miércoles, 3 de junio de 2020

EL “SALVADOR”


Salvador Romero actúa de acuerdo a lo dispuesto por la plana mayor en Bs.As. Prefiere ser dócil que asumir su obligación de ser cabeza de un poder del estado.  Tiene en sus manos, o mejor dicho, dormido en sus brazos, el proceso por fraude. ¿Eso es “legalidad”?

Mesa, a la carrera, firma el acuerdo, sin mayor motivo que hacer elecciones pronto, a cualquier costo. El voto útil se le va de las manos. No tiene observaciones al padrón. No le importa si no se abre el registro de nuevos votantes. No le importa la situación epidemiológica. ¿Eso es “dignidad”?

Tuto participa del acuerdo, se ve que está tragando sapos, representa solo a un porcentaje mínimo, pero participa y reclama “legitimidad”.
¿Será que un gobierno electo en un proceso altamente cuestionado, con un probable altísimo nivel de ausentismo, y con muchos bolivianos enfermos y muertos por causa de esta imprudencia, tendrá legitimidad?

Camacho encuentra el escenario perfecto para su cálculo. Se la juega a ser el “único” que prioriza la salud y la vida. No tiene nada que perder. Eso es “oportunidad”.

Los azules hacen y deshacen, El destino del país está en manos de un estado mayor prófugo, con sede en Buenos Aires. Su candidato tiene muchas cuentas pendientes con el país, pero negoció ser intocable. Ni siquiera es convocado a declarar. Eso es impunidad.

La Presidente y la alianza Juntos son cada vez menos trascendentes. Son presa de las concesiones que hicieron en noviembre, junto a los camachistas, cuando negociaron el "golpe de estado". También son blanco de toda la bajeza reunida, desde algunos de sus propios partidarios, corruptos azules y verdes, de los que buscan legitimidad en el "voto útil", de los que respiran solamente porque la anulación de las elecciones evitó su entierro, y de los que fueron excesivamente trascendentes en la transición y no supieron estar a la altura.

De acuerdo a las proyecciones, cada vez más difíciles, la curva epidemiológica creará una contraposición trágica, entre un proceso electoral limpio y transparente, y un padrón totalmente falso por la cantidad de electores que quedarán en el camino por la covid-19.

Un cálculo muy rápido nos dice que si solo el 1% de los electores es contagiado por algún descuido o infortunio durante las elecciones, tendremos 40,000 enfermos más, de los que unos 8,000 necesitarán internación, y más o menos 2,000 fallecerán.

¿Salvador Romero, Carlos Mesa, Tuto Quiroga, Oscar Ortiz, Luis Arce, etc. están firmando orgullosos un acuerdo para provocar la muerte de 2,000 compatriotas? ¿Porque creen tener autoridad para ser críticos con cualquiera, especialmente con los buenos funcionarios de gobierno, los que hacen su trabajo, los que ponen en juego su prestigio, su salud y su vida? Son simples candidatos. No tienen mandato ni responsabilidad.

Qué pena me da mi país. Nos estamos muriendo y siguen todos tratando de sacarle partido a la situación. No solo los políticos, también hay muchos ignorantes y malintencionados formando opinión.

Se acusan mutuamente de ser funcionales al MAS, de tener acuerdos bajo la mesa, pero al final, todos son dóciles a la instrucción que llega del exilio.

La ciudadanía no alcanza a reaccionar. Confía en sus liderazgos, pero ninguno da la talla. La curva epidemiológica nos muestra un panorama sombrío y doloroso. Los políticos siguen menospreciando a los bolivianos, y no tienen la capacidad de entender que la frustración, impotencia e indignación colectiva serán muchísimo peores que ver a todos en la papeleta electoral, intubados y en terapia intensiva.

El boliviano es digno, es fuerte, y tiene instinto de conservación. Tómenlo en cuenta a tiempo de dar cada paso.

Hector Castro G. * 03 Junio 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario