El artículo 149 de la Constitución Política del Estado
requiere, de manera textual, para ser candidato a la Asamblea General
Plurinacional, “haber residido de forma permanente al menos los dos años
inmediatamente anteriores a la elección en la circunscripción correspondiente”.
El 108 de esta misma norma suprema dice: “Son deberes de las
bolivianas y los bolivianos: Conocer,
cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes…”
Una de las características de la Constitución es que no requiere
reglamentación para ser puesta en práctica, y otra aún más importante es que la
Constitución es la norma suprema, es decir que se encuentra por encima de
cualquier otro instrumento jurídico.
Desde mi profano punto de vista, está claro que no hay
ninguna duda de que cualquier intento de habilitar una candidatura para Senador
por Cochabamba, a un ciudadano que reside en el exterior, formalmente
demostrado por su status de refugiado, huele a “derecho humano a la reelección
perpetua”, es decir, que la única manera de darle forma a esta presunta
habilitación pasa por interpretaciones y artificios que distan mucho de la
legalidad y de la legitimidad.
Seguramente el debate incorpora el extraño concepto del “domicilio
electoral”, que fue utilizado antes, y obviado también, de acuerdo a la
conveniencia política. (Rebeca Delgado y Eduardo Maldonado, ambos Asambleistas
en representación de sus regiones fueron descalificados para ser candidatos en
sus respectivos municipios, mientras Victor Hugo Vasquez, fue habilitado sin
ningún problema para ser candidato a la Gobernación de Oruro. (Era Vice
Ministro, primo del pedófilo prófugo, y actualmente es parte del grupo de asilados
en la residencia mexicana en La Paz).
El tema de fondo, desde mi punto de vista, es la estrategia
del Mas para crear caos y aprovechar el momento, propicio por varios factores,
la emergencia de salud, la debilidad coyuntural del Gobierno, la dispersión de
fuerzas por el proceso electoral que incluye un gran descrédito de los líderes
de la movilización de octubre y noviembre 2019.
Contra todas las ilusiones de los bolivianos, la salida del
dictador en noviembre no fue el fin del conflicto, la cancelación de la sigla
del Mas o la derrota electoral tampoco serán un cierre definitivo ni mucho
menos. El proyecto de poder que tienen es completamente distinto a los demás,
que se conforman con el triunfo electoral y ser gobierno. Los objetivos del partido
objetado responden a toda una estructura de poder e intereses, el
castrochavismo, el narcotráfico, la presencia del extremismo islámico en este
continente, etc.
Mucho temo que está latente en la agenda al menos una gran
batalla más para salvar al país de las garras de este imperio del crimen.
Cuando ocurre? Quien decide cual es el mejor escenario? Hasta ahora creo que
los bolivianos estamos cometiendo el error de ceder la iniciativa y actuar
simplemente por reacción, que no es lo más aconsejable.
La inhabilitación de la candidatura, la cancelación de la
personería jurídica, el proceso por fraude si llega a sentencia, los resultados
electorales en primera vuelta, y hasta el momento que encuentren oportuno para
derrocar a un eventual próximo gobierno (por lo que ellos prefieren a Carlos
Mesa), son los escenarios críticos para que den luz verde a la movilización de
sus hordas.
Es cierto que ya no tienen el poder de movilizar como lo
hicieron en 2003, o durante varios años de su gobierno, pero no podemos perder
de vista que sus reglas de juego no tienen ningún tipo de consideraciones.
Atacan a población civil, destruyen ambulancias, agreden a personal de salud,
bloquean oxígeno, sus órdenes son simples pero infames “que no entre comida a
las ciudades”, presuntamente están armados, y para colmo, aun saben que pueden
convocar a personajes irracionales que sumen al conflicto, así no sean
consecuentes con su movimiento.
Mientras tanto, tras una entrevista de la Presidente, son muchos
los voluntariosos para criticar destructivamente, sus líderes son
irresponsables al hacer acusaciones sin pruebas, denostan a cualquier rival
electoral, descalifican personalmente a los otros actores, etc. No existe
ninguna conciencia real del peligro que nos acecha, y hay una ceguera obstinada
para el día después de las elecciones.
No están dispuestos a hacer acuerdos de ningún tipo, pero
seguramente tienen claro que sea cual fuere el ganador, necesitará de acuerdos
para conseguir un mínimo de gobernabilidad.
La única diferencia entre hacer pactos ahora, o después de
las elecciones está en el peso político que tendrá cada actor. Hoy son reflejo
de encuestas poco creíbles, y especialmente de la percepción general, a veces
en base a los decibeles de su discurso y en otro caso en base a simple
megalomanía. Mañana…..quien sabe.
Fue un error histórico el haber descuartizado el movimiento
ciudadano que triunfó en noviembre, solo por los intereses, infinitamente
menores, de cada candidato. Pero el error es aún mayor ahora, cuando esos “enanos”
morales se dedican a destruir a los contrincantes, a sabiendas de que sin ellos
en poco tiempo podrían ser enanos proscritos, perseguidos, exiliados o muertos.
El principal enemigo de los bolivianos no es el MAS, es la
ignorancia, es la intolerancia, y es la candidez frente a estos “enanos
iluminados“.
Hector Castro G.
* 02 Septiembre 2020
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