Carlos Romero, por entonces
ministro de Gobierno, el 5 de Octubre de 2019, horas antes del cabildo
convocado por las organizaciones cívicas de Santa Cruz declaró “Es una acción política. Es una acción que no
creemos que vaya a modificar en nada el escenario político, las cartas están
echadas”.
La demanda de respeto por la
democracia, del resultado del 21-F, y la protesta por los incendios de la
Chiquitania fueron los argumentos que lograron una convocatoria ciudadana muy
superior a cualquier proyecto político o electoral. El cabildo cruceño fue el
detonante para similares acontecimientos en muchos rincones del país.
Las encuestas pre electorales, a
solo 15 días de los comicios mostraban números muy distintos a los que se
verificaban en el Cristo Redentor, la Plaza de Las Banderas, San Francisco, o
cualquier escenario característico en todo el país. Fue dramáticamente evidente
el error técnico de las encuestas, pero aún mayor el error de apreciación del ministro
y del gobierno prorroguista. 30 días después el cocalero autoritario renunció y
huyó del país.
Casi un año más tarde, Covid-19
de por medio, nace la iniciativa de convocar a un Cabildo Nacional Digital, por
medios tecnológicos que ahora son de uso cotidiano y que son ineludibles por
los protocolos de control epidemiológico. Esta es una nueva realidad, pero tiene
la virtud de que asimila la herencia de ciudadanía activa, y demuestra una vez
más que los bolivianos somos capaces de dialogar, de concertar y de expresar nuestra
voz de manera genuina y pacífica. Más de 3 millones y medio de vistas son el
argumento que legitima esta expresión ciudadana de manera contundente e
innegable.
El Cabildo Nacional Digital ha
sido un éxito indudable, también un hito que promete mucha historia por
escribir. Es un vehículo, un instrumento que persigue intereses colectivos,
pero habrá que ser prudentes y responsables, pues de la misma manera que
concede ventajas, afecta a su vez a otros intereses. Una práctica novedosa, una
modalidad renovadora, una experiencia inédita, plantea indudablemente amenazas
y vulnerabilidades. Que el éxito conseguido no provoque menospreciar la
capacidad destructiva de muchos intereses que podrían verse afectados.
Al final, llevar a cabo un
evento exitoso por la paz y la democracia, sin la participación de los partidos
políticos ni de sus candidatos, en un momento tan intenso en el plano
electoral, provocará comezones, picazones y escozores, que indudablemente generan
impulsos incontrolables de rascarse.
Esta es una señal más, de que
los 7 millones de bolivianos que vamos a las urnas estamos más cerca unos de
otros, que los cuatro o cinco candidatos que buscan definir la agenda nacional,
pero ese es otro tema…
Hector Castro G. * 17 Agosto 2020
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