lunes, 19 de octubre de 2020

MORDERSE LA COLA, CON ESTILO

Los expertos en campañas electorales tienen una premisa que parece muy simple, pero a la gran mayoría de la gente le resulta muy complicada de entender.

El voto se decide por la PERCEPCION del elector. La realidad, la verdad objetiva y material, las circunstancias, los agravantes o atenuantes, etc. no significan nada en la decisión del voto.

Desde este punto de vista, la elección se circunscribe a dos frentes, contrapuestos y muy definidos:

1.     1.  El MAS, que representa en la percepción, la estabilidad, la economía creciente y evidente en cada bolsillo, la vida sin restricciones de distancia y sin barbijo. 

2.    2.  Los frentes opositores al MAS, que representan la percepción de cuarentena, de distanciamiento social, la crisis económica a todo nivel, incluyendo el bolsillo propio, la incertidumbre, etc.

 El MAS representa esa primera imagen, que todos que no es cierta, es solo una visión sesgada de la realidad, correspondiente a una circunstancia muy particular de la historia. Esta es la percepción que queda en el imaginario de la gente.

La segunda determina que cualquiera de los frentes, mal llamados “golpistas”, asumen mancomunadamente, les guste o no, el costo político y el desgaste de la gestión gubernamental. Este costo no recae en Demócratas, la alianza Juntos o simplemente la figura de la Presidente Añez, es repartido de manera general en todos los actores y representantes de esta percepción. Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho son responsables por la crisis económica, política, social y sanitaria, ante el imaginario del votante, les guste o no. Puede parecer una dinámica injusta, pero hasta cierto punto es acertada, bajo la mirada global de la particular coyuntura que vivimos como país.

Queda demostrado que mucha gente que formó parte del ejército de “pititas”, hoy vota por el MAS. Queda claro que votan por un desencanto con el gobierno de Jeanine Añez, coincidente con el “desencanto” de campaña de Mesa o Camacho, además repetido hasta el cansancio por muchos formadores de opinión, entre ellos varios “ignorantes y canallas”. Nunca pudieron comprender que la dura crítica a Murillo o Añez, solamente sumaba a la campaña en contra.

Probablemente Mesa llegó a su techo electoral cuando,  alrededor del 25%, ego de por medio, evitó cualquier tipo de concertación o de alianza con el fin de construir unidad. Dos años de permanente campaña crea muchas oportunidades. Imponer la condición de ser el la cabeza, el principio y final de todo es, en los hechos, evitar la concertación. El voto útil de 2019 también tuvo su efecto obnubilante, y con una campaña a cargo de quien ha demostrado varias veces ser inepto en las artes del marketing electoral, el resultado es obvio.

 Camacho pretendió engatusar a toda la población boliviana, y tuvo algún éxito en el 15% del padrón. No es ningún secreto para nadie que él fue parte del ensamblado del gobierno transitorio, los primeros escándalos de corrupción vincularon nítidamente a sus ahijados, y la decisión de atacar a la Presidente sin contemplación solamente remarcaron su cobardía, desvirtuando poco a poco la imagen de valiente que tuvo en Octubre y Noviembre 2019. Tampoco se puede desconocer que su frente ha incorporado a operadores del masismo, a tránsfugas famosos, y ha hecho inconfesables acuerdos con viejos políticos que tienen intereses completamente distintos al bien común y la reconstrucción del país.

La ceguera política, o la simple tozudez ignorante se encargaron de trabajar cada día para el MAS. El tibio Mesa, que de pronto se hacía vehemente en la crítica al gobierno, y el “valiente” Camacho que todos los días hacía pomada a la “cobarde” Jeanine, eran simplemente las formas  idiosincráticas de cada uno para el mismo propósito. Morderse la cola, dispararse en el pie. Hoy les toca asumir las consecuencias.

El 26 de Enero pasado, tras el lanzamiento de la candidatura de Jeanine, tras no recibir respuesta de los otros candidatos a su convocatoria a la unidad, en un artículo escrito por Carlos Mesa criticando la “decisión equivocada” de postularse a la Presidencia, le hice un comentario que textualmente transcrito dice: “Este es el momento de ser desprendido, apoyar a la Sra. Añez no solo en su candidatura, sino en todo el proceso” “El Sr. Mesa, buena persona y ejemplar ciudadano no va a ganar la presidencia. Ya no es el beneficiario del voto útil. Bien haría en conducir el caudal votante que le queda en favor del país”.

El único comentario que recibí fue que “vivo en un universo paralelo, que respire hondo y vuelva a opinar”. 9 meses despues creo haber respirado hondo, y me ratifico al 100%

Otra sería hoy la situación si el testarudo y soberbio Carlos Mesa hubiera leído la realidad, tan simple como entender que él solo no puede constituirse en mayoría. Y si el megalómano impostor pagado de sí mismo Camacho hubiera sido leal con el país, sin buscar divisionismo regional o fortalecerse mostrando su “rudeza” atacando a Jeanine. No hubiéramos llegado a este punto, en el que los resultados electorales sirven simplemente para desnudar las mencionadas limitaciones de estos dos desagradables y limitados sujetos, pero trágicamente someten al país a destinos que la mayoría de los bolivianos no quieren.

La polarización no necesariamente es un fenómeno creado por los políticos o sus estrategas. La percepción del ciudadano usualmente se decanta en dos extremos claros, por que a la hora de decidir su voto pone en la balanza solo lo más importante, dejando de lado los detalles y temas menores. Así de simple fue, es y será. Podremos comprenderlo?

 

Hector Castro G. * 19 Octubre 2020

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