martes, 27 de diciembre de 2022

LAS NAVIDADES DE MI VIDA

Mis recuerdos más antiguos rescatan al hombre más honesto e íntegro que conocí. El único asalariado de la familia, y el único que estaba de vacación en la época navideña. El tío Cesar, el que se encargaba de los sobrinos, que duerman una siesta para que el sueño no les venza en la larga noche buena. Entre ansiedad, nervios, emoción y entusiasmo, nadie conseguía dormir. Todo el mundo sabe a qué me refiero.

Mi familia se dedicaba al comercio. La navidad nunca fue una época de vacación o de dedicar tiempo a las costumbres de la gente. Nosotros estábamos al otro lado del escenario. Mi papá importaba lucecitas, televisores, tres en unos, cocinas, refrigeradores, máquinas de coser, de escribir, de aspirar y de lo que puedan imaginar.

Mi mamá ocupaba su vacación del magisterio a vender y ayudar en el emprendimiento familiar.

Mis tíos, tías, primos y todos los demás, encontraban ocupación en alguna faceta del negocio familiar. Yo, casi siempre castigado, me dedicaba a reparar miles de juegos de luces, esos que tenían esas malditas estrellitas llenas de puntas, especialmente diseñadas en China para destruir la epidermis de mis infantiles pulgares, índices y medios dedos. Maldito Mao Tse Tung. Tenía que desenchufar y volver a enchufar, uno por uno, todos los foquitos de los juegos de 100 luces, la estúpida novedad de la temporada.

No puedo decir que fui pobre o que me faltó algo. Pero puedo quejarme efusivamente porque mis dedos me dolían mucho. Parte de mi consciencia sabe que lo tenía merecido, pero quiero usar mi libertad de expresión, la que tengo ahora, para quejarme por lo que sentía en la punta de mis deditos, que no tenían ninguna culpa de mis travesuras y barbaridades que me hicieron merecedor de tan particular castigo.

En todo caso, debo decir que las navidades en Bolivia eran más felices. Más allá de mi drama digital, la gente trabajaba y tenía un salario. No necesitaba tener afiliación política, no tenía que resignar dignidad, ni estaba obligada rendir pleitesía a nadie.

Doce sueldos y un aguinaldo, y solamente había que cumplir con un trabajo digno. Apreciar al jefe, usualmente un empresario capitalista y  oligarca, era opcional, pero muy frecuente y muchas veces escalaba a nivel de cariño. El “dueño”, posteriormente denominado “gerente propietario” era una buena persona, y los empleados le tenían aprecio. Luego vino la impostura del socialismo y esa tendencia odiadora que ha destruido la convivencia pacífica. Que no ha conseguido ningún beneficio para nadie, pero se ha impuesto en base a una enorme maquinaria propagandística, financiada por el tráfico de drogas de Morales y de la corrupción del MAS.

La sociedad boliviana distaba mucho de ser perfecta, y seguramente tenía diferencias con el concepto de “vivir bien”, pero era constructiva, era noble, era respetuosa de los valores humanos, de la convivencia pacífica, de la paz y de la tranquilidad para formar una familia sin sobresaltos. En resumen, vivíamos bien. Vivíamos tranquilos y con la certeza de que el futuro dependía del esfuerzo y trabajo de cada uno, de cada boliviano (sin distinción), y que era posible ahorrar, pensar en el futuro, hacer planes, y hasta soñar. Muchísimas familias bolivianas son la prueba más clara de esta realidad.

Llegaron los delincuentes de la izquierda internacional, los que impusieron narrativas falsas, satanizaron la privatización y la capitalización, impusieron términos como “vendepatria” y “derecha”. Fueron viabilizados por socialistas de maceta como el indigno impostor de Carlos Mesa, que impuso la famosa “agenda de octubre” que aseguraba “gas por mar”, y terminamos sin gas y sin mar. Goni defenestrado, y la “Guerra del gas” sin ninguna investigación, pero con sentencias para un lado y absoluciones para el otro (decretos y leyes que existen, no son inventos).

En 2005 la mitad de los bolivianos, víctimas de su enorme ignorancia ( sí, ignorancia!!!, aunque te duela leer esto) votaron por un asesino, narcotraficante y pederasta para que sea el presidente de Bolivia. Te gustó que un “pobre” sea presidente… tomá !!! trágate lo que buscaste.

Como no podía ser de otra manera, hizo una nueva Constitución, con el trasfondo de que los indiecitos y los campesinos y no sé qué, pero la cantidad de ignorantes en Bolivia creció hasta el 67% (recuerdas cuando tú, si TÚ!!! votaste a favor de la nueva constitución, lo hiciste por vago y ocioso, ni siquiera leíste antes de votar). El narco-pedo se convirtió en el “emperador”, y lógicamente condujo al aparato estatal hacia un modelo que le permita quedarse en el poder para siempre.

Debo recordarte, amable lector, que fuiste tú quien lo permitió, y que fuiste tú quien le dio la posibilidad de hacer lo que quiera, con limitaciones que dan risa.

Hoy, en 2022, tenemos de presidente a un títere que elegiste, que jamás creyó que llegaría a la primera magistratura de la nación, pero que se lo permitiste, solo por no haberte interesado en la realidad nacional. Tú, que dices que no te gusta la política, tú, que reclamas y te quejas en tu Facebook, pero votas por el imbécil de Arce, tú, el que cree que las abarcas, las polleras, los ponchos o los ch´ullus son equivalentes a la formación, a la educación y los estudios, y tú, el que idealiza al asesino del Che Guevara, a la dictadura cubana, y al analfabeto de Maduro, como el norte para dirigir la nave del estado boliviano.

Son todos igualmente imbéciles, como si votaran por Llorenti para presidente y Arce Zaconeta para vice, como si la dupla fuera Wilfredo Chavez y J.R. Quintana, o Hugo Moldiz y la Zapata para gobernar el país. Así como creer que el castor Del Castillo es el Bukele boliviano y la Copa es la Angela Meyer que harán de Bolivia un país digno y soberano.

Un poquito de decencia y claridad. Un pedacito de inteligencia. Una pizquita de dignidad. Nadie que lea esto es tan básico como para no entenderlo. Mi público no está en áreas rurales, analfabetas o tan fácilmente sometidas a la propaganda socialista del castrochavismo.

No es mucho pedir. Recuerda lo que aprendiste en 1ro básico, lo que tus padres te enseñaron, y tendrás más que suficiente para no elegir a estos alacranes de la política.

Viva Bolivia, libre de alimañas socialistas y populistas. Pero, por favor, deja de votar por ellas.

Hector Castro G. * 27 diciembre 2022

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