El debate cotidiano del ciudadano de a pie está centrado en el riesgo de que el MAS retorne al poder en las elecciones del próximo 18 de Octubre. Las preferencias electorales determinan visiones distintas, pero el tema de preocupación común es el retorno de los azules. En un lejano segundo lugar se discute la dificultad que tendrá el próximo gobierno que eventualmente llegue a triunfar sobre el MAS. La composición de la Asamblea Legislativa se define en la primera vuelta, y la elección de Presidente parece estar destinada a una segunda vuelta. Este es realmente el tema central.
Asumiendo la validez y confiabilidad de la última encuesta
conocida, la cámara alta tendría 16 senadores del MAS, 15 de CC y 5 de Creemos.
Por el sistema de asignación D´Hondt, que es el método oficial
de acuerdo al ordenamiento jurídico, los diputados plurinominales, que suman 60,
estarían distribuidos así: MAS 28, CC 23, CREEMOS 9.
Es imposible prever la cantidad de uninominales (63) por que
las encuestas no se basan geográficamente en circunscripciones, pero es
razonable pensar en una distribución parecida, con mayor presencia del MAS,
pues este es el escenario en el que la dispersión del voto democrático va a
favorecer al MAS, y nada tiene que ver con la ley 421.
Por otra parte, existen 7 circunscripciones indígenas que
tienen un régimen especial. Es muy probable que los 7 escaños sean también para
el MAS.
Aparentemente, no es previsible un triunfo electoral del MAS
en primera vuelta, y en la eventualidad de la segunda vuelta sus posibilidades
de victoria son aun menores. Sin embargo, es razonable estimar que su bancada
de diputados estará muy cerca o por encima del 50 %, pero lejos de los funestos
2/3 actuales.
La bancada de CC, no alcanza a ser mayoría en ninguna de las
cámaras, por lo que tendrá la necesidad de hacer acuerdos con la bancada de
Creemos para lograr aprobar cualquier tema, desde la elección de directivas y
por supuesto cualquier actividad o iniciativa legislativa o de fiscalización.
Los asambleístas de Creemos serán quienes tendrán el poder de
definir muchas situaciones (por si alguien cree todavía en la posibilidad de
que renuncien a la candidatura). Sin tener el peso parlamentario para dictar línea
alguna, serán imprescindibles para la gobernabilidad, y para vencer de alguna
manera el poder de veto que tendrá el MAS.
Se debe tener presente que para fines de análisis asumo que
las bancadas tendrán posiciones militantes y consecuentes, pero existe una real
posibilidad de que algunos asambleístas, a título personal, se desmarquen en
determinada coyuntura y lleguen a acuerdos con el MAS. El expulsado del MNR
Morón, ahora candidato de Creemos, seguramente será electo y tiene antecedentes
de haber pactado sus intereses personales con el ex partido de gobierno, por
mencionar un ejemplo muy real y objetivo. Será importante tener en cuenta también que el abogado
Jerjes Justiniano, ex Ministro de la presidencia del gobierno transitorio,
cuota de Camacho, fue el patrocinador del narco Sejas Rosales, quien era increíblemente
contratado por YPFB, quien traficaba cocaína con destino a la Argentina en su
enorme flota de cisternas. Era socio del ex Ministro de gobierno masista Jorge
Perez en su estudio de abogados y se rumorea que operaba para el ex Ministro Romero
en el Tribunal de Justicia de Santa Cruz. Luis Fernando Camacho proyecta una imagen
de decencia y pulcritud, pero su entorno está definitivamente vinculado al narcotráfico
y al masismo de la peor calaña.
En conclusión, la situación de equilibrio, de pesos y
contrapesos en el sistema político será terriblemente enclenque, extremadamente
frágil, y muy susceptible a cualquier imprevisto. No es posible pensar en un
gobierno que lleve adelante ninguna política que reforme las atrocidades del
masismo.
Es muy fácil explicar las razones de esta precariedad. El
candidato Mesa, estancado en las encuestas, solamente muestra un incremento
ante la renuncia de Juntos. Aparentemente su oferta electoral no consigue
conquistar, o los negativos de su perfil pesan mucho. Probablemente el voto
útil volverá a ser su “fortaleza”, lo que solamente será evidente en el
resultado de la elección y no antes. Seguramente recibirá votos del segmento de
indecisos, del propio Creemos, y hasta de algunos electores del MAS. Es
evidente que la estrategia de campaña que tenía el frente Juntos para la recta
final será efectiva contra el cajero del despilfarro. No es casual el destape
de delitos y escándalos. El desempeño en los debates deberá mostrar solidez en
su propuesta, lo que tendrá los efectos esperados en su votación.
El candidato Camacho, único representante de la cruceñidad, no
consigue reunir más que 35% en Santa Cruz pese a la inexistencia de
competidores en su mercado electoral natural. La crisis terminal de Demócratas,
el retiro virtual de Rubén Costas, la inexistencia de un sucesor de Percy Fernandez,
y en general no encontrar otros liderazgos emergentes, hace de Luifer el único
en esa particular carrera. Santa Cruz y sus élites no han logrado asumir su
nuevo rol en la realidad nacional, su aporte debería ser más sustancioso. Aparentemente
la oferta electoral de Creemos también llegó a su techo. Los debates electorales
podrían ser fatales si no logran mejorar sustancialmente el desempeño
discursivo de su candidato. Está claro que no es un personaje preparado, ni
tiene una propuesta seria y adecuada a la realidad nacional. Es lamentable que
la única propuesta de Santa Cruz se muestre tan pobre.
Los demás frentes son absolutamente marginales en las
encuestas, y seguramente terminarán el proceso sin un solo escaño, salvo
errores que será más determinantes para las encuestadoras que para los
partidos. Por regulación transitoria, no perderán la personería jurídica si no
alcanzan el 3% en esta elección.
La disyuntiva planteada es patética. Debemos elegir entre el
“cobarde” y el “valiente”, solamente para evitar el retorno del “ignorante”. La
capacidad, el programa, la visión de país, el programa de gobierno, y todo lo
que debería ser trascendente dejó de tener importancia, pero esta es la
realidad y no podemos evitarla. Sería muy interesante que la ciudadanía deje de
lado el prejuicio y el preconcepto, implantado principalmente por el masismo, y
tome la decisión del voto con la valentía y libertad que merece. El
regionalismo, el mito del neoliberalismo, y la mentira de la autonomía, son demasiado
impertinentes.
Está claro que
necesitamos avanzar como país a una gran reforma constitucional que nos permita
salir del esquema del socialismo del siglo XXI, diseñado por los consultores
podemistas españoles. El camino a esta liberación pasa por una iniciativa muy
importante de inclusión, y especialmente de información y educación, que nos
evite el serio error cometido con el gobierno de transición, al que atacamos
sin piedad, disparándonos en el pie, debilitando de manera trágica la única
posibilidad de cortar la arremetida del masismo que simplemente es la punta de
lanza de un proyecto global de narco terrorismo y hegemonía. Jeanine Añez es
excepcionalmente valerosa. La estrategia subversiva aprovecha la desinformación
y la ignorancia de la gente para ensamblar un ataque terriblemente efectivo
pero muy injusto con el gobierno que nos mantiene libres de la perversa
opresión populista y autoritaria. El proceso de reconstrucción del país es
largo, y comienza por un buen periodo constitucional de cinco años, para
ensamblar las condiciones políticas, demográficas y hasta étnicas para iniciar
un trabajo constituyente que resulte legítimo, adecuado, natural y pertinente
con la Bolivia del siglo 21.
Las campañas electorales son profundamente inmorales en
términos del interés nacional, y no hay forma de justificarlas sin acudir a la
misma desinformación e ignorancia, pero está naturalizado. La demagogia y la
mentira descarada son lamentablemente recursos válidos. Lo afirmo con
franqueza, y estoy dispuesto a demostrar lo que afirmo. Si hay algún candidato
dispuesto a debatir este tema, tendré mucho gusto en hacerlo, desde mi lugar
como ciudadano. No me permito escribir
si no estoy en condiciones de probar absolutamente todo lo que afirmo. El
gobierno que resulte elegido el 18 de Octubre tendrá que ser el de la verdadera
transición a la democracia y al futuro sostenible. No hay margen para minar su
viabilidad. Si volvemos a cometer el mismo error estaremos allanando el camino
del desastre. Los intereses personales y de grupo deberán mantenerse al margen,
pues el interés nacional es prioritario.
Cualquier oferta electoral que implique alguna reforma
constitucional necesita ser honesta, y partir por la premisa de encontrar un
escenario favorable. El momento actual es particularmente delicado. Muchos
votaremos apretando la nariz, por que la prioridad está lejos de una visión más
amplia de país. Simplemente se circunscribe a salir del escenario del totalitarismo,
para poder pensar en la reconstrucción del país. Hablar de federalismo o
cualquier iniciativa que tenga que reformar la Constitución es simple demagogia
o profunda ignorancia, lo que de ninguna manera descarto, a la luz del mensaje al
que acuden algunos candidatos.
Así de complicado es el panorama. Si el conjunto de la
ciudadanía democrática no toma conciencia de la realidad será muy difícil liberarnos
como país de la política narcosocialista autoritaria. No hay forma de
desconocer el valor del liderazgo que expulsó a la dictadura, pero se debe
hacer simplemente lo que se debe hacer. De todas maneras, creo que este es uno de los
mejores escenarios previstos. Me referiré a algunos otros en la próxima
entrega.
Hector Castro G. * 02 Octubre 2020
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