viernes, 26 de marzo de 2021

BOLIVIA DIJO BASTA !!!

Desde Febrero 2016, y particularmente desde el proceso electoral de Octubre 2019, Bolivia vive en un mar terriblemente agitado, con una sociedad polarizada y politizada al extremo, sin la posibilidad de encuentro y de convivencia pacífica, sin la verdadera posibilidad de salir adelante. La pandemia, que complicó al mundo entero, significó un indeseado agravante a nuestra situación. La pregunta es: hasta cuándo? Que necesitamos superar para vivir en paz, trabajar con la sensación de avanzar, invertir con alguna ilusión de triunfo, poder pensar en el futuro, en los hijos y en la patria?

Las elecciones generales de Octubre 2020 transcurrieron nuevamente plagadas de dudas, y pese a varios esfuerzos muy serios de denuncia, la sociedad boliviana, a todo nivel, hastiada del conflicto decidió que es mejor cerrar el tema. Bolivia requiere pasar la página, vivir en paz y libertad. El 55% del partido ganador permiten que la democracia se consolide, que la oposición tenga el espacio reconocido y legítimo en el equilibrio político, y que el nuevo gobierno tenga la tranquilidad necesaria para salir de la crisis múltiple que sufrimos cada uno de los bolivianos.

Fue golpe? Hubo fraude? Ambas preguntas tienen más de una respuesta, y miles de enfoques distintos. No hay forma de imponer una sola visión y pretender que toda Bolivia quede satisfecha.

Muchos de nosotros asumimos esta realidad hace tiempo, y convenimos, sin escribir ni firmar nada, que las elecciones y la asunción del nuevo gobierno son, de alguna manera, el cierre de un capítulo tan conflictivo y polémico en la historia nacional.

Hace un par de semanas que el poder político decidió que la agenda nacional debe ser de conflicto, de confrontación, de “jochear el avispero” y provocar que los liderazgos cívicos y especialmente del oriente reaccionen con violencia. Volver a la dinámica de 2019, y “veremos quién es quién”. Volver a imponer el falso debate de “derechas” y “socialistas”.

La justicia, sometida al poder político, no muestra ninguna intención de reformar en algo su bochornoso actuar, y se aleja cada día más del rol que la sociedad y la Constitución le encargan y le imponen como deberes fundamentales.

Las tareas urgentes de precautelar la salud y la vida también han sido subordinadas al interés político de cara a elecciones regionales, e inexplicablemente también después de ellas. El resultado es que Bolivia no está siendo inmunizada al ritmo que se requiere, los servicios de salud no reciben la atención necesaria, y no se cumple con las responsabilidades que tiene el estado como prioridad determinada por la Constitución.

La reactivación económica, tan necesaria después de un año de recesión por la pandemia, tampoco forma parte de la agenda, más allá del discurso demagógico, consecuente con ese extraño interés por confrontar a los bolivianos.

Es hora de que los bolivianos tomen en sus manos la demanda de condiciones para su propia supervivencia. Está claro que los políticos, de oficialismo y de oposición, tienen prioridades y objetivos muy distintos al bien común. La ciudadanía cuenta con destacados profesionales, que pueden emitir criterios, sugerencias y recomendaciones, siempre y cuando cuenten con el apoyo vehemente de muchos, para no ser tildados de políticos de uno u otro frente. Esto es válido para todos los sectores, médicos, empresarios, economistas, abogados, y muchos más.

No propongo ningún tipo de acción violenta, por el contrario, propongo que se activen los mecanismos previstos por las leyes para el control social y fiscalización de todos los órganos del poder público. (Artículo 26. Inc. 5 CPE)

Que se formalicen juicios de responsabilidades para los ex mandatarios Jeanine Añez y Evo Morales. Que se investiguen todos los temas que sean necesarios. Estos procesos no son sinónimo de sentencia o condena. Son el conducto previsto por las leyes para determinar la verdad histórica y material, y obviamente pueden terminar en sentencias condenatorias, en absoluciones o en sobreseimientos. Que los procesos se realicen observando estrictamente los derechos de los procesados y el adecuado procedimiento legal.

En este momento histórico que vive el país, y ante la intensa polarización existente, llevar adelante procesos en ambas direcciones podría crear las condiciones necesarias para que el Ministerio Público, la Asamblea Legislativa Plurinacional, y el Tribunal Supremo de Justicia tengan un marco de presiones y, paradójicamente, libertad para reconducir los equilibrios necesarios para reiniciar la construcción democrática que necesita el país.

La diferencia sustantiva entre un estado de derecho y una dictadura está en la vigencia de las garantías constitucionales. De un tiempo a esta parte se viene minando esta irrenunciable condición, llegando a extremos como el incumplir la tutela de una Acción de Libertad (habeas corpus). Este camino no conduce a nada bueno, vulnera los derechos de unos y de otros. Lo que hoy favorece mañana perjudica. No es sostenible.  

A los bolivianos nos interesa construir el futuro, y estoy seguro que tenemos muchas más coincidencias que diferencias.

El debate de los políticos ya no debe ser si hubo golpe o fraude. Tendrían que pensar si quieren formar parte de la agenda de los bolivianos, o no.

 

Hector Castro G. * 26 Marzo 2021

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