Según la REAL ACADEMIA ESPAÑOLA la «impostura» es el Fingimiento o engaño con apariencia de verdad. Sin duda que es un concepto muy simple de comprender y racionalizar. La realidad boliviana nos demuestra, día a día, que no es tan así.
La práctica
política, la comunicación, el posicionamiento de ideas, desde que los ideólogos
del neopopulismo entraron en el juego de poder, un poco antes de 2006 en
Bolivia, y a partir de entonces con una dinámica muy agresiva, han
devaluado y socavado las bases morales
que teníamos como sociedad. La pos verdad y la llana y simple impostura, se han
hecho parte de la dieta diaria de los bolivianos. No tenemos más opción que
tragarnos estas barbaridades cada día.
Intentaré
ser más gráfico, aproximando mi comentario a la actualidad.
Los voceros
del gobierno, una como funcionaria designada en un vice ministerio, que en
lenguaje pluri es conocida de acuerdo a la región (alkjamari en occidente, y
sucha en oriente), y el otro, genial acuñador de neologismos de enorme riqueza
p´ajpaquística, se encargan de «socializar» el mensaje definido por la plana
mayor en su grupo de Telegram cada lunes por la mañana. Esta semana se vieron
necesitados de neutralizar la subversiva demanda de los bolivianos de ser
contados, de ser entrevistados con el fin de conocer la realidad y las
necesidades que tenemos. Obviamente, esta demanda es peligrosa en extremo.
Solamente busca desestabilizar al gobierno de los que no quieren contar, no
quieren saber, y no están dispuestos a que alguien sepa cuantos somos y donde
vivimos.
Un
pintoresco personaje, que misteriosamente usa siempre un casco de minero,
amenazó con movilizar a miles si el paro cruceño se llevaba adelante.
Aparentemente sus intenciones eran tan mentirosas como su trayectoria de
minero. Terminó de confirmar su rol de payaso.
Otro bicho,
que es verdaderamente creativo, posicionó su nueva indumentaria anti paro, que
casualmente coincide con la indumentaria usada cuando vuelca sur. El poncho
amarillo, con una buena capucha, será un símbolo de la lucha contra el suri
chilchi.
Pero el que
se lleva la flor, es el gordito, el petardero, el que ha revolucionado la lucha
callejera. No más balines de goma, tan caros y anticuados. Es mejor el «paint ball»,
que, revisada la Constitución, las leyes, los convenios internacionales, y las
reglas de la Federación Mundial de este deporte, resulta más conveniente y
muchísimo más divertido. Si alguien busca seriedad en el despacho de Gobierno,
que se aguante hasta que designen a alguien mayor de edad.
¿Quién ganó,
y quien perdió?
Claramente
hay dos grandes perdedores. El gobierno perdió imagen y fuerza. Puso en
evidencia que ya no tiene ninguna posibilidad de imponerse sobre la ciudadanía,
la ganadora, si esta se moviliza en torno a una demanda legítima.
El gran
perdedor inmediato es el flamante graduado de «payaso profesional», que en
cuestión de pocos días destruyó lo conseguido en base a muchos millones
invertidos en campañas y en camisas. El famoso «tío Tongo» ha emprendido un
camino que es imposible de revertir. Terminó su carrera, así de simple.
La pregunta
del millón: ¿porque el censo 2023 es sedicioso y desestabilizador, a decir del
gobierno, y el censo 2024 es diáfano y constructivo para Bolivia?
Esto no
tiene respuesta razonable, o al menos confesable. Lo único que explica la
posición gubernamental, cantinfleada por todos sus voceros, es que un gobierno
socialista es hegemónico por naturaleza, necesita ser centralista y concentrar
los recursos y el poder. El censo es una verdadera amenaza para su existencia.
Además que cualquier posibilidad de transparentar el padrón electoral
condenaría al narco socialismo a no reproducir el poder.
No quieren
censo en 2023, pero tampoco lo quieren en 2024. Creo que es mejor que dejemos
la ingenuidad y de una vez veamos de qué se trata todo esto. La lucha tiene que
ir a la médula, y tiene que ser inteligente. Cualquier otra cosa solamente
desgasta la economía y la moral de los bolivianos de bien, que somos la inmensa
mayoría.
Hector
Castro G. * 10 de agosto de 2022
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