Demasiado
revuelo causó la inasistencia de los candidatos a Vicepresidente al debate
organizado por una red de televisión. No conozco las razones que tuvo cada uno,
sin embargo creo que no es preciso hacer ningún reproche ni reclamo.
La principal
función que deberá cumplir el que resulte electo será la de presidir la
Asamblea Legislativa Plurinacional, que invariablemente será una de las tareas
más complejas y sensibles durante los próximos cinco años.
Entre las
encuestas, sus “márgenes” de error, las expectativas y las predicciones de los
parapsicólogos y saca suertes, la única conclusión que se puede sacar y asumir
como inequívoca es que la Asamblea estará compuesta por no menos de 6 o 7
fuerzas políticas, representaciones rurales, campesinas, indígenas, urbanas,
empresariales, cívicas, de distinta procedencia, con objetivos y visiones muy
diversas.
Está claro
que una de las polarizaciones más importantes será la que constituyen los
seguidores del proyecto masista, que por lo menos durante este periodo
legislativo tendrá presencia importante, y los opositores a la tendencia
totalitaria de los anteriores 14 años.
La misión
importante del Presidente nato de la Asamblea será el manejo político y la
construcción de consensos para sostener al gobierno que sea constituido en las
próximas elecciones de Mayo.
No es tarea
sencilla, y podemos estar seguros que se necesita reunir algunas condiciones
para salir airoso, al menos durante la primera gestión. Experiencia, respaldo
político, olfato, firmeza y hasta cierto nivel de autoritarismo. Los
asambleístas son personajes complicados, pues se deben a un electorado,
necesitan seguir la línea de su partido, y al mismo tiempo intentan forjar su
propio beneficio, lícito o no, es solo un detalle adicional.
El próximo
Vicepresidente no ejercerá las funciones al estilo del bachiller matemático,
pues quien sea electo Presidente tendrá un nivel cultural y una formación
profesional suficiente para ejercer el cargo sin la “prótesis” que necesitaba el
que “no podía comprender”.
No imagino
que pueden debatir los candidatos actuales. Ni siquiera necesitan ser buenos
candidatos. No importa si el candidato es varón o mujer, si es del oriente u
occidente, si es pobre o rico, ni su color de piel, ni siquiera su carisma y si
cae simpático a la gente. Lo que Bolivia requiere del Vicepresidente es que sea
capaz de conducir el primer poder del estado y garantizar la gobernabilidad
durante una etapa que promete ser “geológicamente inestable”.
Hector
Castro G. * 03 Marzo 2020
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