Los seres humanos somos cuerpo, mente y espíritu. Tres planos. Cada uno ocupado en circunstancias distintas, con diferentes limitaciones, y sometidos a distintas interpretaciones.
La realidad
es única e inexorable. El momento es esclavo de las circunstancias. Sin
embargo, cada plano vive cada circunstancia de la manera que quiere.
Ahora hablo
de mí. Escribo porque vivo esta realidad. Soy único, y cada uno de mis tres
planos experimenta realidades, deseos, sueños, ilusiones, y cualquier cosa que
pueda encontrar algún espacio donde ser, donde vivir, donde recordar, donde
sentir, y seguramente provocaran sensaciones y sentimientos, talvez frustradamente
tristes, talvez perversamente llenos de envidia, y probablemente enojados y
hasta furiosos de impotencia.
Al mismo
tiempo, paradójicamente, mi espíritu baila de alegría por la fecha especial,
por sentir que mis compañeros de infancia son, en realidad, hermanos de la
vida.
Mi cuerpo
está aquí, lejos de la reunión. Mi mente se nutre de imágenes publicadas, de sensaciones
que quisieron ser compartidas, hace clicks y “me gusta” con inusitada firmeza,
como si fuera un parámetro que el sistema considere. Mi espíritu, el mayor de
los tres planos, el mejorcito y más valioso, está allá. Está viviendo y
sintiendo profundamente esa conjunción de riqueza humana, esa aglomeración del
verdadero tesoro de esta tierra. Esa única reunión de joyitas, de invaluables
personalidades, de personas que fueron tan determinantes en mi vida y que son,
entre todas las otras, el resultado de algo tan noble, valioso y genuino como
la formación y el sello del Colegio Alemán.
Mi amada y
valorada Promoso 84, tanto como todos y cada uno de quienes tuvimos el
privilegio de ser parte de la experiencia del Deutsche Schule, de sus valores, de la disciplina, del increíble legado
de Herr Muller, Herr Klaus, Frau Sivila, Frau Kellert, Herr Molina, el Osito
Durán, la Srta. Morató, el Sr. Valdez, el Sr. Azeñas, el Coquito Rodas, el Sr.
Arias, la Srta. Rendón, la Srta. Rodriguez, la Miss Soliz, el Sr. Cano, el Sr.
Villafuerte, el Guichi Durán, la amada Charito, y el que supo entender el legado
y la intención del colegio, don Flavio Lagraba, quien además proyectó el futuro
del colegio para más y más generaciones.
(Talvez olvido y omito a varios otros, igualmente
valiosos. Mil disculpas. Me falla la memoria, pero su valía no está en duda).
100 años pueden ser muchos para lo que
los humanos hacemos. Son poquitos para lo que la humanidad hizo y hace. Pero
son muchísimos para mí y para muchas otras personas, que nos sabemos valiosas
para la sociedad, para el país, y para la humanidad.
Un año de enseñar y formar a alguien es
muy valioso. Un año de hacerlo con muchos es grandioso. Cien años de construir y
aportar a la sociedad y a la humanidad es invaluable !!!
Gracias, querido Colegio Alemán de Oruro !!!
Oruro, Bolivia, y el mundo reconocen y
aplauden tu labor.
Hector Castro G. * 1 abril 2023