La copa del mundo, el mayor logro y el mayor triunfo de cualquier futbolista, de cualquiera que tenga la virtud de jugar bien y de tener a 10 compañeros que le ayuden a ganar siete partidos.
La Copa del
mundo es así, aunque suene mucho más fría que la imagen de televisión, y sin ser
parte de la vorágine impuesta por los medios (sin descalificar nada, absolutamente
nada) es un espectáculo creado para convocar un auditorio global, para
despertar pasiones y para ocupar muchas y valiosas horas de televisión.
Paralelamente
se van creando tendencias, aficiones, y hasta fanatismos. Se crean pasiones en
torno a equipos, selecciones y jugadores que destacan al extremo de convertirse
en modelos de vida para algunos (o muchos).
Lionel
Messi, un jugador que destaca por su virtud técnica (aunque creo que nunca fue
más que Ronaldinho Gaucho), que no tuvo el carisma de Maradona, que no destacó
en la cancha como Pelé, y que no se acerca a la virtud técnica y académica de
Johann Cruyff, es, sin duda, el mejor de todos. Su capacidad de jugar al futbol
y ganar, hace que sea insuperable. No hay forma de objetar sus virtudes y no es
posible contrastar su capacidad futbolística con nadie. Es el mejor,
simplemente es el mejor y no hay forma de discutirlo. Él lo hace imposible.
Argentina es
Campeón Mundial por tercera vez, y somos muchos los países, y los aficionados,
quienes finalmente hacemos el fútbol, los que reconocemos, disfrutamos y
validamos este título.
Killiam
Mbappé, un gran jugador, acertó y tuvo razón cuando afirmó que el fútbol
europeo tiene mayor nivel que el de Sudamérica, que Argentina y Brasil no tienen
la oportunidad de jugar al mayor nivel, y que cualquier equipo europeo compite
a mayor nivel. Pero ahí está la magia del fútbol, en la garra o lo que
conocemos como “ñeque”, y después de mucho tiempo se pudo imponer, por suerte o
por destino, pero el fútbol sudamericano es campeón del mundo.
Europa tuvo
que apelar a las capacidades físicas de África, sin duda, y Sud América necesitó
encontrar la fusión de la técnica europea y la garra latina.
Messi, el virtuoso
pecho frío europeo, Julián Álvarez, dos semanas en Inglaterra, Enzo Fernandez,
con el corazón de River Plate, el ordinario del Dibu Martinez, y la virtud de
Angelito Di Maria para jugar al fútbol, fueron la fuerza y el ñeque que se
necesitó para conseguir la Copa del Mundo.
No fue
virtud de Scaloni, no fue fracaso de De Champs. La Copa del Mundo 2022 fue de
los jugadores. Lionel Messi tuvo mejores minutos que Killiam Mbappé, así de
simple.
Los campeones
consiguieron el título en cancha, jugando, haciendo fútbol y no política. La
pelota no se mancha. Y definitivamente no lo hará en la Casa Rosada.
Que lindo,
que grande y que noble es el fútbol!!!
Hector
Castro G. * 21 Dicciembre 2022
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