Durante las
protestas por el 21F, la indignación por los incendios en la Chiquitania, y
especialmente durante la revolución de las pititas, la voz que sonaba y que
hizo el ruido suficiente para conseguir la salida del dictador fue la voz de la
gente.
No hubieron
partidos ni dirigentes políticos que sean representativos o asuman en alguna
medida las demandas de la sociedad. No sé si les quedaba otra opción. Ninguno
tenía, ni tiene, la capacidad de movilizar a la gente como ocurrió. Ni siquiera
el candidato más votado el 20 de octubre, hubiera podido desmovilizar a la
ciudadanía en caso de intentarlo.
El 20 de
Octubre, fue la prueba más clara de que los partidos políticos con personería
jurídica son simplemente siglas, y no portadores de ninguna representatividad.
Las fallidas elecciones primarias les dieron un poquito de aire, pero no les
alcanzó para ser protagonistas. De no ser por la anulación de las elecciones,
el MNR, UCS, y otros hubieran perdido la personería. Un par de partidos
salvaron la sigla por haber conseguido un buen “alquiler” y sus candidatos les
consiguieron los porcentajes que permiten su subsistencia.
A partir de
la convocatoria a nuevas elecciones, sin Morales como candidato, con la certeza
de transparencia y cortes independientes, la escena política mostró, una vez
más, que no existe ninguna voluntad de concertar para construir frentes
sólidos, pese a que ninguno de los candidatos sea capaz de convencer al 25 %
del electorado, lo que hace que todas y cada una de las propuestas sean
enclenques y muy susceptibles a cualquier “empujoncito”.
No sorprende
ver a los candidatos y sus operadores protestando vehementes por la candidatura
de Jeanine Añez, pues está claro que les quita a todos al menos una porción de
su potencial electoral. En algunos casos hace la diferencia para llegar a la
segunda vuelta, y en otros puede determinar la supervivencia como organización
política.
Reclaman que
esta candidatura aprovecha la situación de Presidenta, pero todos sabemos que
Mesa, Camacho y Tuto, a su turno también subieron a la cresta de la ola usando
la circunstancia. No hay angelitos, y está mal que cobardemente busquen
manipular a la gente. No tienen autoridad para hacerlo. Ese chauvinismo
oportunista y de conveniencia le hace daño a nuestra democracia. Estoy seguro
que si alguno de ellos hubiera logrado pactar con Jeanine su discurso sería
distinto. Algunos lo hacen demasiado evidente.
La
ciudadanía se manifiesta en redes sociales, por ahora el medio de mayor
legitimidad, en favor de la candidatura de Añez, al menos en una proporción
importante. De hecho, iguala, si no supera las proyecciones de los mejores
posicionados en las generalmente vergonzosas encuestas (ni modo, son el único
instrumento que tenemos a mano).
Podrá
mejorar o reducir su caudal votante, podrá mejorar o disminuir su imagen ante
la ciudadanía. Está por verse y no sirve de nada especular al respecto.
La
discapacidad de los políticos de ver y escuchar a los ciudadanos es increíble.
Nunca fueron capaces de cotejar sus “encuestas” vs. la convocatoria a los
cabildos en todo el país. No fueron capaces de ver cuanta fuerza tenían las
agrupaciones ciudadanas, comités cívicos, y otras organizaciones, y volvieron a
darle aire a las siglas del pasado, sin preguntarse siquiera porque estaban
agonizando?
La diferencia
entre el tamaño de los partidos y el tamaño de los candidatos es enorme. La
distancia entre lo que pregonan los candidatos y sus fórmulas, con las demandas
y aspiraciones de la ciudadanía, son inconmensurables.
Mi cumpita
Ewin acertadamente decía: “El pueblo
es sencillo, piensa con el corazón y vota en general por instinto pero también
es manipulado por los polítiqueros”
Creo que ha llegado el momento en el
que los polítiqueros ven
perdida su capacidad de manipulación. El
pueblo está cansado de ver la misma película de siempre. Que un coreano reciba
votos para llegar a ser el tercero debe llamarnos profundamente la atención (no
tengo ninguna tendencia xenofóbica).
Se busca urgentemente
un “outsider”, y aparece la probabilidad de encontrarla adentro, muy adentro
del gobierno. Hace tres meses ningún partido hubiera pensado en Jeanine Añez
como su candidata, ni por ser mujer, ni por ser beniana, ni por ser de área
rural, ni por ninguna razón.
Es outsider,
pero tuvo la oportunidad de probar que puede ser presidenta y que tiene
capacidades extraordinarias frente a los candidatos del establishment, de
izquierda o derecha.
No se puede
negar que cada candidato tiene virtudes y hasta buena voluntad. El problema son
sus defectos. Ahora muestran claramente que sin haber ganado nada, son malos
perdedores. La gente está cansada de ellos. Y ellos, patéticamente…..no saben
leer.
Hector
Castro G. * 27 Enero 2020
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