A pesar de ser un panorama complicado, el escenario de ingobernabilidad previsto en la composición de la Asamblea Legislativa de acuerdo a las proyecciones electorales, es uno de los mejores que pueden vislumbrarse. Las posibilidades de conflicto y de una seria crisis política y social están a la vuelta de la esquina.
Qué ocurre
si el MAS no acepta una derrota? Existen denuncias de que ya se habla en
reuniones de movilizar a su gente en caso de no ganar las elecciones. La
cantidad de compromisos que tienen con la delincuencia internacional, la
presión para retornar al poder de los gobiernos populistas del Alba, además de
los innumerables procesos legales a los que tendrán que hacer frente, no dejan
ninguna posibilidad de actuar democráticamente y asumir una derrota. No escatimarán
esfuerzos para retornar al poder.
Este
partido, acusado de fraude, ha encontrado las artimañas legales para evitar que
el proceso en su contra sea activado a tiempo. Con la complicidad de
autoridades del Poder Judicial y Ministerio Público, y la pasividad, también
cómplice, del Poder Electoral, llega a participar de las elecciones al amparo
de la más absoluta impunidad y en injusta igualdad de condiciones.
En un
escenario distinto, ante un eventual triunfo del MAS, ¿estará la ciudadanía
democrática dispuesta a aceptarlo? Los bolivianos que sintieron como propia la
lucha de los 21 días no están dispuestos a perder nuevamente el estado de
derecho, peor si se trata de un escenario de impunidad pura y simple. No podrá
aceptar como bien hecho un proceso en el que hay serias dudas de la solidez del
padrón electoral, los funcionarios que
administraron las elecciones fraudulentas de 2019 se mantienen en funciones, y
el partido que debería estar proscrito conserva un status pleno, en total
impunidad y sin resarcir los daños ocasionados.
Los actores
principales de la escena política están actuando de manera irresponsable en
extremo. El MAS, obviamente busca llegar a las elecciones cuanto antes, para
legitimar su existencia como instrumento político y “arreglar” sus problemas
con la justicia.
Comunidad
Ciudadana y Creemos, anteponen sus propios proyectos personales o de grupo, a
los intereses del conjunto de los bolivianos. Tienen prisa por sacar al actual
gobierno, que es débil e incompetente en muchos ámbitos, en gran parte por el permanente
ataque de ellos mismos. Entre discursos cobardes y demagógicos, además de una
falta total de responsabilidad y decencia con el país, tenemos una situación
inestable en extremo. No tienen ninguna consideración en echar todo el lodo a
la Presidente Añez, que ha demostrado muchísimas debilidades y limitaciones,
pero también ha sabido mantener con valentía (que ninguno de los dos candidatos
tiene ni por asomo) el estado de derecho y una tranquilidad relativa, pese a la
peor crisis de salud de la historia, una crisis económica heredada muy
complicada de administrar, y el masismo saboteando por todos los flancos.
Tengo la
impresión de que el gobierno de la Sra. Añez está muy consciente de lo que
viene, y pese al altísimo pero intrascendente nivel de críticas toma medidas
poco públicas pero adecuadas. Ha reacomodado sus fichas y no parece que la
casualidad o el humor del momento sean los responsables. No consiguieron
sostener la candidatura, como era previsible, peor con la pandemia y el
importante desgaste de la gestión. Aparentemente las prioridades son otras. Su
responsabilidad con el país es de dimensiones existenciales en muchos sentidos.
La amenaza populista totalitaria no es un tema que pueda pasarse por alto, por
lo que se requiere tener la templanza y la inteligencia que pueda administrar
el conflicto adecuadamente.
Es
imperativo que los bolivianos podamos leer la realidad más allá de preconceptos
y conservar la objetividad, descartando
la estridencia de los discursos de campaña, indistintamente de su origen. En
varios de los posibles escenarios, tendremos la necesidad de elegir de qué lado
estar. Sería absurdamente suicida que la ciudadanía democrática siga dividida y
debilitada después de las elecciones.
Bolivia
necesita completar el proceso electoral en pleno derecho y con la tranquilidad
que la democracia debe garantizar. Es necesario que todos los actores den la
talla. Están en la implacable mira de la ciudadanía y, sin duda, el primer
resultado de las elecciones será revelar el verdadero rostro de cada uno.
Hector
Castro G. * 10 Octubre 2020
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