Salvador Romero actúa de acuerdo a lo dispuesto por la plana mayor en
Bs.As. Prefiere ser dócil que asumir su obligación de ser cabeza de un poder
del estado. Tiene en sus manos, o mejor
dicho, dormido en sus brazos, el proceso por fraude. ¿Eso es “legalidad”?
Mesa, a la carrera, firma el acuerdo, sin mayor motivo que hacer elecciones
pronto, a cualquier costo. El voto útil se le va de las manos. No tiene
observaciones al padrón. No le importa si no se abre el registro de nuevos
votantes. No le importa la situación epidemiológica. ¿Eso es “dignidad”?
Tuto participa del acuerdo, se ve que está tragando sapos, representa solo
a un porcentaje mínimo, pero participa y reclama “legitimidad”.
¿Será que un gobierno electo en un proceso altamente cuestionado, con un probable
altísimo nivel de ausentismo, y con muchos bolivianos enfermos y muertos por
causa de esta imprudencia, tendrá legitimidad?
Camacho encuentra el escenario perfecto para su cálculo. Se la juega a ser
el “único” que prioriza la salud y la vida. No tiene nada que perder. Eso es
“oportunidad”.
Los azules hacen y deshacen, El destino del país está en manos de un estado
mayor prófugo, con sede en Buenos Aires. Su candidato tiene muchas cuentas
pendientes con el país, pero negoció ser intocable. Ni siquiera es convocado a
declarar. Eso es impunidad.
La Presidente y la alianza Juntos son cada vez menos trascendentes. Son
presa de las concesiones que hicieron en noviembre, junto a los camachistas,
cuando negociaron el "golpe de estado". También son blanco de toda la
bajeza reunida, desde algunos de sus propios partidarios, corruptos azules y
verdes, de los que buscan legitimidad en el "voto útil", de los que
respiran solamente porque la anulación de las elecciones evitó su entierro, y de
los que fueron excesivamente trascendentes en la transición y no supieron estar
a la altura.
De acuerdo a las proyecciones, cada vez más difíciles, la curva
epidemiológica creará una contraposición trágica, entre un proceso electoral
limpio y transparente, y un padrón totalmente falso por la cantidad de
electores que quedarán en el camino por la covid-19.
Un cálculo muy rápido nos dice que si solo el 1% de los electores es
contagiado por algún descuido o infortunio durante las elecciones, tendremos
40,000 enfermos más, de los que unos 8,000 necesitarán internación, y más o
menos 2,000 fallecerán.
¿Salvador Romero, Carlos Mesa, Tuto Quiroga, Oscar Ortiz, Luis Arce, etc.
están firmando orgullosos un acuerdo para provocar la muerte de 2,000
compatriotas? ¿Porque creen tener autoridad para ser críticos con cualquiera,
especialmente con los buenos funcionarios de gobierno, los que hacen su
trabajo, los que ponen en juego su prestigio, su salud y su vida? Son simples
candidatos. No tienen mandato ni responsabilidad.
Qué pena me da mi país. Nos estamos muriendo y siguen todos tratando de
sacarle partido a la situación. No solo los políticos, también hay muchos
ignorantes y malintencionados formando opinión.
Se acusan mutuamente de ser funcionales al MAS, de tener acuerdos bajo la
mesa, pero al final, todos son dóciles a la instrucción que llega del exilio.
La ciudadanía no alcanza a reaccionar. Confía en sus liderazgos, pero
ninguno da la talla. La curva epidemiológica nos muestra un panorama sombrío y
doloroso. Los políticos siguen menospreciando a los bolivianos, y no tienen la
capacidad de entender que la frustración, impotencia e indignación colectiva
serán muchísimo peores que ver a todos en la papeleta electoral, intubados y en
terapia intensiva.
El boliviano es digno, es fuerte, y tiene instinto de conservación. Tómenlo
en cuenta a tiempo de dar cada paso.
Hector Castro G. * 03 Junio 2020
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