El fenómeno
socio político más importante de la última década ha sido el surgimiento de las
plataformas ciudadanas. A partir del referéndum del 21 F la ciudadanía
necesitaba alguna forma de organizarse para representar y defender intereses
colectivos. Los partidos políticos ya estaban fuera de toda vigencia.
El gobierno
del MAS, que había trabajado por más de una década ahogando y minimizando la
presencia de los partidos, se encontró con una verdadera amenaza.
La ley de organizaciones
políticas, que impone la realización de elecciones primarias, fue el
instrumento perfecto para deshacerse de las plataformas. Lamentablemente, los
resabios de los partidos entraron afanosos en el juego del gobierno, y fueron
los raquíticos protagonistas de las elecciones.
La maniobra
del MAS fue efectiva retirando del tablero a las plataformas, pero jamás pudo
deshacerse de las personas. Ante la criminal quema de la Chiquitania, la misma
población encontró en los cabildos el vehículo que la represente y haga
escuchar sus demandas.
Una pitita,
y una carta de renuncia fueron armas mucho más contundentes que el enorme
aparato propagandístico, el aparato represor, la persecución judicial y
mediática, y la amenaza de movilización de sectores afines al MAS.
Una parte
importante de la ciudadanía, ninguneada en las primarias, reapareció en las
calles, y terminó por deshacerse del gobierno entero.
Hoy tenemos
en frente una situación que requiere indispensablemente que no se cometan los
mismos errores. Un sector importante de la población ha perdido con la salida
de Evo Morales.
Tenemos el
desafío de llevar adelante elecciones limpias, transparentes y confiables, en
plazo razonable y con el visto bueno de todos.
Creo que
muchos estamos de acuerdo con que el diálogo y la salida concertada es el mejor
camino a seguir. Deberíamos lograr acuerdos para conformar el Tribunal Supremo
Electoral y los tribunales departamentales. También necesitamos consensuar el
tratamiento del padrón electoral, la modificación o derogación de algunos
acápites de la ley electoral y la ley de organizaciones políticas, así como el
calendario electoral.
Si el
objetivo es llegar a un proceso electoral serio, sano, y creíble, la
concertación no puede excluir a nadie. La lógica democrática, y el sentido
común aconsejan ser muy amplios, encontrar acuerdos y evitar imposiciones. El
MAS y Evo Morales son parte de la realidad nacional, deberán asumir el rol que
les corresponde, y el país en su conjunto deberá reconocer su existencia y su
importancia en el contexto general.
Si las
conversaciones logran buenos términos, cada sector se siente incluido y
representado, podremos lograr los objetivos planteados de manera que la
democracia sea el entorno ideal. De otra forma, solo nos quedará esperar las
reacciones de uno u otro sector, y entrar en un doloroso proceso subversivo o
insurreccionista que puede durar muchos años.
La situación
puntual que enfrentamos no es compatible con la legislación vigente. Habrá que
realizar ajustes, pero se debe ser absolutamente preciso en cada paso. Las
leyes pueden ser modificadas o al menos esquivadas con otras leyes, y de esto
se hace cargo la Asamblea Legislativa Plurinacional. Lo que no se puede hacer
es esquivar ni modificar la constitución, y aunque se llegue a acuerdos
unánimes, tomar acciones por fuera de lo constitucional viciará todo el
proceso, dejándolo con la eterna posibilidad de impugnación por cualquier
persona u organización que lo encuentre conveniente.
Estoy
convencido de que debemos conseguir un proceso electoral impecable, que reúna
todos los aspectos que necesite para ser sólido y confiable. Si los plazos
requeridos exceden el 22 de enero, habrá que pactar algún mecanismo para
viabilizar una extensión. El objetivo lo amerita.
El gobierno
transitorio debe administrar el estado, promover la realización de las
elecciones, y velar por el manejo estrictamente institucional del proceso.
Es de
esperar que la Presidenta Añez, después de este inicio agitado de su gestión,
sepa retirarse del alcance de los reflectores, dejar las próximas acciones en
manos de los Órganos pertinentes, y abstraerse de participar en el juego
eleccionario y proselitista.
Hector Castro G. * 22 Noviembre 2019
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