sábado, 10 de octubre de 2020

AL BORDE DEL ABISMO 2.0

A pesar de ser un panorama complicado, el escenario de ingobernabilidad previsto en la composición de la Asamblea Legislativa de acuerdo a las proyecciones electorales, es uno de los mejores que pueden vislumbrarse. Las posibilidades de conflicto y de una seria crisis política y social están a la vuelta de la esquina.

Qué ocurre si el MAS no acepta una derrota? Existen denuncias de que ya se habla en reuniones de movilizar a su gente en caso de no ganar las elecciones. La cantidad de compromisos que tienen con la delincuencia internacional, la presión para retornar al poder de los gobiernos populistas del Alba, además de los innumerables procesos legales a los que tendrán que hacer frente, no dejan ninguna posibilidad de actuar democráticamente y asumir una derrota. No escatimarán esfuerzos para retornar al poder.

Este partido, acusado de fraude, ha encontrado las artimañas legales para evitar que el proceso en su contra sea activado a tiempo. Con la complicidad de autoridades del Poder Judicial y Ministerio Público, y la pasividad, también cómplice, del Poder Electoral, llega a participar de las elecciones al amparo de la más absoluta impunidad y en injusta igualdad de condiciones.

En un escenario distinto, ante un eventual triunfo del MAS, ¿estará la ciudadanía democrática dispuesta a aceptarlo? Los bolivianos que sintieron como propia la lucha de los 21 días no están dispuestos a perder nuevamente el estado de derecho, peor si se trata de un escenario de impunidad pura y simple. No podrá aceptar como bien hecho un proceso en el que hay serias dudas de la solidez del padrón electoral,  los funcionarios que administraron las elecciones fraudulentas de 2019 se mantienen en funciones, y el partido que debería estar proscrito conserva un status pleno, en total impunidad y sin resarcir los daños ocasionados.

Los actores principales de la escena política están actuando de manera irresponsable en extremo. El MAS, obviamente busca llegar a las elecciones cuanto antes, para legitimar su existencia como instrumento político y “arreglar” sus problemas con la justicia.

Comunidad Ciudadana y Creemos, anteponen sus propios proyectos personales o de grupo, a los intereses del conjunto de los bolivianos. Tienen prisa por sacar al actual gobierno, que es débil e incompetente en muchos ámbitos, en gran parte por el permanente ataque de ellos mismos. Entre discursos cobardes y demagógicos, además de una falta total de responsabilidad y decencia con el país, tenemos una situación inestable en extremo. No tienen ninguna consideración en echar todo el lodo a la Presidente Añez, que ha demostrado muchísimas debilidades y limitaciones, pero también ha sabido mantener con valentía (que ninguno de los dos candidatos tiene ni por asomo) el estado de derecho y una tranquilidad relativa, pese a la peor crisis de salud de la historia, una crisis económica heredada muy complicada de administrar, y el masismo saboteando por todos los flancos.

Tengo la impresión de que el gobierno de la Sra. Añez está muy consciente de lo que viene, y pese al altísimo pero intrascendente nivel de críticas toma medidas poco públicas pero adecuadas. Ha reacomodado sus fichas y no parece que la casualidad o el humor del momento sean los responsables. No consiguieron sostener la candidatura, como era previsible, peor con la pandemia y el importante desgaste de la gestión. Aparentemente las prioridades son otras. Su responsabilidad con el país es de dimensiones existenciales en muchos sentidos. La amenaza populista totalitaria no es un tema que pueda pasarse por alto, por lo que se requiere tener la templanza y la inteligencia que pueda administrar el conflicto adecuadamente.

Es imperativo que los bolivianos podamos leer la realidad más allá de preconceptos y  conservar la objetividad, descartando la estridencia de los discursos de campaña, indistintamente de su origen. En varios de los posibles escenarios, tendremos la necesidad de elegir de qué lado estar. Sería absurdamente suicida que la ciudadanía democrática siga dividida y debilitada  después de las elecciones.

Bolivia necesita completar el proceso electoral en pleno derecho y con la tranquilidad que la democracia debe garantizar. Es necesario que todos los actores den la talla. Están en la implacable mira de la ciudadanía y, sin duda, el primer resultado de las elecciones será revelar el verdadero rostro de cada uno.

 

Hector Castro G. * 10 Octubre 2020

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