Pensé en
hacer el intento de analizar lo que está sucediendo en el MAS, especialmente
buscando explicar el contrasentido que significa el MAS sancionando una ley
para definir la fecha de elecciones, tratando de levantar el bloqueo de los
masistas que exigen la fecha de elecciones, siete días antes.
Encuentro
que existen varias (al menos 5) facciones al interior del MAS, obviamente la
sola figura de su prófugo líder constituye otra facción en sí misma, además de
algunos grupos menores que tienen intereses específicos. También encuentro que
entre los movilizados hay varios personajes y grupos que no responden al MAS,
aunque sí podrían sumarse en la situación de arremetida y probable victoria.
Me resulta
muy difícil encontrar certezas, pero lo que tengo es suficiente.
Desde mi
punto de vista, y espero sea compartido por muchos, todo se resume en una
situación muy simple: Bolivia está dividida en dos bandos, como fue en octubre,
y como es desde entonces.
El bando que
resultó derrotado en noviembre, y que está decidido a retomar el poder parece
tener muchos componentes, con diversos intereses, distintas visiones y variadas
capacidades tanto políticas como operativas, y hasta militares. Hay intereses geopolíticos
multinacionales, intereses delincuenciales, intereses simplemente políticos,
ideológicos, comerciales, y hasta genuinos intereses de recuperar una pega. Tienen
dinero, y un objetivo en común, retomar el poder.
El otro
bando, el que resulto “victorioso” en la revolución de las pititas, busca, de
manera bastante romántica, el estado de derecho, la democracia, el imperio de
la ley, etc. Lo hace con pedidos ingenuos de cancelación de la sigla del MAS
como si fuera alguna solución, con ataques permanentes al gobierno, como si no
fuera débil de origen; reclamando improvisación, ignorando que fue constituido
en pocos días; denunciando corrupción sin reflexionar un segundo en la
información objetiva, siguiendo los libretos perversamente distribuidos por los
candidatos que no tienen más interés que cosechar rédito del fracaso del
gobierno de todos y de la Presidenta de los bolivianos.
Es muy
frecuente encontrar en las redes a ciudadanos furiosos demandando que la
Presidente meta a la cárcel a fulano y mengano, o disponga alguna ley por
cualquier motivo. Parece que si algo está de moda es la ignorancia, que sumada
a la intolerancia, llevan a la gente a demandar imposibles, con el
convencimiento de que la Presidencia tiene poderes absolutos e injerencia sobre
todos los órganos del Estado.
Es muy
comprensible que haya un sentimiento de inseguridad y de que los ciudadanos estamos
desprotegidos. La pandemia de la Covid-19 es una situación completamente
inédita y ningún gobierno podría estar preparado para acertar en cada decisión.
Autorizar tratamientos, medicamentos o vacunas, sin respaldo científico serio y
toda la bioseguridad necesaria, solo por
la demanda masiva de la población civil, se llama populismo irresponsable. El
gobierno de la Sra. Añez afortunadamente no comete este error, que seguro le
cuesta muchos votos. Son decisiones difíciles y hasta dolorosas, pero merecen bastante
más agradecimiento que las durísimas críticas que recibe.
Está claro
que todos estamos desesperados por la pasividad del gobierno en la resolución
del insensato bloqueo de la COB. No cuento con ningún tipo de información
privilegiada, pero tengo la certeza de que hay razones de peso para no haber
hecho uso de la fuerza hasta ahora. Imagino que los movimientos subversivos
tienen esta intervención policial o militar en sus planes. No sería la primera
vez que ellos disparan desde atrás y matan a su propia gente, para victimizarse
y denunciar “genocidio” a nivel internacional. La pugna por los ascensos
militares no fue gratuita. Hay militares y policías de ambos bandos. Tampoco se
puede obviar el hecho de que el Ministerio Público y el Poder Judicial están
todavía administrados y operando en favor del MAS (No, la Presidente no tiene el poder de remplazar
fiscales o jueces).
Me aventuro
a esbozar una teoría: pienso que el plan de derrocamiento de la Presidente fue
concebido para ejecutarse después de 6 o 12 meses de la presunta presidencia de
Carlos Mesa. El profundo debilitamiento del actual gobierno, por razones políticas
(gentileza agradecida) y por la
pandemia, precipitaron una oportunidad para desplegar la maquinaria subversiva,
derrocar a Jeanine Añez, y optar por una de las alternativas: elecciones
conducidas por Eva Copa, o directamente forzar la restitución del prófugo con
alguna artimaña legal.
En resumen,
este bando no descansa en su labor de dispararse el pie y morderse la cola. No
hay duda de que cada boliviano tiene preferencias y convicciones electorales,
son completamente lícitas y respetables, pero creo que ha llegado la hora de
establecer las prioridades.
El presunto
retorno del MAS al poder no será simplemente una repetición de los últimos 14
años, y no se dará el lujo de dejar cabos sueltos. No tengo la más mínima duda
de que no será un gobierno tan noble, tan respetuoso de la constitución y las
leyes, o tan observador de los derechos fundamentales de todos los bolivianos.
Si antes el discurso fue inclemente contra “la derecha”, estoy seguro que miles
seremos proscritos, perseguidos, presos o exiliados por el delito de ser “pitita”.
Nuestros problemas serán bastante más complicados que un ministro estridente
que habla demás, o que la Presidenta, horror de horrores, está en campaña.
Es cierto,
hay situaciones injustificables y errores inexplicables en el accionar del ejecutivo,
sin embargo, creo que es necesario tomar acciones de apoyo y fortalecimiento
del Gobierno, del único que tenemos. Esta es una tarea individual, como cuando
llegue el momento, cada uno tomará la decisión, libre y soberana, de emitir su
voto.
Seguro que
puedo estar equivocado, pero me gusta pensar en todos los escenarios posibles
antes de que sea tarde.
Hector
Castro G. * 14 Agosto 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario