reconduzca su política, y que el nuevo presidente sea el agente de cambio hacia un régimen más democrático y respetuoso de las leyes y la constitución.  Incluso ha surgido una suerte de sentimiento de esperanza de que este nuevo ímpetu mantenga al ex dictador al margen del poder público.

Debo ser honesto y decir con absoluta claridad que no lo creo. El proyecto progresista internacional es inmensamente mayor a cualquier buena intención. No existe personaje en la estructura masista que tenga la posibilidad de pensar en un camino alternativo. Las últimas acciones de la actual asamblea legislativa son una pequeña muestra de las “buenas intenciones”.

Mientras tanto, algunos perdidos sectores de resistencia, tras dirigencias clandestinas, protestan acudiendo a planteamientos absurdos de cogobierno civil militar, provocando simultáneos efectos de pérdida de valor tanto a esos, como a otros movimientos ciudadanos, así como a las mismísimas FF.AA.

Para todos los efectos, estas movilizaciones son tan estériles como las esperanzas cifradas en los personajes a quienes se les atribuye poder, cuando en realidad, temo que son absolutamente intrascendentes: Arce, Choquehuanca y Mesa.

 

Hector Castro G. * 28 Octubre 2020

viernes, 23 de octubre de 2020

FRAUDE ??? Y QUE IMPORTA !!!

Durante los últimos 20 años del siglo pasado, para no ir más atrás, los procesos electorales en Bolivia tenían invariablemente más frentes que los que el sentido común entiende para un país tan poco poblado. Se adoptó el sistema de “papeleta multicolor y multisigno” por que era inmanejable el anterior sistema, en el que el elector introducía en un sobre la papeleta correspondiente a su preferencia. La logística y la seguridad electoral eran complicadas. Había que asegurarse de tener suficientes papeletas de todos los frentes y en todos los recintos. Evitar que las oculten, las roben, etc. Con 10, 12 o 14 frentes distintos era complicadísimo.

Más allá de la anécdota, veamos porque habían tantos frentes. Tanto la izquierda como la derecha estaban divididas en pequeños grupos, cada uno convencido de ser el portador de la verdad única y de las soluciones para el país. Esta atomización era particularmente evidente en los partidos de izquierda, que participaban en todas las elecciones sin aspirar realmente a la presidencia (el candidato a presidente podía ser candidato a senador, al mismo tiempo). La derecha tenía frentes relativamente más grandes. La realidad mundial giraba en torno a la globalización y el neoliberalismo. Sin embargo, invariablemente habían 3 o 4 frentes que representaban mas o menos la misma propuesta. No concertaban nunca antes de las elecciones, pero lo hacían siempre en el Congreso Nacional, donde se elegía al Presidente en una suerte de segunda vuelta calificada.

La llegada al poder de Morales y compañía en 2005, fue un proyecto iniciado bastantes años atrás. Se hizo un trabajo de hormiga, formando cuadros, adoctrinando con mucha fuerza en el área rural, reconduciendo los liderazgos de trabajadores, mineros y campesinos, posicionando e implantando en el imaginario colectivo los conceptos y preconceptos que esta gran estrategia determinaba. Para muestra un botón: el satanizado decreto 21060, que fue un mal necesario y determinó el rescate de la república de la debacle hiperinflacionaria de los 80, está vigente y sin alteración 40 años después, pese a la “transformación” y el “proceso de cambio” que Bolivia ha vivido.

Una virtud del proyecto populista que sorprendió en 2005 fue la capacidad de aglutinar a todas y cada una de las pequeñas facciones de la izquierda nacional, que hasta el presente son parte del MAS, o fueron fagocitadas, digeridas y metabolizadas hasta su desaparición.

Mientras tanto, la llamada “derecha” sostuvo su permanencia en el poder mutando el color y la sigla cada cuatro años. Nombres más, nombres menos, los acuerdos de gobernabilidad mantuvieron, por conveniencia o por necesidad, a los mismos actores rotando en la administración estatal, el legislativo, o en sitiales de privilegio en el ejecutivo.

En 2003, la caída del gobierno de Sanchez de Lozada se llevó consigo a buena parte de este esquema político y burocrático. Tal como estaba coreografiado, Carlos Mesa y una nueva camada de actores entró en escena a ocupar los vacíos, pero no heredaron las estructuras partidarias, la base política o la trayectoria y experiencia que, en las artes políticas, son el verdadero patrimonio. La irrupción de un proyecto nuevo, fuerte y hegemónico a partir de 2006 es una consecuencia lógica.

14 años después, no se rearticularon o refundaron los instrumentos políticos (nítidamente, no se repensaron), no se materializaron proyectos ideológicamente claros, o capitalizaron políticamente las demandas diversas de la sociedad. El ambiente fue particularmente hostil. Persecución política y judicial, exilio y cárcel para los elementos más visibles, y el permanente baile al son del poder, hicieron que sea de verdad escaso el desarrollo político de alternativas.

En las últimas elecciones participaron hasta por ahí los partidos sobrevivientes, como UN y Demócratas, que no fueron trascendentes en la última legislatura (arrollados por los 2/3) y así les fue en el proceso electoral. Los demás no pueden ser considerados partidos sino solamente siglas, que no tienen estructura política, presencia nacional, y hasta resignaron por completo su base ideológica, para conseguir subsistir en base a alquilar su personalidad jurídica.

Así llegamos a Noviembre 2019. Sin fuerzas políticas mínimamente sólidas, sin ninguna articulación, sin fundamento ideológico o al menos programático. Tras la renuncia y huida del dictador nos encontramos en un vacío tan grande que es increíble ver que el imaginario colectivo cifre todas sus esperanzas y expectativas en una persona, indudablemente valiente, que probablemente tuvo la mejor intención, pero solo una persona, que no contaba con el mínimo respaldo (hoy es “valientemente” insultada).

La ilusa demanda ciudadana de unidad demostró ser inviable. Las fuerzas de oposición al MAS están dispersas, y responden exclusivamente a individuos, ni siquiera caudillos, extremadamente vulnerables a egos, limitaciones humanas, ambiciones personales, compromisos minúsculos que pesan demasiado, y el resultado es el que refleja el cómputo electoral.

El Mas es producto de varias décadas de trabajo y construcción, no solamente local, sino mundial. Es el instrumento de muchos y muy grandes intereses.

La llamada “derecha”, que es el pseudónimo elegido por el mismo MAS, son proyectitos de voto útil, de “valientes”, de campañas por twitter y en pijamas, y de caravanas “multitudinarias” que destrozan las malditas encuestas vendidas. Podían construir “unidad”, pero temo mucho que solo serían otra anécdota, talvez más vergonzosa, y que solo serviría para respirar por la herida en “unidad”.

Bolivia necesita recuperar mucho tiempo perdido. Es necesario construir verdaderos proyectos políticos, y es una labor que va mucho más allá de intereses regionales, sectoriales o de aspiraciones personales. No hay por que desechar todo. Sería un error. La renovación es imprescindible, los jóvenes aportan con modernidad y pensamiento fresco. La experiencia y sabiduría de los viejos políticos es invaluable, siempre y cuando sea constructiva.

Hubo fraude electoral? No lo sé. No importa.

 

Hector Castro G. * 24 Octubre 2020

miércoles, 21 de octubre de 2020

NO VALE LA PENA !!!

A finales de la década de los 60, un comerciante orureño de visita en Santa Cruz, en uno de sus habituales recorridos por el país vendiendo electrodomésticos, terminó de cenar y se retiraba a su hotel. Una calle cualquiera del casco viejo, a no más de dos o tres cuadras de la plaza 24 de Septiembre. En una esquina pasó cerca de dos jóvenes a quienes pidió alguna indicación por que creía haberse desorientado. Terrible error. Estos llamaron a otros y cuando se reunieron 6 o 7 decidieron propinarle una golpiza, simplemente por ser “colla”. Providencialmente se encontraba cerca de una peluquería que estaba todavía abierta, el propietario, cruceño fornido y de mediana edad, intervino y detuvo la golpiza, le ofreció refugio,  y amenazó a los agresores con dar parte a las autoridades.

El incidente simplemente quedó ahí. No era algo extraordinario. Las tensiones entre el oriente y el centralismo occidental levantaban este tipo de irracionalidades. Probablemente aún existían resabios de la dura lucha por las regalías petroleras y otras reivindicaciones cruceñas.

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces. Hoy viven más orureños en Santa Cruz que en Oruro. Aunque se mantenga y seguramente exista siempre ese particular regionalismo cruceño, a veces mal entendido y a veces mal utilizado, Bolivia ha conseguido integrarse de manera sólida y constructiva. Esto no significa que se hayan solucionado todos los temas de interés de las regiones, mencionando con especial énfasis el tema de la autonomía, que a pesar de haber sido constitucionalizado, no refleja de ninguna manera el régimen que fue pensado, propuesto, e incluso aprobado en un referéndum con todas las de la ley. Esta lucha por una reivindicación de fondo fue disuelta sistemáticamente, al extremo de constituirse en simple enunciado en el texto constitucional. No es posible pensar en autonomías frente a un régimen autocrático, caudillista, y particularmente hegemónico, que incluso desborda los marcos constitucionales sin empacho alguno.

Entre 2008 y 2009, al calor de las tensiones entre el gobierno central hipercentralista y las regiones de la denominada “media luna”, el régimen intentó posicionar en el imaginario popular el concepto de que “los cruceños son separatistas”, motivando a sus huestes a participar activamente de conatos de arremetidas contra la capital cruceña. Por intereses políticos hegemónicos, se despertaba irresponsablemente ese falso y perverso sentimiento de rivalidad oriente – occidente. El siguiente movimiento estratégico fue en verdad canallesco. El gobierno montó toda una tramoya contra la dirigencia política y cívica, e incluso contra alguna población civil cruceña, para acusarla y perseguirla por terrorismo y separatismo. No era ninguna casualidad. Santa Cruz se ha convertido en el pilar fundamental de la economía y la producción en Bolivia. Que construya el poder político que genuinamente le corresponde es una amenaza muy real para cualquier afán centralista, ni que decir del proyecto hegemónico y mesiánico que ocupaba el Palacio Quemado.

Hace poco más de un año, nació a los pies del Cristo Redentor el movimiento que en pocas semanas provocaría la improbable caída del régimen. Santa Cruz finalmente renacía políticamente y se proyectaba a lo largo y ancho del país. Probablemente los acontecimientos se precipitaron de manera tan vertiginosa e inesperada que nadie pudo reparar en que se cometía un error clásico e histórico. El movimiento cívico cruceño se hacía protagonista de la historia nacional, pero no era institucional, no era siquiera corporativo. Era, como en toda la historia del país, un caudillo que movilizaba masas, establecía estrategias, y dictaba el desarrollo de los acontecimientos.

Cuando llegó el momento de institucionalizar este movimiento y consolidar el proceso de recuperación de la democracia, se cometió el error de hacerlo sobre la base de esa voluntad caudillista. El gobierno de transición, que gozaba de legitimidad al nacer, la perdió parcialmente en sus primeros momentos de vida. El caudillo no tuvo la paciencia ni la sabiduría para distanciarse y erigir una verdadera imagen de estadista.

La Bolivia democrática siempre reconoció el valor y la valentía que Luis Fernando Camacho entregó a la nación, pero en el imaginario colectivo existen valores fuertemente implantados. Bolivia y la democracia están por encima de todo y de todos. El resto de la historia es por demás conocida, y llegamos al final de la campaña electoral 2020.

A pocas semanas de la elección, en algún fatídico momento, la estrategia de campaña de CREEMOS asumió un nuevo curso, probablemente a instancias de algún nuevo asesor, de explotar enérgicamente el sentimiento regional cruceño. La coyuntura electoral demandaba unidad y fortaleza cuantitativa para conseguir derrotar al MAS, continuando con el proceso de eliminación de ese instrumento político. La estrategia regionalista marchaba en contra ruta.

A la luz de los resultados electorales, aún provisionales, la grieta oriente-occidente se ha vuelto a abrir. Sin duda la estrategia regionalista fue una irresponsabilidad inmensa. Un error histórico demasiado costoso para Bolivia, en función de un beneficio relativo solamente para una agrupación política. Estamos en un momento particularmente delicado. A tiempo de enmendar el error, pero también con todas las posibilidades de consolidar la trágica fractura. No entro de ninguna manera a analizar si una región o la otra, una visión o la otra, tiene razón. No tiene sentido considerar afirmaciones de traición, de merecimientos y de mil estupideces que se ven en las redes sociales.

Camacho es cruceño, pero Camacho no es Santa Cruz. - Bolivia sin Santa Cruz, no es Bolivia. - Santa Cruz sin Bolivia, no es Santa Cruz.

Como boliviano debo promover el urgente e imprescindible reencuentro, por que significa la sobrevivencia del estado de derecho y de la libertad democrática del país en su conjunto.

La única forma de sanar la herida pasa por un gran desarme de ambos bandos, que es más fácil decirlo que hacerlo, pero sé que es completamente posible. Puedo afirmarlo con total convicción, por que el comerciante orureño del principio de este artículo era mi padre.  

 

Hector Castro G. * 21 Octubre 2020

lunes, 19 de octubre de 2020

MORDERSE LA COLA, CON ESTILO

Los expertos en campañas electorales tienen una premisa que parece muy simple, pero a la gran mayoría de la gente le resulta muy complicada de entender.

El voto se decide por la PERCEPCION del elector. La realidad, la verdad objetiva y material, las circunstancias, los agravantes o atenuantes, etc. no significan nada en la decisión del voto.

Desde este punto de vista, la elección se circunscribe a dos frentes, contrapuestos y muy definidos:

1.     1.  El MAS, que representa en la percepción, la estabilidad, la economía creciente y evidente en cada bolsillo, la vida sin restricciones de distancia y sin barbijo. 

2.    2.  Los frentes opositores al MAS, que representan la percepción de cuarentena, de distanciamiento social, la crisis económica a todo nivel, incluyendo el bolsillo propio, la incertidumbre, etc.

 El MAS representa esa primera imagen, que todos que no es cierta, es solo una visión sesgada de la realidad, correspondiente a una circunstancia muy particular de la historia. Esta es la percepción que queda en el imaginario de la gente.

La segunda determina que cualquiera de los frentes, mal llamados “golpistas”, asumen mancomunadamente, les guste o no, el costo político y el desgaste de la gestión gubernamental. Este costo no recae en Demócratas, la alianza Juntos o simplemente la figura de la Presidente Añez, es repartido de manera general en todos los actores y representantes de esta percepción. Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho son responsables por la crisis económica, política, social y sanitaria, ante el imaginario del votante, les guste o no. Puede parecer una dinámica injusta, pero hasta cierto punto es acertada, bajo la mirada global de la particular coyuntura que vivimos como país.

Queda demostrado que mucha gente que formó parte del ejército de “pititas”, hoy vota por el MAS. Queda claro que votan por un desencanto con el gobierno de Jeanine Añez, coincidente con el “desencanto” de campaña de Mesa o Camacho, además repetido hasta el cansancio por muchos formadores de opinión, entre ellos varios “ignorantes y canallas”. Nunca pudieron comprender que la dura crítica a Murillo o Añez, solamente sumaba a la campaña en contra.

Probablemente Mesa llegó a su techo electoral cuando,  alrededor del 25%, ego de por medio, evitó cualquier tipo de concertación o de alianza con el fin de construir unidad. Dos años de permanente campaña crea muchas oportunidades. Imponer la condición de ser el la cabeza, el principio y final de todo es, en los hechos, evitar la concertación. El voto útil de 2019 también tuvo su efecto obnubilante, y con una campaña a cargo de quien ha demostrado varias veces ser inepto en las artes del marketing electoral, el resultado es obvio.

 Camacho pretendió engatusar a toda la población boliviana, y tuvo algún éxito en el 15% del padrón. No es ningún secreto para nadie que él fue parte del ensamblado del gobierno transitorio, los primeros escándalos de corrupción vincularon nítidamente a sus ahijados, y la decisión de atacar a la Presidente sin contemplación solamente remarcaron su cobardía, desvirtuando poco a poco la imagen de valiente que tuvo en Octubre y Noviembre 2019. Tampoco se puede desconocer que su frente ha incorporado a operadores del masismo, a tránsfugas famosos, y ha hecho inconfesables acuerdos con viejos políticos que tienen intereses completamente distintos al bien común y la reconstrucción del país.

La ceguera política, o la simple tozudez ignorante se encargaron de trabajar cada día para el MAS. El tibio Mesa, que de pronto se hacía vehemente en la crítica al gobierno, y el “valiente” Camacho que todos los días hacía pomada a la “cobarde” Jeanine, eran simplemente las formas  idiosincráticas de cada uno para el mismo propósito. Morderse la cola, dispararse en el pie. Hoy les toca asumir las consecuencias.

El 26 de Enero pasado, tras el lanzamiento de la candidatura de Jeanine, tras no recibir respuesta de los otros candidatos a su convocatoria a la unidad, en un artículo escrito por Carlos Mesa criticando la “decisión equivocada” de postularse a la Presidencia, le hice un comentario que textualmente transcrito dice: “Este es el momento de ser desprendido, apoyar a la Sra. Añez no solo en su candidatura, sino en todo el proceso” “El Sr. Mesa, buena persona y ejemplar ciudadano no va a ganar la presidencia. Ya no es el beneficiario del voto útil. Bien haría en conducir el caudal votante que le queda en favor del país”.

El único comentario que recibí fue que “vivo en un universo paralelo, que respire hondo y vuelva a opinar”. 9 meses despues creo haber respirado hondo, y me ratifico al 100%

Otra sería hoy la situación si el testarudo y soberbio Carlos Mesa hubiera leído la realidad, tan simple como entender que él solo no puede constituirse en mayoría. Y si el megalómano impostor pagado de sí mismo Camacho hubiera sido leal con el país, sin buscar divisionismo regional o fortalecerse mostrando su “rudeza” atacando a Jeanine. No hubiéramos llegado a este punto, en el que los resultados electorales sirven simplemente para desnudar las mencionadas limitaciones de estos dos desagradables y limitados sujetos, pero trágicamente someten al país a destinos que la mayoría de los bolivianos no quieren.

La polarización no necesariamente es un fenómeno creado por los políticos o sus estrategas. La percepción del ciudadano usualmente se decanta en dos extremos claros, por que a la hora de decidir su voto pone en la balanza solo lo más importante, dejando de lado los detalles y temas menores. Así de simple fue, es y será. Podremos comprenderlo?

 

Hector Castro G. * 19 Octubre 2020

viernes, 16 de octubre de 2020

BOLIVIA SE RESPETA

Nunca antes escribí para hacer campaña por nadie, y no voy a hacerlo ahora. Mi blog es solamente una expresión de mi forma de pensar y de mi derecho a expresarme con libertad, que atesoro como parte de las libertades que me permite la democracia.

Estamos a pocas horas de celebrar el acto fundamental de la vocación democrática que tenemos como bolivianos. El éxito del proceso, indistintamente del resultado, será la prueba irrefutable de la realidad que vivimos, desvirtuando de una vez por todas la narrativa de golpe de estado, de régimen defacto, y el resto de imposturas que tan bien posiciona el bloque narco populista, nacional e internacional.

No comentaré nada referente a encuestas, posibilidades, votos útiles, etc. por que, aunque son temas centrales, decidí dedicar este artículo a lo que sucede en torno a este proceso electoral, que tiene muchas particularidades por los antecedentes de la anterior elección anulada, por la pandemia, pero especialmente por que está en juego bastante más que solamente la democracia en Bolivia.

El asedio internacional, desde los bastiones pro-comunistas del mundo, se hace presente en nuestro país. Comunicadores, operadores políticos, oficiales de inteligencia, y hasta la tropa de agitadores y mercenarios ambulantes están arribando a territorio nacional. Existe una sensación de exceso de apertura e inclusión democrática, aunque esto no exista, pero esto va más allá del debate interno o de la apreciación subjetiva de cualquier ciudadano. Este ejército de malinformados y malintencionados tiene un comité de recepción muy bien estructurado, financiado y coordinado. Son antipatriotas, indignos y corruptos.

El movimiento internacional es parcialmente público, por la cobertura de prensa en las terminales aéreas, pero se sabe que el tráfico migratorio desde Argentina, ilegal por supuesto, ha sido masivo y no se tiene conocimiento de las dimensiones que tiene.

De la misma manera, no es posible tener alguna idea de lo que sucede al interior de la república. Más allá de alguna información básicamente filtrada por los mismos agitadores y operadores políticos en las zonas críticas, no conocemos la dimensión de sus planes. De hecho, en agosto pasado fueron 140 o 150 puntos de bloqueo a nivel nacional, así que no se puede descartar esa base como algo ya establecido y organizado.

Bolivia se constituye en un bastión irrenunciable para los intereses castro-chavistas, no solamente por su ubicación geográficamente estratégica, sino por la inminente caída del régimen venezolano, la precariedad del kirshnerismo en Argentina, y el haber perdido ya varias naciones sudamericanas. Es un proyecto muy diverso y complejo, que abarca desde el narcotráfico, recursos naturales, usufructo de recursos estatales, y hasta la presencia de grupos fundamentalistas islámicos en este continente. Una rebelión popular, las pititas, muy valiosa pero menospreciada en su momento, no fue ni de lejos suficiente para erradicar tantos y tan grandes intereses.

Obviamente, deben existir los intereses contrapuestos. Desde la convicción democrática de los bolivianos, la espalda geopolítica que proporciona el Grupo de Lima, el relativo apoyo de los organismos internacionales, e indudablemente el gobierno norteamericano.

En la práctica, el enemigo está dentro de casa. Ya tenemos demasiada experiencia como para no tener una clarísima visión de lo que nos amenaza. Un indeseado retorno al pasado nos condena a 50 años de totalitarismo, no sin antes sufrir las consecuencias de haber cometido delitos como defender la libertad, la democracia o la nueva figura delictiva de “pitita”. Probablemente un “formador de opinión” como yo, con casi 20 lectores, tendré que afrontar lo que hice.

 En las últimas horas vimos que hay actores políticos (de varios colores) que tienen  una facilidad única para anteponer sus intereses a los de la nación, abusando de sus coyunturales prerrogativas legislativas, operando por debajo sus viejas prácticas politiqueras, sin haber siquiera llegado al momento electoral, o delinquiendo sin escrúpulos, traficando armas, municiones, explosivos, o dinero de fuentes misteriosas y destinos oscuros.

La defensa también está en casa, en un gobierno vapuleado por su propia ciudadanía desinformada y manipulada, pero que tiene la templanza y la valentía para hacer su trabajo. El tiempo dirá cuánta razón tengo, o no, al afirmar esto.   

La voluntad ciudadana, la convicción de libertad y democracia de los bolivianos está intacta, sin embargo, el proceso electoral, la pandemia y la transición han tenido su efecto en la unidad que hace la fuerza.

Ningún escenario de confrontación podrá conducirnos a un mejor país. Los resultados inevitables significan heridas en una sociedad que ya tiene muchas por curar. Por esta razón es que la salida electoral es la más adecuada, siempre y cuando se pueda consolidar una victoria democrática muy clara y contundente. Un resultado magro tendrá la terrible consecuencia de otros 5 años de ingobernabilidad y conflicto diario.

Pase lo que pase, y venga lo que venga, los bolivianos de bien, indistintamente del color de partido o de piel, tenemos la obligación de apostar por la paz, el imperio de la ley y la reconstrucción de la tan necesaria institucionalidad.

No la tenemos fácil pero nuestro destino está, como siempre, en nuestras manos.

 

Hector Castro G. * 17 Octubre 2020

jueves, 15 de octubre de 2020

IGNORANCIA O CANALLADA?

La proximidad del dia D electoral, la psicosis creada por las encuestas, muy cuestionadas, y el irresponsable mensaje de muchos formadores de opinión pública, han conseguido que el lenguaje y el tono en las redes sociales se haya convertido en una maraña de insultos, descalificaciones, acusaciones y en general, de todo el odio y frustración acumulada por la gente.

En general, creo que podríamos reducir mucho los niveles de rabia y frustración, identificando claramente a las dos actitudes que más daño nos hacen como sociedad: la IGNORANCIA y la CANALLADA.

Para constituir un gobierno, se requiere reunir algunos ingredientes imprescindibles. Se necesita legitimidad, que nace del cumplimiento de las leyes, del apoyo mayoritario de la ciudadanía, y casi siempre del mandato otorgado por  el soberano, el conjunto ciudadano.

También es imprescindible tener una base política, fundada en una fuerte bancada parlamentaria o en un importante volumen de organizaciones civiles comprometidas con el proyecto.

Muchas veces se pasa por alto, pero otro componente imprescindible es el respaldo internacional, de organismos multilaterales, acuerdos y pactos regionales, así como de países vecinos y amigos en general. Bolivia no es una isla, y vive una circunstancia particularmente trascendente.

Aunque los componentes son muchos, creo que estos tienen una importancia suprema, por que terminarán definiendo las posibilidades de supervivencia y sostenibilidad de cualquier gobierno.

En condiciones normales, la democracia tiene los mecanismos necesarios para transitar en el tiempo, garantizando todos los derechos y demandando todas las obligaciones del estado y de los ciudadanos. Estos mecanismos son lo que se denomina “institucionalidad”, que se encarga de asegurar que las leyes, las buenas costumbres, la equidad y la convivencia pacífica funcionen, más allá de quien es el gobernante y a que ideología responde. “Los gobiernos deben ser de leyes, más que de hombres”

Bolivia terminó un ciclo de casi 14 años en el que sufrió la paulatina destrucción de su institucionalidad. Se transgredió la independencia de poderes, ensamblaron todo el Poder Judicial en la línea del caudillo, acapararon el Poder Legislativo por medio de los sumisos 2/3, sometieron a la oposición política a una inclemente persecución, condicionaron seriamente la libertad de prensa y expresión, y lotearon los espacios de la administración pública. Por si fuera poco, importantes instituciones de vigilancia de los derechos civiles también fueron convertidas en reparticiones del poder central, y centralizaron el manejo de recursos y el poder de decisión política y administrativa en el palacio de gobierno. Todos los pasos que dio Bolivia en la construcción democrática desde 1982 fueron retrocedidos.

Tras la revolución de las pititas, se constituyó un gobierno transitorio, que obviamente no tuvo ninguna posibilidad de reunir lo necesario para llevar adelante una gestión al menos normal. Sin embargo, de manera increíble, el país entero esperó que el gobierno de Jeanine Añez lleve adelante una tarea imposible por definición.

Este fenómeno se mantiene muy vigente, casi un año después, básicamente por la IGNORANCIA de la mayoría, manipulada por el discurso CANALLA de los políticos, de izquierdas y derechas, de oficialismo y de oposición, de muchos comunicadores y generadores de opinión, y particularmente de quienes fueron afectados por la sola existencia de este gobierno transitorio.

Hablemos claro. L.F. Camacho fue protagonista en el establecimiento del gobierno, tuvo gran participación en el primer gabinete, y acomodó a sus allegados en diversas reparticiones estatales. Fue tan parte del gobierno que durante varios meses frecuentó el palacio de gobierno, una o dos veces por semana, de “incógnito” por las puertas de atrás.

Nunca asumió ninguna responsabilidad en las decisiones y menos, por supuesto, en varios hechos de corrupción denunciados, de los que los presuntos implicados eran sin duda parte de sus cuotas de poder (será esa la nueva forma de hacer política?).

También debe recordarse que durante el peor momento de la crisis de noviembre, tras la renuncia del chivo andino, se negoció mucho con la segunda línea del masismo, con organismos internacionales, etc. Se hicieron concesiones y acuerdos, en los que hubo mucha presión para evitar procesos y persecución legal a los funcionarios salientes. Camacho fue parte muy importante de estas negociaciones, y también se sabe de la participación de representantes de CC.

Tras el anuncio de la candidatura de Jeanine Añez, y la automática disminución en las expectativas electorales de Camacho, y porque no decirlo, también de Mesa, el ataque fue permanente e inclemente.

Mucho de todo esto es desconocido para el ciudadano común, por lo que no me equivoco al atribuir, en gran medida, a la IGNORANCIA como origen de la rabia y frustración.

Atacar sin medida, acusar sin fundamento, criticar destructivamente, y amplificar estas perversas prácticas, no es simple ignorancia. Es CANALLADA de políticos y comunicadores que hacen política.

Tirar la piedra, y esconder la mano, es CANALLA.

El masismo está en pie y muy fortalecido, lo que provoca la preocupación y enojo de la Bolivia democrática. SI, así es.

“Jeanine no hizo la tarea”, es el fácil argumento. El gobierno no tuvo nunca la base política que se esperaba sea conformada por las fuerzas democráticas. Lejos de cumplir con este deber moral y patriótico, se dedicaron a sus propias campañas, y lo que es peor, a falta de propuestas, se dedicaron solamente al torpedeo al gobierno como arma electorera, sin que les importe cuánto daño le hacían al país, todos los días. CANALLAS, una vez más.

Hoy se vive otra polarización artificial que ya está tomando dimensiones más estúpidas que lo previsible. “Santa Cruz tendrá la culpa” se escucha por un lado, “Occidente ya tuvo 200 años” se escucha por el otro. Más allá de que todos tienen argumentos, tienen visiones y percepciones válidas, pero distintas, no es nada aconsejable que esta dinámica continúe, indistintamente de donde provenga. Oriente u occidente, ignorancia o canallada, da igual. Nos daña y nos quita la fuerza de la unidad que necesitaremos más temprano que tarde.

Las probables salidas electorales no muestran ningún panorama bonito, por lo que será necesario que todos los ignorantes hagamos nuestro mejor esfuerzo para afrontar lo que viene, para protegernos, a nosotros y los nuestros, de los CANALLAS que ellos si saben lo que hacen, y lo harán mientras se lo sigamos permitiendo.

 

Hector Castro G. * 16 Octubre 2020

lunes, 12 de octubre de 2020

EVO DE NUEVO? NEVER IN THE LIFE !!!

No pretendo destacar virtudes o defectos de nadie. No tengo la menor intención de contribuir a esa corriente de psicosis que se implanta en la Bolivia democrática. Obviamente no pretendo decirle a nadie como debe ser su voto. Lo único que hago es escribir lo que pienso, como siempre.

Las encuestas, cuestionadas o no, muestran un panorama bastante borroso. No hay posibilidad de confiar ciegamente en ninguna, pero tampoco es racional descartar toda la información que nos dan.

Con un poquito de infaltable ingenuidad, debo decir que me cuesta mucho desconfiar de la Fundación Jubileo, pero al mismo tiempo me cuesta mucho entender que una encuesta como la de Pagina Siete, que seguramente necesita una inversión importante, sea publicada con una expectativa de vida de 8 horas. Desde el mediodía del pasado domingo, hasta las 20:00, en que salió la encuesta de Unitel. Alguien hace la inversión, pero no veo como encuentra el retorno de sus recursos.

Este amplio espectro de la situación electoral prevista, dice que Mesa tiene la posibilidad de ser primero o segundo, de ganar en primera o en segunda vuelta. Tendrá una bancada importante en ambas cámaras, pero no llega a constituir mayoría en ninguna.

Arce tendría solamente la posibilidad de ganar en primera vuelta, o perder la elección. Puede tener el control de la cámara baja, y seguramente se queda corto en el senado. De todas maneras, si el MAS es oposición, tendrá una situación muy cómoda para hacer lo que hacen ahora, bloquear.

Camacho no tiene posibilidad de ganar, ni en primera ni en segunda vuelta. Apunta claramente a conseguir la mayor cantidad posible de escaños, y tener la posibilidad de los “votos de oro”, probablemente requeridos muchas veces en los 5 años de legislatura. Objetivo nada despreciable.

Pese a algunos mensajes, francamente ingenuos, de algunos líderes, que exhortan a Mesa y Camacho a reunirse y dialogar, ese no es un escenario que parezca factible.

Carlos Mesa tiene, y siempre ha tenido, una actitud cerrada. No dialoga a menos que sea imprescindible y cuando las condiciones no le impongan ningún tipo de concesión. Son dos años consecutivos que está en campaña, ha tenido innumerables escenarios para construir unidad pero está claro que tiene razones para mantener una línea rígida al respecto.

Luis Fernando Camacho, por su parte, en su incipiente carrera política, se ha hecho prisionero de su imagen, lo que le deja escaso campo de acción. Ha afirmado en innúmeras ocasiones que él no dialoga con la vieja política. Paradójicamente lo ha hecho rodeado de viejos políticos. En los momentos más álgidos de la carrera electoral, cuando se abrían ventanas de oportunidad para concertar y construir, él se encargó de cerrarlas, de manera violenta y contundente. Existe también el problema de la confiabilidad. Cuando él llegó a algún acuerdo en privado, salió a la prensa con un discurso distinto y en tono de denuncia, labrando a pulso su reputación de no confiable.

A pocos días de las elecciones, muchos claman por la bajada de Camacho. Creo que no se dará. Primero, porque democráticamente tiene todo el derecho de participar. Segundo, porque tiene compromisos morales y materiales con sus candidatos y con su electorado. Y tercero, porque ninguna fuerza que aparezca sobre los 10 o 15 puntos puede considerarse “sacrificable”, y aunque el objetivo mayor es el “no retorno” del MAS, no es menos cierto que sería un sinsentido resignar la representación en favor de otra fuerza, y desconocer la voluntad de un electorado que no es imaginario, que representa una genuina demanda cruceña de protagonismo en lo nacional, que esté acorde con el peso demográfico, económico, social, etc. de Santa Cruz.

Un eventual gobierno de Carlos Mesa, particularmente en las actuales circunstancias, necesitará de apoyos de diversa índole. La percepción y susceptibilidad de que renuncie ante las presiones que sin duda sufrirá, tendrían que ser eliminadas mediante el apoyo político que puede brindarle Creemos desde la ALP. Es de esperarse que esa bancada sea consecuente con su origen y cumpla esta patriótica labor.

Carlos Mesa tiene la necesidad imperativa de conseguir un par de puntos en las horas que faltan.  Creo imprescindible que los gane a pulso y a pie.

Camacho no tiene posibilidad de ser presidente. Si mantiene su postura inmóvil y el Mas gana, será el abrupto final de un liderazgo que no tendrá un día más de popularidad o posibilidades, ni siquiera regionales. Si Mesa es presidente, la bancada de Creemos existirá mucho más en la lógica de la gobernabilidad y la negociación parlamentaria que en una estructura partidaria. Camacho es caudillo de su electorado, pero me cuesta mucho imaginar, por ejemplo, a un Erick Moron dócil y sumiso. En ambos escenarios Camacho pierde muchísimo en imagen y peso político.

La jugada inteligente y con visión es que Camacho salga a la palestra a ofrecer apoyo a Carlos Mesa, sin dejar la candidatura. No hablo del “voto cruzado”, sino de plantear una situación ambigua, que libere a una parte de sus seguidores, que sean transferidos hacia el voto útil, manteniendo una porción muy significativa de su bancada, de la representación identitaria cruceña que ha construido, sin ser tachado de traidor, y por el contrario, será el líder generoso y desprendido, que brindó el apoyo a la causa mayor, sin menoscabar su mandato regional.

El desafío es grande, pero no es nuevo. No termina el 18 de Octubre, sino que será largo y difícil. Ambos candidatos han mostrado falencias y limitaciones. Ambos tienen la obligación de cumplir con el país. Cualquier responsabilidad será exigida por la realidad, más temprano que tarde.

Los bolivianos tenemos la obligación ineludible de votar, luego mantenernos ocupados y vigilantes. El periodo de transición nos ha mostrado con total claridad que sin el apoyo ciudadano ningún gobierno tiene la fortaleza de resistir el asedio populista.

 

Hector Castro G. * 13 Octubre 2020

sábado, 10 de octubre de 2020

AL BORDE DEL ABISMO 2.0

A pesar de ser un panorama complicado, el escenario de ingobernabilidad previsto en la composición de la Asamblea Legislativa de acuerdo a las proyecciones electorales, es uno de los mejores que pueden vislumbrarse. Las posibilidades de conflicto y de una seria crisis política y social están a la vuelta de la esquina.

Qué ocurre si el MAS no acepta una derrota? Existen denuncias de que ya se habla en reuniones de movilizar a su gente en caso de no ganar las elecciones. La cantidad de compromisos que tienen con la delincuencia internacional, la presión para retornar al poder de los gobiernos populistas del Alba, además de los innumerables procesos legales a los que tendrán que hacer frente, no dejan ninguna posibilidad de actuar democráticamente y asumir una derrota. No escatimarán esfuerzos para retornar al poder.

Este partido, acusado de fraude, ha encontrado las artimañas legales para evitar que el proceso en su contra sea activado a tiempo. Con la complicidad de autoridades del Poder Judicial y Ministerio Público, y la pasividad, también cómplice, del Poder Electoral, llega a participar de las elecciones al amparo de la más absoluta impunidad y en injusta igualdad de condiciones.

En un escenario distinto, ante un eventual triunfo del MAS, ¿estará la ciudadanía democrática dispuesta a aceptarlo? Los bolivianos que sintieron como propia la lucha de los 21 días no están dispuestos a perder nuevamente el estado de derecho, peor si se trata de un escenario de impunidad pura y simple. No podrá aceptar como bien hecho un proceso en el que hay serias dudas de la solidez del padrón electoral,  los funcionarios que administraron las elecciones fraudulentas de 2019 se mantienen en funciones, y el partido que debería estar proscrito conserva un status pleno, en total impunidad y sin resarcir los daños ocasionados.

Los actores principales de la escena política están actuando de manera irresponsable en extremo. El MAS, obviamente busca llegar a las elecciones cuanto antes, para legitimar su existencia como instrumento político y “arreglar” sus problemas con la justicia.

Comunidad Ciudadana y Creemos, anteponen sus propios proyectos personales o de grupo, a los intereses del conjunto de los bolivianos. Tienen prisa por sacar al actual gobierno, que es débil e incompetente en muchos ámbitos, en gran parte por el permanente ataque de ellos mismos. Entre discursos cobardes y demagógicos, además de una falta total de responsabilidad y decencia con el país, tenemos una situación inestable en extremo. No tienen ninguna consideración en echar todo el lodo a la Presidente Añez, que ha demostrado muchísimas debilidades y limitaciones, pero también ha sabido mantener con valentía (que ninguno de los dos candidatos tiene ni por asomo) el estado de derecho y una tranquilidad relativa, pese a la peor crisis de salud de la historia, una crisis económica heredada muy complicada de administrar, y el masismo saboteando por todos los flancos.

Tengo la impresión de que el gobierno de la Sra. Añez está muy consciente de lo que viene, y pese al altísimo pero intrascendente nivel de críticas toma medidas poco públicas pero adecuadas. Ha reacomodado sus fichas y no parece que la casualidad o el humor del momento sean los responsables. No consiguieron sostener la candidatura, como era previsible, peor con la pandemia y el importante desgaste de la gestión. Aparentemente las prioridades son otras. Su responsabilidad con el país es de dimensiones existenciales en muchos sentidos. La amenaza populista totalitaria no es un tema que pueda pasarse por alto, por lo que se requiere tener la templanza y la inteligencia que pueda administrar el conflicto adecuadamente.

Es imperativo que los bolivianos podamos leer la realidad más allá de preconceptos y  conservar la objetividad, descartando la estridencia de los discursos de campaña, indistintamente de su origen. En varios de los posibles escenarios, tendremos la necesidad de elegir de qué lado estar. Sería absurdamente suicida que la ciudadanía democrática siga dividida y debilitada  después de las elecciones.

Bolivia necesita completar el proceso electoral en pleno derecho y con la tranquilidad que la democracia debe garantizar. Es necesario que todos los actores den la talla. Están en la implacable mira de la ciudadanía y, sin duda, el primer resultado de las elecciones será revelar el verdadero rostro de cada uno.

 

Hector Castro G. * 10 Octubre 2020

domingo, 4 de octubre de 2020

AL BORDE DEL ABISMO

El debate  cotidiano del ciudadano de a pie está centrado en el riesgo de que el MAS retorne al poder en las elecciones del próximo 18 de Octubre. Las preferencias electorales determinan visiones distintas, pero el tema de preocupación común es el retorno de los azules. En un lejano segundo lugar se discute la dificultad que tendrá el próximo gobierno que eventualmente llegue a triunfar sobre el MAS. La composición de la Asamblea Legislativa se define en la primera vuelta, y la elección de Presidente parece estar destinada a una segunda vuelta. Este es realmente el tema central.

Asumiendo la validez y confiabilidad de la última encuesta conocida, la cámara alta tendría 16 senadores del MAS, 15 de CC y 5 de Creemos.

Por el sistema de asignación D´Hondt, que es el método oficial de acuerdo al ordenamiento jurídico, los diputados plurinominales, que suman 60, estarían distribuidos así: MAS 28, CC 23, CREEMOS 9. 

Es imposible prever la cantidad de uninominales (63) por que las encuestas no se basan geográficamente en circunscripciones, pero es razonable pensar en una distribución parecida, con mayor presencia del MAS, pues este es el escenario en el que la dispersión del voto democrático va a favorecer al MAS, y nada tiene que ver con la ley 421.

Por otra parte, existen 7 circunscripciones indígenas que tienen un régimen especial. Es muy probable que los 7 escaños sean también para el MAS.

Aparentemente, no es previsible un triunfo electoral del MAS en primera vuelta, y en la eventualidad de la segunda vuelta sus posibilidades de victoria son aun menores. Sin embargo, es razonable estimar que su bancada de diputados estará muy cerca o por encima del 50 %, pero lejos de los funestos 2/3 actuales.

La bancada de CC, no alcanza a ser mayoría en ninguna de las cámaras, por lo que tendrá la necesidad de hacer acuerdos con la bancada de Creemos para lograr aprobar cualquier tema, desde la elección de directivas y por supuesto cualquier actividad o iniciativa legislativa o de fiscalización.

Los asambleístas de Creemos serán quienes tendrán el poder de definir muchas situaciones (por si alguien cree todavía en la posibilidad de que renuncien a la candidatura). Sin tener el peso parlamentario para dictar línea alguna, serán imprescindibles para la gobernabilidad, y para vencer de alguna manera el poder de veto que tendrá el MAS.

Se debe tener presente que para fines de análisis asumo que las bancadas tendrán posiciones militantes y consecuentes, pero existe una real posibilidad de que algunos asambleístas, a título personal, se desmarquen en determinada coyuntura y lleguen a acuerdos con el MAS. El expulsado del MNR Morón, ahora candidato de Creemos, seguramente será electo y tiene antecedentes de haber pactado sus intereses personales con el ex partido de gobierno, por mencionar un ejemplo muy real y objetivo. Será  importante tener en cuenta también que el abogado Jerjes Justiniano, ex Ministro de la presidencia del gobierno transitorio, cuota de Camacho, fue el patrocinador del narco Sejas Rosales, quien era increíblemente contratado por YPFB, quien traficaba cocaína con destino a la Argentina en su enorme flota de cisternas. Era socio del ex Ministro de gobierno masista Jorge Perez en su estudio de abogados y se rumorea que operaba para el ex Ministro Romero en el Tribunal de Justicia de Santa Cruz. Luis Fernando Camacho proyecta una imagen de decencia y pulcritud, pero su entorno está definitivamente vinculado al narcotráfico y al masismo de la peor calaña.

En conclusión, la situación de equilibrio, de pesos y contrapesos en el sistema político será terriblemente enclenque, extremadamente frágil, y muy susceptible a cualquier imprevisto. No es posible pensar en un gobierno que lleve adelante ninguna política que reforme las atrocidades del masismo.

Es muy fácil explicar las razones de esta precariedad. El candidato Mesa, estancado en las encuestas, solamente muestra un incremento ante la renuncia de Juntos. Aparentemente su oferta electoral no consigue conquistar, o los negativos de su perfil pesan mucho. Probablemente el voto útil volverá a ser su “fortaleza”, lo que solamente será evidente en el resultado de la elección y no antes. Seguramente recibirá votos del segmento de indecisos, del propio Creemos, y hasta de algunos electores del MAS. Es evidente que la estrategia de campaña que tenía el frente Juntos para la recta final será efectiva contra el cajero del despilfarro. No es casual el destape de delitos y escándalos. El desempeño en los debates deberá mostrar solidez en su propuesta, lo que tendrá los efectos esperados en su votación.    

El candidato Camacho, único representante de la cruceñidad, no consigue reunir más que 35% en Santa Cruz pese a la inexistencia de competidores en su mercado electoral natural. La crisis terminal de Demócratas, el retiro virtual de Rubén Costas, la inexistencia de un sucesor de Percy Fernandez, y en general no encontrar otros liderazgos emergentes, hace de Luifer el único en esa particular carrera. Santa Cruz y sus élites no han logrado asumir su nuevo rol en la realidad nacional, su aporte debería ser más sustancioso. Aparentemente la oferta electoral de Creemos también llegó a su techo. Los debates electorales podrían ser fatales si no logran mejorar sustancialmente el desempeño discursivo de su candidato. Está claro que no es un personaje preparado, ni tiene una propuesta seria y adecuada a la realidad nacional. Es lamentable que la única propuesta de Santa Cruz se muestre tan pobre.

Los demás frentes son absolutamente marginales en las encuestas, y seguramente terminarán el proceso sin un solo escaño, salvo errores que será más determinantes para las encuestadoras que para los partidos. Por regulación transitoria, no perderán la personería jurídica si no alcanzan el 3% en esta elección.

La disyuntiva planteada es patética. Debemos elegir entre el “cobarde” y el “valiente”, solamente para evitar el retorno del “ignorante”. La capacidad, el programa, la visión de país, el programa de gobierno, y todo lo que debería ser trascendente dejó de tener importancia, pero esta es la realidad y no podemos evitarla. Sería muy interesante que la ciudadanía deje de lado el prejuicio y el preconcepto, implantado principalmente por el masismo, y tome la decisión del voto con la valentía y libertad que merece. El regionalismo, el mito del neoliberalismo, y la mentira de la autonomía, son demasiado impertinentes.

 Está claro que necesitamos avanzar como país a una gran reforma constitucional que nos permita salir del esquema del socialismo del siglo XXI, diseñado por los consultores podemistas españoles. El camino a esta liberación pasa por una iniciativa muy importante de inclusión, y especialmente de información y educación, que nos evite el serio error cometido con el gobierno de transición, al que atacamos sin piedad, disparándonos en el pie, debilitando de manera trágica la única posibilidad de cortar la arremetida del masismo que simplemente es la punta de lanza de un proyecto global de narco terrorismo y hegemonía. Jeanine Añez es excepcionalmente valerosa. La estrategia subversiva aprovecha la desinformación y la ignorancia de la gente para ensamblar un ataque terriblemente efectivo pero muy injusto con el gobierno que nos mantiene libres de la perversa opresión populista y autoritaria. El proceso de reconstrucción del país es largo, y comienza por un buen periodo constitucional de cinco años, para ensamblar las condiciones políticas, demográficas y hasta étnicas para iniciar un trabajo constituyente que resulte legítimo, adecuado, natural y pertinente con la Bolivia del siglo 21.

Las campañas electorales son profundamente inmorales en términos del interés nacional, y no hay forma de justificarlas sin acudir a la misma desinformación e ignorancia, pero está naturalizado. La demagogia y la mentira descarada son lamentablemente recursos válidos. Lo afirmo con franqueza, y estoy dispuesto a demostrar lo que afirmo. Si hay algún candidato dispuesto a debatir este tema, tendré mucho gusto en hacerlo, desde mi lugar como ciudadano.  No me permito escribir si no estoy en condiciones de probar absolutamente todo lo que afirmo. El gobierno que resulte elegido el 18 de Octubre tendrá que ser el de la verdadera transición a la democracia y al futuro sostenible. No hay margen para minar su viabilidad. Si volvemos a cometer el mismo error estaremos allanando el camino del desastre. Los intereses personales y de grupo deberán mantenerse al margen, pues el interés nacional es prioritario.

Cualquier oferta electoral que implique alguna reforma constitucional necesita ser honesta, y partir por la premisa de encontrar un escenario favorable. El momento actual es particularmente delicado. Muchos votaremos apretando la nariz, por que la prioridad está lejos de una visión más amplia de país. Simplemente se circunscribe a salir del escenario del totalitarismo, para poder pensar en la reconstrucción del país. Hablar de federalismo o cualquier iniciativa que tenga que reformar la Constitución es simple demagogia o profunda ignorancia, lo que de ninguna manera descarto, a la luz del mensaje al que acuden algunos candidatos.

Así de complicado es el panorama. Si el conjunto de la ciudadanía democrática no toma conciencia de la realidad será muy difícil liberarnos como país de la política narcosocialista autoritaria. No hay forma de desconocer el valor del liderazgo que expulsó a la dictadura, pero se debe hacer simplemente lo que se debe hacer.  De todas maneras, creo que este es uno de los mejores escenarios previstos. Me referiré a algunos otros en la próxima entrega.

 

Hector Castro G. * 02 Octubre 2020