martes, 1 de septiembre de 2020

EL ENEMIGO DE LOS BOLIVIANOS


El artículo 149 de la Constitución Política del Estado requiere, de manera textual, para ser candidato a la Asamblea General Plurinacional, “haber residido de forma permanente al menos los dos años inmediatamente anteriores a la elección en la circunscripción correspondiente”.

El 108 de esta misma norma suprema dice: “Son deberes de las bolivianas y los bolivianos:    Conocer, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes…”

Una de las características de la Constitución es que no requiere reglamentación para ser puesta en práctica, y otra aún más importante es que la Constitución es la norma suprema, es decir que se encuentra por encima de cualquier otro instrumento jurídico.

Desde mi profano punto de vista, está claro que no hay ninguna duda de que cualquier intento de habilitar una candidatura para Senador por Cochabamba, a un ciudadano que reside en el exterior, formalmente demostrado por su status de refugiado, huele a “derecho humano a la reelección perpetua”, es decir, que la única manera de darle forma a esta presunta habilitación pasa por interpretaciones y artificios que distan mucho de la legalidad y de la legitimidad.

Seguramente el debate incorpora el extraño concepto del “domicilio electoral”, que fue utilizado antes, y obviado también, de acuerdo a la conveniencia política. (Rebeca Delgado y Eduardo Maldonado, ambos Asambleistas en representación de sus regiones fueron descalificados para ser candidatos en sus respectivos municipios, mientras Victor Hugo Vasquez, fue habilitado sin ningún problema para ser candidato a la Gobernación de Oruro. (Era Vice Ministro, primo del pedófilo prófugo, y actualmente es parte del grupo de asilados en la residencia mexicana en La Paz).

El tema de fondo, desde mi punto de vista, es la estrategia del Mas para crear caos y aprovechar el momento, propicio por varios factores, la emergencia de salud, la debilidad coyuntural del Gobierno, la dispersión de fuerzas por el proceso electoral que incluye un gran descrédito de los líderes de la movilización de octubre y noviembre 2019.

Contra todas las ilusiones de los bolivianos, la salida del dictador en noviembre no fue el fin del conflicto, la cancelación de la sigla del Mas o la derrota electoral tampoco serán un cierre definitivo ni mucho menos. El proyecto de poder que tienen es completamente distinto a los demás, que se conforman con el triunfo electoral y ser gobierno. Los objetivos del partido objetado responden a toda una estructura de poder e intereses, el castrochavismo, el narcotráfico, la presencia del extremismo islámico en este continente, etc.

Mucho temo que está latente en la agenda al menos una gran batalla más para salvar al país de las garras de este imperio del crimen. Cuando ocurre? Quien decide cual es el mejor escenario? Hasta ahora creo que los bolivianos estamos cometiendo el error de ceder la iniciativa y actuar simplemente por reacción, que no es lo más aconsejable.

La inhabilitación de la candidatura, la cancelación de la personería jurídica, el proceso por fraude si llega a sentencia, los resultados electorales en primera vuelta, y hasta el momento que encuentren oportuno para derrocar a un eventual próximo gobierno (por lo que ellos prefieren a Carlos Mesa), son los escenarios críticos para que den luz verde a la movilización de sus hordas.

Es cierto que ya no tienen el poder de movilizar como lo hicieron en 2003, o durante varios años de su gobierno, pero no podemos perder de vista que sus reglas de juego no tienen ningún tipo de consideraciones. Atacan a población civil, destruyen ambulancias, agreden a personal de salud, bloquean oxígeno, sus órdenes son simples pero infames “que no entre comida a las ciudades”, presuntamente están armados, y para colmo, aun saben que pueden convocar a personajes irracionales que sumen al conflicto, así no sean consecuentes con su movimiento.

Mientras tanto, tras una entrevista de la Presidente, son muchos los voluntariosos para criticar destructivamente, sus líderes son irresponsables al hacer acusaciones sin pruebas, denostan a cualquier rival electoral, descalifican personalmente a los otros actores, etc. No existe ninguna conciencia real del peligro que nos acecha, y hay una ceguera obstinada para el día después de las elecciones.

No están dispuestos a hacer acuerdos de ningún tipo, pero seguramente tienen claro que sea cual fuere el ganador, necesitará de acuerdos para conseguir un mínimo de gobernabilidad.

La única diferencia entre hacer pactos ahora, o después de las elecciones está en el peso político que tendrá cada actor. Hoy son reflejo de encuestas poco creíbles, y especialmente de la percepción general, a veces en base a los decibeles de su discurso y en otro caso en base a simple megalomanía. Mañana…..quien sabe.

Fue un error histórico el haber descuartizado el movimiento ciudadano que triunfó en noviembre, solo por los intereses, infinitamente menores, de cada candidato. Pero el error es aún mayor ahora, cuando esos “enanos” morales se dedican a destruir a los contrincantes, a sabiendas de que sin ellos en poco tiempo podrían ser enanos proscritos, perseguidos, exiliados o muertos.

El principal enemigo de los bolivianos no es el MAS, es la ignorancia, es la intolerancia, y es la candidez frente a estos “enanos iluminados“.

Hector Castro G.  *  02 Septiembre 2020

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