Durante las últimas semanas he sido uno de los que protestaron por la realización de la famosa Copa Evo. Sin ninguna duda de que es una de las actividades que conforman el “plan de retorno” del narco pederasta a la primera magistratura de la nación.
Soy hincha y
me identifico con el poderoso The Strongest, porque durante mi infancia, en
Oruro, solamente habían dos opciones: Strongest o Bolivar.
En esos
tiempos, aunque el clásico orureño era San José vs. Ingenieros, la primera
división estaba en La Paz. Tuve la oportunidad de conocer a don Mario Mercado,
cuando era alcalde. Fui un alumno de una de sus escuelas de fulbito, en la ex
aduana, hoy convertida en la terminal de buses. Él, personalmente, me dio un
abrazo, y me entregó una polera del Bolivar, que pude rápidamente canjearla por
un vaso de refresco de volantín. Mis ocho años tenían una buena carga de
decencia y sabiduría.
De vuelta en
Oruro, pegado a la malla olímpica del Jesus Bermudez, me dediqué a alentar a mi
ídolo, Lucho Galarza, que después de tres o cuatro ocasiones en que visitó
dicho escenario, pudo advertir que tenía un fan, que hacía bulla, que no
fallaba nunca, que era un verdadero aficionado, y tras golear a San José por 6
a 0, se dirigió a ese mágico lugar, me dio la mano, porque la malla impedía un
abrazo, y me regaló sus guantes.
No existe
ninguna posibilidad, ni en este ni en otro mundo, en que yo abandone mi pasión
por el club de mis amores, el poderoso Tigre.
Me duele y
me indigna que hoy, en 2022, el club de mis amores se rebaje a la indecente
participación en el evento del pederasta, que apuntale su intención de lavarse
la cara, que sea parte de esa sucia narrativa. Pero no dejaré mi vocación
aurinegra. No voy a desistir, pues la garra strongista es muchísimo más grande
que la prostitución del jetón Crespo, y esta mancha va a ser superada mucho más
rápido que los del frente, que sostienen que su participación es un acierto, y
que el fútbol no debería ser politizado. Pobres impostores. No es política, es delincuencia!!!
Uno de los
organizadores me provoca otro dilema muy complicado. Es mi amigo. Es alguien
que ha estado conmigo, apoyándome y “conspirando” para que yo pueda superar un
momento muy complicado en mi vida. No puedo considerarlo menos que un amigo de
verdad. Por eso que me duele ver que él es parte de esta barbaridad, que es el
responsable de todo lo bien hecho, pues es algo que no se puede ignorar. Es un
evento bien organizado, que cumple con todos los requerimientos del fútbol
internacional, y que marca un ícono en la historia del fútbol sudamericano.
Nada de esto
quita que sea una verdadera sumisión, vergonzosa e indigna de la Federación
Boliviana, de los clubes de Sudamérica, que genera grandes cuestionamientos
acerca del financiamiento y la inocultable sospecha de que los intereses de la
transnacional mafia narcotraficante se hacen cargo de cualquier requerimiento
adicional a lo confesable.
Vi una foto
de Blas Giunta junto a Evo Morales, y me causó risa. Dos tipos que pegan
rodillazos arteros impunemente, que no tienen ningún respeto por los
reglamentos, y que obviamente el “fairplay” no forma parte de su palmarés. El
destino y la indecencia criminal pudieron juntarlos para la posteridad.
La vida nos
sorprende y entrampa con situaciones complicadas. Pero tengo claro que mi amigo
es mi amigo, que soy leal y caballero con él. Pero digo en voz alta que se
equivoca. Que no debería ser parte de semejante impostura, indigna y
delincuencial.
Te quiero,
amigo, pero estás mal !!!
Hector
Castro * 04 agosto 2022
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