viernes, 4 de septiembre de 2020

DE LA EPOPEYA AL COMIC


A inicios de octubre de 2019 el Comité Cívico de Santa Cruz convocó a un gran cabildo que fue multitudinario por la indignación ciudadana acumulada desde el 21 F, pero colmada por los incendios en la Chiquitania.

Recuerdo haber mencionado en un tweet que el fuego que el Mas había provocado no podrá extinguirse en mucho tiempo. Ese fuego es la nueva dirigencia cruceña. Tuve la sensación y hasta me atrevo a decir esperanza de que el nuevo liderazgo cruceño sea la punta de lanza de la construcción de una nueva Bolivia. El “cerco de Zurco” y el Hotel Las Américas habían encontrado su fecha de vencimiento. La proscripción de liderazgos cívico/políticos no podía ser eterna.

Así nació a la vida pública nacional el liderazgo de Luis Fernando Camacho. Valiente, firme, oportuno y valioso para los intereses colectivos de una ciudadanía cansada y hastiada del abuso de poder y de la corrupción.

El movimiento necesitaba un liderazgo. Providencialmente Camacho asumió el rol de conducir e impulsar el sentimiento colectivo. Fue estridente e imprudente, salió de los esquemas acostumbrados y llegó al extremo de fijar plazo para la renuncia del dictador. Esto causó reacciones diversas, desde el apoyo militante de muchos, hasta un escepticismo prudente de varios líderes regionales.

En todo caso, la epopeya de los 21 días no hubiera sido tal sin la cohesión que Camacho le dio. El movimiento era masivo, sin duda, pero frágil en términos de coordinación y solidez. Una tonelada de arena húmeda, con poco cemento. No se puede desconocer que fueron muchos los actores valiosos e importantes, pero el liderazgo de Camacho fue determinante.

Ante la renuncia y huida del chivo andino, durante el proceso de sucesión, Camacho asumió otro papel de innegable protagonismo. Negoció y gestionó la salida del Mas y la constitución del nuevo gobierno. De manera mucho más reservada y discreta, adquirió para sí una buena parte de las cuotas en el aparato del estado, incluyendo entre otros cargos, algunos ministerios del gabinete de la Presidente Añez.

A continuación, paralela al inicio del proceso electoral, comenzó la fase “culebrón” de esta historia. El distanciamiento de Añez, la conformación de candidatura junto a “Marquito”, las grabaciones, la arremetida de sus guerreros digitales, la desestabilización del gobierno como ataque electoral contra la candidata, la guerra sucia, la tragedia de las primeras encuestas, la consiguiente “puesta en blanco” de su candidatura, su vergonzosa aparición en un programa de televisión abierta, y muchos otros temas anecdóticos, determinaron la caída en barrena de su imagen y de sus posibilidades electorales.

Actualmente mantiene el discurso explosivo, duramente crítico de todo y de todos, imprudente a veces e irresponsable en otras. No parece recuperar el protagonismo electoral, pese a la caída de Añez y el estancamiento de Mesa en las encuestas.

A medida que se acercaba el plazo fatal para modificar las listas y para definir todas las candidaturas lo único que se vio fueron las renuncias y alejamiento de algunas agrupaciones que formaban parte de su alianza. Pero no es todo. También salen comunicados que tiran la puerta a posibles acuerdos o coaliciones, en una lógica que va en contra ruta con las expectativas de la población. La suerte está echada.

Aunque nunca se anunció públicamente una renuncia a su candidatura, se ha percibido un cambio en la estrategia que sugería un direccionamiento a las elecciones regionales, y hace algunos días parece haber vuelto a la carga en la contienda nacional.
De cualquier forma, cada aparición, cada entrevista y cada publicación, solamente contribuyen a deteriorar la imagen del caudillo de 2019. Es difícil tomar en serio su propuesta presidencial.

Este descalabro de su proyecto, la impostura al posicionar temas falaces en el debate colectivo, y especialmente la deshonestidad al atacar al gobierno por la terrible corrupción de sus propios ahijados, los mismos que dejó sembrados durante su fugaz ejercicio de poder, han confeccionado de manera inequívoca ese 6 a 8 % que se ve en las encuestas, independientemente de quien las publique.

Cada episodio de su telenovela invariablemente incluye algún tipo de interpretación surrealista, sus apariciones ante los medios incluyen manipulación y falsedad en su relato, no tiene límites ni códigos en su interacción con el resto del sistema político, y por consiguiente, es muy difícil entender algo distinto a un permanente insulto a la inteligencia de los bolivianos.

Creo que Bolivia entera lamenta que el héroe de esa magnífica e histórica epopeya se haya convertido en menos de un año, en un personaje de historieta, donde los dibujitos dicen mucho más que el discurso.

El país está ansioso por tener liderazgos renovados, una nueva forma de hacer política, que rescate las prácticas nobles y respetuosas de la colectividad e incorpore todas las ventajas y la dinámica que nos otorga la modernidad, para construir una democracia sostenible, que recupere la institucionalidad y el estado de derecho.

Paciencia…. No queda más que seguir adelante sin perder la esperanza. Camacho tuvo la gran oportunidad de representar la generación del cambio, de la evolución, pero solo fue un espejismo.

Hector Castro G. * 04 Septiembre 2020

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