viernes, 14 de agosto de 2020

MORDERSE LA COLA


Pensé en hacer el intento de analizar lo que está sucediendo en el MAS, especialmente buscando explicar el contrasentido que significa el MAS sancionando una ley para definir la fecha de elecciones, tratando de levantar el bloqueo de los masistas que exigen la fecha de elecciones, siete días antes.

Encuentro que existen varias (al menos 5) facciones al interior del MAS, obviamente la sola figura de su prófugo líder constituye otra facción en sí misma, además de algunos grupos menores que tienen intereses específicos. También encuentro que entre los movilizados hay varios personajes y grupos que no responden al MAS, aunque sí podrían sumarse en la situación de arremetida y probable victoria.

Me resulta muy difícil encontrar certezas, pero lo que tengo es suficiente.
Desde mi punto de vista, y espero sea compartido por muchos, todo se resume en una situación muy simple: Bolivia está dividida en dos bandos, como fue en octubre, y como es desde entonces.

El bando que resultó derrotado en noviembre, y que está decidido a retomar el poder parece tener muchos componentes, con diversos intereses, distintas visiones y variadas capacidades tanto políticas como operativas, y hasta militares. Hay intereses geopolíticos multinacionales, intereses delincuenciales, intereses simplemente políticos, ideológicos, comerciales, y hasta genuinos intereses de recuperar una pega. Tienen dinero, y un objetivo en común, retomar el poder.

El otro bando, el que resulto “victorioso” en la revolución de las pititas, busca, de manera bastante romántica, el estado de derecho, la democracia, el imperio de la ley, etc. Lo hace con pedidos ingenuos de cancelación de la sigla del MAS como si fuera alguna solución, con ataques permanentes al gobierno, como si no fuera débil de origen; reclamando improvisación, ignorando que fue constituido en pocos días; denunciando corrupción sin reflexionar un segundo en la información objetiva, siguiendo los libretos perversamente distribuidos por los candidatos que no tienen más interés que cosechar rédito del fracaso del gobierno de todos y de la Presidenta de los bolivianos.

Es muy frecuente encontrar en las redes a ciudadanos furiosos demandando que la Presidente meta a la cárcel a fulano y mengano, o disponga alguna ley por cualquier motivo. Parece que si algo está de moda es la ignorancia, que sumada a la intolerancia, llevan a la gente a demandar imposibles, con el convencimiento de que la Presidencia tiene poderes absolutos e injerencia sobre todos los órganos del Estado.

Es muy comprensible que haya un sentimiento de inseguridad y de que los ciudadanos estamos desprotegidos. La pandemia de la Covid-19 es una situación completamente inédita y ningún gobierno podría estar preparado para acertar en cada decisión. Autorizar tratamientos, medicamentos o vacunas, sin respaldo científico serio y  toda la bioseguridad necesaria, solo por la demanda masiva de la población civil, se llama populismo irresponsable. El gobierno de la Sra. Añez afortunadamente no comete este error, que seguro le cuesta muchos votos. Son decisiones difíciles y hasta dolorosas, pero merecen bastante más agradecimiento que las durísimas críticas que recibe.

Está claro que todos estamos desesperados por la pasividad del gobierno en la resolución del insensato bloqueo de la COB. No cuento con ningún tipo de información privilegiada, pero tengo la certeza de que hay razones de peso para no haber hecho uso de la fuerza hasta ahora. Imagino que los movimientos subversivos tienen esta intervención policial o militar en sus planes. No sería la primera vez que ellos disparan desde atrás y matan a su propia gente, para victimizarse y denunciar “genocidio” a nivel internacional. La pugna por los ascensos militares no fue gratuita. Hay militares y policías de ambos bandos. Tampoco se puede obviar el hecho de que el Ministerio Público y el Poder Judicial están todavía administrados y operando en favor del MAS (No,  la Presidente no tiene el poder de remplazar fiscales o jueces).

Me aventuro a esbozar una teoría: pienso que el plan de derrocamiento de la Presidente fue concebido para ejecutarse después de 6 o 12 meses de la presunta presidencia de Carlos Mesa. El profundo debilitamiento del actual gobierno, por razones políticas (gentileza agradecida)  y por la pandemia, precipitaron una oportunidad para desplegar la maquinaria subversiva, derrocar a Jeanine Añez, y optar por una de las alternativas: elecciones conducidas por Eva Copa, o directamente forzar la restitución del prófugo con alguna artimaña legal.

En resumen, este bando no descansa en su labor de dispararse el pie y morderse la cola. No hay duda de que cada boliviano tiene preferencias y convicciones electorales, son completamente lícitas y respetables, pero creo que ha llegado la hora de establecer las prioridades.

El presunto retorno del MAS al poder no será simplemente una repetición de los últimos 14 años, y no se dará el lujo de dejar cabos sueltos. No tengo la más mínima duda de que no será un gobierno tan noble, tan respetuoso de la constitución y las leyes, o tan observador de los derechos fundamentales de todos los bolivianos. Si antes el discurso fue inclemente contra “la derecha”, estoy seguro que miles seremos proscritos, perseguidos, presos o exiliados por el delito de ser “pitita”. Nuestros problemas serán bastante más complicados que un ministro estridente que habla demás, o que la Presidenta, horror de horrores, está en campaña.

Es cierto, hay situaciones injustificables y errores inexplicables en el accionar del ejecutivo, sin embargo, creo que es necesario tomar acciones de apoyo y fortalecimiento del Gobierno, del único que tenemos. Esta es una tarea individual, como cuando llegue el momento, cada uno tomará la decisión, libre y soberana, de emitir su voto.

Seguro que puedo estar equivocado, pero me gusta pensar en todos los escenarios posibles antes de que sea tarde.

Hector Castro G. * 14 Agosto 2020

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