miércoles, 18 de septiembre de 2019

DECLARATORIA DE DESASTRE

A continuación apunto algunas razones por las que presumo hay tanta resistencia a promulgar el decreto supremo que declare Desastre Natural por los incendios en la Chiquitania.

La presencia internacional, solicitada por el Gobierno boliviano, podría poner en evidencia lo siguiente:

     Todas las actividades del gobierno enfocadas en la campaña electoral

Existen muchísimas fábricas de cocaína en toda la región. No hay forma de evitar que sean accidentalmente encontradas.
    
    La mina (de uranio?) cerca a Piso Firme, es  "secreta" (es propiedad de George Soros?) Se construye carretera asfaltada sin otra razón ni destino.
   
   La inmensa cantidad de colonizadores, mal llamados interculturales, que responden a razones socio-políticas y electorales.
   
   La ubicación de ciudadanos de occidente en la Chiquitania, en zonas que no tienen  vocación agrícola sino forestal.
   
    La concesión de tierras en zonas agrícolas o pecuarias a ciudadanos (no comunidades, como indica la ley) conectados con el poder, que buscan lucrar sembrando coca donde  sea posible, alquilando a empresarios, menonitas, etc. y finalmente buscando el valor de reventa.

El uso discrecional de toda la ayuda humanitaria del interior y del exterior. No siempre llega al destinatario final, y muchas veces es usada como campaña electoral.
  
     El enorme negocio del tráfico de tierras, que se da en todo el país, pero tuvo crecimiento  exponencial en las tierras bajas del oriente.
    
    El nuevo órden y cadena de mando al que se someten los altos mandos de las fuerzas  armadas.
   
     El uso discrecional y trato inhumano de los efectivos de las fuerzas armadas en ejercicio del servicio militar.

En fin, esta es solamente una especulación de mi parte. Será usted, estimado lector, quién juzgue cuanto me aproximo a la realidad, y como se justifica esta negativa rotunda a acudir al concurso internacional en un desastre que tiene consecuencias para toda la humanidad.


Hector Castro G.  *  18 Sep 2019

jueves, 12 de septiembre de 2019

VICEPRESIDENCIA, LA QUINTA RUEDA

El propósito de esta columna es de ilustrar a las generaciones más jóvenes, que solo conocen por referencias, frecuentemente tendenciosas, lo que sucedía en nuestro país antes de este periodo oscuro, que tiene la habilidad de crear una realidad virtual, denostando permanentemente a cualquier personaje o coyuntura del pasado.

La anterior Constitución, la de 2004, ni siquiera menciona las atribuciones específicas  del Vicepresidente de la Nación, más allá de la presidencia nata del Congreso Nacional, remplazar al Presidente en caso de ausencia temporal, y su participación en el concejo de ministros, sobreentendida como una especie de enlace y coordinación entre los poderes ejecutivo y legislativo, para mejor desempeño administrativo del gobierno de la nación.

Es muy frecuente escuchar, al calor de la campaña electoral, que Carlos Mesa fue parte del gobierno de Sánchez de Lozada y por tanto, corresponsable, mancomunado y solidario, de todas las acciones de dicho gobierno. Sin embargo, nunca ocurrió que el vicepresidente tenga una función trascendente, atribuciones administrativas, y menos ejecutivas o poder de decisión  en el ámbito del Poder Ejecutivo.

No fue una característica circunscrita a Carlos Mesa, sino que cada vicepresidente que ejerció durante el periodo democrático iniciado en 1982, tuvo que limitar sus actividades a este rol, y ninguno mostró mayores aspiraciones.

Si hubo alguna gestión destacada en este ámbito, fue correspondiente a la personalidad y particularidades de cada vicepresidente:

Víctor Hugo Cárdenas destacó por su aporte a la construcción de la democracia, impulsando la creación del Tribunal Constitucional, la Defensoría del pueblo, el Consejo de la judicatura,  la incorporación de la población indígena en las reformas constitucionales, etc.

Jorge Tuto Quiroga, lejos, muy lejos de participar de un gobierno de facto, como falsamente se relata, llevó adelante gestiones importantísimas en pos de la reducción de la deuda externa del país, por medio de iniciativas multilaterales, la iglesia católica, etc. También fue un personaje importante en la política de reducción de cocales en la zona ilegal del trópico de Cochabamba, compensando con 2,500 dólares por cada cato reducido, y apoyando la reconversión con programas de asistencia técnica, apertura de mercados, construcción de infraestructura, etc.

 Los excelentísimos señores Presidentes de la República, mantenían una imagen y una presencia que no dejaba lugar al segundo mandatario. Entre la capacidad política, la preparación, y el ego de estos personajes, era impensable que el Vice tenga la autoridad y el poder que conocemos actualmente.

Una gestión trascendente e históricamente destacada fue la de Víctor Paz Estenssoro, la del 21060, la de la famosa relocalización. Pocos recuerdan, y muchos no saben quién fue el Vicepresidente.

Ya quisiera Carlos Mesa haber tenido el poder de llevar adelante el 10 por ciento de lo que hoy le atribuyen sus detractores, del oficialismo y de oposición.

Como información complementaria, fueron vicepresidentes en este periodo democrático, además de los citados arriba, Jaime Paz Zamora, Julio Garret Ayllón, y Luis Ossio Sanjinés.


Hector Castro G.  *  12 Sep 2019